Muchos de los datos que aquí exponemos me los ha transmitido Vicente Sanchez Ramos cuyo tío abuelo era el personaje que a continuación estudiamos.
Luís Sánchez Rivera fue un montijano del siglo XIX y XX que da nombre a una céntrica calle de Montijo.
A mediados del siglo XVIII vivían en Montijo los hidalgos Antonio Sánchez de Rivera, Miguel de Rivera y Juan Cid de Rivera. En 1852 vivía Miguel Rivera Barrena.
Luís era hijo de José Sánchez Barrena, labrador montijano (a su vez hijo de Luís Sánchez y de Isabel Barrena natural de Calamonte), y de Isabel Rivera Barrena (hija de Juan Rivera y de María Barrena, naturales de Montijo).
Luís nació el día 16 de diciembre de 1860, durante el reinado liberal de Isabel II, en la calle Acinco (hoy Hernán Cortés) número 48, que fue la casa familiar durante bastante tiempo. Actuó como padrino su tío Álvaro Sánchez Barrena (datos sacados de la partida de nacimiento obtenida del Archivo del Obispado de Badajoz).
En 1842 había comprado Álvaro Sánchez Barrena tierras desamortizadas del Clero Secular en el Ejido de Montijo y en Torremayor. En el censo de mayores contribuyentes de Montijo de 1852 figuraban, entre otros, Álvaro Sánchez Barrena (uno de los más poderosos contribuyentes de Montijo), Miguel Rivera Barrena (tío de Luís Sánchez Rivera), Juan Miguel Barrena que fue alcalde en 1861, Pedro Rivera Maza, etc.
Nos vamos a detener un momento en el hermano del padre de Luís Sánchez Rivera: Álvaro Sánchez Barrena. Fue concejal a partir de 1856 con los Moderados y alcalde de Montijo durante el bienio 1872-1873 cuando en España se desarrolló un sexenio de democratización de la vida política gracias a “la Gloriosa” revolución de 1868, con el reinado de Amadeo I de Saboya, que acabó en la I República. Álvaro fue elegido “Alcalde Popular” en el pleno del día uno de febrero de 1872, por doce votos de los trece concejales elegidos por los ciudadanos montijanos. Presidía también la Comisión de Presupuestos.
Antes de esto, en 1862 se organizaron en varios pueblos de la provincia de Badajoz los comités locales del Partido Republicano, entre ellos el de Montijo, integrado por artesanos, comerciantes y algún maestro de escuelas.
El día 11 de febrero de 1873 se proclamó en España la República y Álvaro continuó siendo alcalde hasta el 24 de agosto de dicho año, en que cesó como alcalde y se constituyó un nuevo ayuntamiento republicano, con Miguel Molina Caballero como nuevo alcalde. A los pocos días de proclamarse la República Álvaro Sánchez Barrena reunió a la Corporación y a los mayores contribuyentes con el fin de parar la desamortización de las tierras y la casa de la Hermandad de la Virgen de Barbaño; entre todos pusieron el dinero suficiente para cubrir el remate con lo que los bienes de la Virgen continuaron siendo suyos.
Es decir, en los dos escasos años de la República hubo dos alcaldes en Montijo,fue un momento histórico convulso pues en ese corto periodo hubo cuatro presidentes del Gobierno Republicano (Figueras, Pi y Margal, Salmeron y Castelar) debido a la división de los republicanos entre unionistas y federalistas, lo cual fue la causa principal del fracaso republicano. El 29 de diciembre de 1874 se restauró la monarquía tras el golpe de Estado del general Martínez Campos.
En 1893 era «Juez suplente» Juan Rivera Bautista.
Pintura de Álvaro Torres realizada en los años diez donde se recoge la Plazuela de las Cocheras, donde hoy se ubica el Teatro Municipal.
Fotografía de la Plaza Mayor de Montijo, comienzos del siglo XX, cedida por Juan José Delgado Rico. Retocada a color por Infinito Estudio, Dionisio Sánchez, y publicada por Manuel García Cienfuegos.
Volvamos a Luís Sánchez Rivera. Era hermano de Juan José Sanchez Rivera (padre del fotógrafo Vicente Sánchez Melara, VISAM), pertenecían a una familia de propietarios de tierras de la zona de Alcuescar, cerca o dentro del ámbito del actual parque natural de Cornalvo donde algunos parientes lejanos residentes en Mérida aún conservan alguna propiedad.
Juan José siempre fue un rentista, cuyos únicos ingresos provenían del alquiler de las tierras en ese ámbito heredadas de sus padres, y pasaba la mayoría de sus días con sus amigos en el casino de Montijo. Luís Sánchez Rivera, sin embargo, no se limitó a vivir de las rentas y llegó a ser un eminente y popular abogado. Sobre él nos cuenta su sobrino-nieto Vicente Sánchez Ramos.-
“Solo tengo información oral de lo que contaba mi padre respecto a que fue un abogado muy popular en Montijo, porque defendía a las gentes sin recursos, motivo por lo que al parecer el Ayuntamiento decidió dedicarle una calle... Intenté obtener más información sobre él en los archivos de los Colegios de Abogados de Badajoz, Cáceres y Madrid y en ninguno de ellos tenían información.
También contaba mi padre que en su última etapa fue Magistrado en la Audiencia de Badajoz, y allí estuve intentado obtener información pero no conservan archivos de esa época… Tampoco tengo fotos...”.
Juan José Sánchez Rivera, Vicente Sánchez Melara y Ana Melara del Amo. Foto de VISAM cedida por su hijo Vicente.
Vicente Sánchez Melara siempre tuvo una gran admiración y cariño por su tío Luis, razón por la que le puso su nombre a uno de sus hijos.
Entre las pocas referencias orales que conserva la familia hay una anécdota que dice bastante de la gran sagacidad como abogado de Luis Sanchez Rivera: en cierta ocasión defendía en Badajoz a un gitano que estaba acusado del asesinato de un payo, en una reyerta con navajas, y sobre el cual la fiscalía pedía la pena de muerte, entonces vigente, mediante ejecución por garrote vil. El día del juicio Luis le dijo al gitano acusado de asesinato: “Cuando el juez le ordene levantarse para declarar, Vd. de un salto rápido sobre el estrado y le pega un tortazo al fiscal”. “¿Cómo voy a hacer eso D. Luís?. Si lo hago, los civiles me ejecutan aquí mismo”, le respondió el gitano. “Vd. haga lo que le digo y confíe en mi”, le contesto Luis. Cuando el juez ordena al gitano que se ponga en pie, este aprovecha para dar un salto y se abalanza sobre el estrado con la mano levantada para pegar al fiscal, el cual instintivamente se sube la toga y saca una pistola que llevaba debajo (entonces los fiscales portaban armas), pero que no tuvo que utilizar porque los guardias civiles que custodiaban al preso reaccionaron de inmediato y lo redujeron, impidiendo que el mismo consumara su agresión.
Una vez restablecido el orden en la sala, cuando le tocó el turno a la defensa, Luis dirigiéndose al juez le dijo: “Señoría, esto que acabamos de ver aquí es lo que le sucedió a mi cliente en la reyerta, que ante una agresión sacó instintivamente su navaja, en defensa propia. ¿Acaso hubiéramos acusado de asesino al Sr. Fiscal, si hace unos momentos, en un acto reflejo de defensa propia hubiera hecho uso de su pistola matando a mi cliente?”
Con esta argucia y argumento consiguió Luis que, al gitano, pese a que se le añadió un delito de tentativa de agresión a la autoridad, se le aplicara la atenuante de legítima defensa y arrebato en la muerte del payo, por lo que fue condenado por homicidio, y no por asesinato, librándole así de la pena de muerte.
Vicente Sánchez Ramos me dice que estuvo una vez en el Colegio de Abogados de Badajoz y allí no constaba Luis Sanchez Ribera, “debió de estar colegiado en Madrid o puede que en Cáceres pues, al igual que mi abuelo, tenía propiedades en el término de Alcuescar”.
En el año 1934, durante la II República, ya había muerto Luís y vivía su viuda que era propietaria de una parte de la finca El Cincho.
El ayuntamiento decidió, en reconocimiento a su labor en pro de la Justicia y la solidaridad, cambiarle el nombre a la calle “Pa Agustín” (por el sacerdote Agustín Gragera que vivió en ella en el siglo XIX) por “Sánchez Rivera”. Esta calle va desde la actual Plaza del Rey hasta la Plaza de los Piñero.
Foto de la calle por los años diez tomada desde la actual Plaza del Rey.
Tres de los cuatro hijos varones de VISAM, siguiendo la tradición de su tío-abuelo Luis Sánchez Rivera, han estudiado y ejercido profesiones del Derecho: Antonio Víctor como Habilitado de Clases Pasivas, Vicente como abogado ejerciente y Luís como Graduado en Relaciones Laborales.