Juan Tejeda Campos, un poeta montijano de la primera mitad del siglo XX

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La familia de los Tejeda

Procedían de San Vicente de Alcántara. A comienzos del siglo XIX vivían en ese pueblo de la raya con Portugal Serván Tejeda y su esposa.

-Un hijo suyo –Clemente Tejeda– natural también de San Vicente, se fue a vivir a Torremayor al casarse con Paula Gragera de ese pueblo. Estos tuvieron varios hijos: Serván, Francisco, Isabel y Telesforo Tejeda y Gragera. Paula era viuda en 1884.

-En Torremayor vivía Serván Tejeda y Gragera, estaba soltero y era muy religioso, tenía manías (tocaba el piano pero una sola pieza, tenía criados y por las noches les mandaba que pusiesen ceniza por la casa para auyentar a los espíritus), casi siempre vivió en el cortijo de Los Caleños.

Construyó una capilla en la iglesia parroquial de ese pueblo, tenía una buena casa en Torremayor, una finca en Valencia de Alcántara: “La tapada del lavadero”, sito en San Antón, otra en San Vicente de Alcántara: “Los Castaños”, otras en el término de Torremayor: “Los Caleños y Melchora” conocidos como cerros de Tejeda y donde se encontraban los hornos de cal, muy antiguos, de ahí el nombre de la finca; “El Chaparral” debajo de la vía del tren, “El Coto” encima del canal, “El Hinojal” que está al este de Torremayor y “El Rompimiento”, “El Valdío” en el término de Mérida.

Su criada Rosa era de San Vicente de Alcántara y estuvo siempre con ellos. Realizó testamento en el año 1894 ante el notario Luciano Lauriño García, Serván nombró herederos a sus hermanos. Una copia de este testamento existe en el Archivo Parroquial de Santiago Apóstol de Torremayor.

Mozos de mulas arando la finca Los Caleños en los años 30. Foto de Paco Gragera.

Francisco Tejeda y Gragera, labrador, se casó con Olalla Campos Bautista, de Montijo, hija de Francisco Campos y Elvira Bautista y nacida en el año 1849 (tenía otro tío llamado Rodrigo Campos, propietario de tierras). Vivieron primero en Torremayor, después se fueron a vivir a la calle Mérida de Montijo hasta que se construyeron su casa la Plaza de Santa Clara nº 1 y allí vivieron con sus hijos Adelina, Ezequiel y Juan Tejeda Campos. Tenían otras hijas llamadas Obdulia y Paula Clementina. Elvira Bautista era viuda en 1884.

Olalla Campos y Francisco Tejeda pasaban largas temporadas en su cortijo Los Caleños.

Un hermano de Olalla era el abogado Bartolomé Campos Bautista, soltero. Olalla era ya viuda en 1884.

Obdulia Tejeda Campos se casó con Juan Pinilla Pinilla, eran propietarios de la finca El Chaparral del Coto situado frente a la estación de Torremayor, y tuvieron dos hijas: Carmen y Eulalia Pinilla Tejeda.

Ezequiel Tejeda Campos nació en el año 1894, estuvo ingresado en el año 1930 en un sanatorio de la sierra de Madrid y allí trabajaba como enfermera Florencia Zabalgoitia Alejandre, que había nacido en Arceniega provincia de Álava, se enamoraron y se casaron. La boda fue en San Sebastián (¿) el día 10 de abril de 1931, dos días antes de proclamarse la República. Asistieron los Tejeda de Montijo, Carmen y Eulalia Pinilla Tejeda y Emiliano y Francisco Gragera Tejeda.

Ezequiel Tejeda era el mayor accionista de la fábrica Electro-Harinera de Montijo (construida en el año 1919) y su administrador, su madre Olalla Campos tenía también muchas acciones. Formaron una sociedad con el cuñado de aquél Toribio Gragera González -Piñero.

Tras el golpe de Estado contra la República, el 18 de julio de 1936, fueron encerrados por el Comité de Defensa republicano en el convento de las monjas clarisas 56 hombres de derechas. Entre otros Ezequiel “propietario, 42 años, casado…” consta en la relación de presos que se confeccionó entonces.

Los Tejeda eran personas cultas, tocaban el piano, eran artistas, veraneaban en Caldas da Reinha (Portugal).

Juan Tejeda Campos

Juan Virgilio Primitivo Tejeda y Campos nació en el día 27 de noviembre de 1884 (según la partida de nacimiento cedida gentilmente por el Registro Civil de Montijo). Estuvo siempre soltero, al morir los padres vivió con su hermana Adelina en la plaza de Santa Clara n.º 1.

Era hombre culto, ilustrado con refinamiento artístico, poeta, por lo que su sobrino Francisco Gragera Tejeda –pintor- estaba muy unido a él. Juan Tejeda y Paco Gragera se iban andando o en tren a la finca El Coto pues a Juan le gustaba mucho ir andando a esa finca que está frente a la estación de tren de Torremayor. Cuando estaban allí la familia de su sobrina Obdulia Pinilla Tejeda les llevaba galletas de pan, que las cogía de la fábrica Electro-Harinera que dirigía su hermano Ezequiel.

Le gustaba mucho ir andando por la carretera de la Estación a la fábrica Electro-Harinera.

Como otros Tejeda era bastante maniático.

Juan era el propietario de la casa donde vivían su hermana Paula Clementina y su esposo Toribio Gragera González-Piñero, en la calle Esteban Amaya nº 12.

Fue coetáneo de otros poetas montijanos como Alfonso y José Gómez Rodríguez, Blas Quintana Gragera o Rafael González Castell. En los años veinte y treinta se publicaron en los periódicos y revistas locales gran cantidad de poesías donde se trataban temas amorosos o de acontecimientos de la vida en el pueblo y en el país.

Pero no he encontrado aún poesías de Juan Tejeda en los periódicos locales como “Gente Nueva” (1920), “Juventud Extremeña” (1922), “Avance”, “Agla” (1933), “Moysa” (1934) o en las Revistas de Ferias de esos años.

Imaginamos que era socio del Círculo de Artesanos “El Progreso” y de la Sociedad Recreativa Cultural “La Peña”, conocida como El Cuello Duro, fundada en 1949 y disuelta en 1956, donde se realizaban recitales poéticos y audiciones de música clásica.

Juan se recluyó en su mundo interior, en su amado campo de Los Caleños y El Coto, leyendo libros de los grandes poetas de la Generación del 98 y escribiendo poemas. Como se dice en el libro de Francisco Valdés “Ocho Estampas Extremeñas con su marco”, página 81, se puede aplicar a Juan Tejeda: “Campo y calma. El dorado y cumplido sueño de unas vidas tranquilas, limitadas y acordes. El refugio de quien quiso separarse del ruido mundanal y afincarse y ahincarse entre este monte de retamas sobre las que columbran copas de encinas milenarias.”

Juan murió a las seis de la tarde del día 28 de febrero de 1964, en su casa de la Plaza de Santa Clara número 1, a causa de “Gta. caquexia gestalt neurosis psico-defensifa” según consta en el certificado de defunción facilitado gentilmente por el Registro Civil de Montijo. Estuvo enterrado en unos nichos de la familia Tejeda hasta que fueron derribados por ruina.

Juan Tejeda Campos, foto artística de Manuel Mendoza, Madrid. Cedida por Juan Bautista Pinilla.

Adelina Tejeda Campos. Foto Pepe, Badajoz. Cedida por Juan Bautista Pinilla.

Juan Tejeda Campos con su pastor en Los Caleños a finales de los años 20. Foto de Paco Gragera.

La poesía de Juan Tejeda

-Lo más destacado de Juan fueron sus “Estampas montijanas” … Parece ser que en el cortijo de los Caleños existía un cuaderno escrito por Juan con sus poemas, pero no hemos podido acceder a él hasta este momento.

-Entre sus múltiples poesías le dedicó una a Mariano Rubio Codes como respuesta a algo que había dicho en el casino de su hermano Ezequiel. Empezaba así:

Mariano Rubio «la labandera»,

se que vas diciendo habladurías de mi hermano,

Otra poesía se la dedicó a una peña que hay en Los Caleños: la Peña Redonda…

– Durante la guerra civil (1936/1939) escribió “Jota Montijana” donde aflora su talante profundamente católico:

A la Virgen de Barbaño

1

La Virgen de Barbaño dice

que la lleven al Montijo,

para estar entre sus hijos

que los quiere bendecir.

2

La Virgen, nuestra Patrona,

orgullosa debe estar,

cuando viene al Montijo

sus fieles van a esperar.

3

A la Virgen de Barbaño,

llamada la Morenita,

le piden las montijanas

dé una buena horita.

4

Y los montijanos quieren

con gran afán lo siguiente,

que haya un buen Gobierno

y que sea prontamente.

Estribillo:

1

Esta es la jota,

jota, montijana,

sal a bailarla conmigo,

ahora tocan linda serrana.

2

Ella contesta:

no puede ser,

tengo en Montijo

bastante que hacer.

3

Y él le insiste

de esta manera:

vamos a bailar la jota

morena hechicera.

4

Como otra vez volviera

a insistir, se cogería

del brazo del muchacho

y la jota bailaría.

5

Y éste al poco

a insistir volvió,

entonces la niña se coge

del mozo risueña y bailó.

Estampa de la virgen de aquellos años. Foto de VISAM.

El modelo literario de “las estampas”

Las estampas se inspiran en obras como: “Campos de Soria” de Antonio Machado, publicada en 1912, “Poemas de los pueblos de España” y “Andanzas y visiones españolas”, de Miguel de Unamuno, publicado en 1922, en la obra de Azorín que decía “Todo paisaje es un estado del alma”, en “Viaje por Extremadura” de Gregorio Marañón, etc.

Francisco Valdés Nicolau, nacido en Don Benito en 1892, publicó en 1924 “Cuatro estampas extremeñas con su marco” y en 1932 “Ocho estampas extremeñas con su marco”. Empezó a estudiar la carrera de Derecho en Madrid en 1910, asistía frecuentemente a una tertulia llamada “La república de Daza” que dirigía Antonio Fernández-Daza y Gómez-Bravo (nacido en Campanario en 1874, liberal y ateneista, su hermano Enrique era el Marqués de la Encomienda), integrada por varios extremeños…

Antonio Reyes Huertas, nacido en Campanario en 1887, publicó entre 1927 y 1936 las “Estampas campesinas extremeñas”.

Tanto Valdés como Reyes Huertas fueron publicando sus estampas en la prensa.

La forma literaria de estampas describen, en prosa o poesía, unas escenas, un paisaje y unos personajes, cuadros costumbristas y regionalistas extremeños, usan términos terruñeros, castizos, arcaísmos, dialecto castúo. Una explicación extensa de ellas podemos leerla en el libro “Francisco Valdés. Ocho Estampas Extremeñas con su Marco”, con introducción y notas de Manuel Simón Viola y José Luís Bernal, editado por la Diputación Provincial de Badajoz en 1998.

De estos autores extremeños, que vivieron y publicaron en su misma época, copió Juan el modelo de sus Estampas Montijanas.

Juan Tejeda, como miembro de una familia latifundista conservadora, apoyó desde el primer momento el golpe de Estado contra la República. Durante la II Guerra Mundial Juan compuso esta canción de agradecimiento “a las naciones amigas” de la España franquista, que encontramos manuscrita y firmada por él en casa de Teresa Merino Prieto:

LA NUEVA ESPAÑA

¡Viva el Caudillo

el gran conquistador,

la Marina Española

y el Ejército Español,

y también toda nuestra Aviación,

que en los frentes de batalla

al enemigo derrotó!

¡Viva Italia y Alemania,

poderosas naciones

que de Franco el Gobierno

por legítimo reconocen,

y se hacen enseguida,

de la España Nacional

ambas muy amigas!

¡Viva Cristo Rey Nuestro Señor!

que a la España Santa

en luchas, guerras dio,

para conseguir ganar

la endiablada guerra,

que en los hogares humildes

hondas penalidades queda.

¡Viva Portugal como Marruecos!

por los servicios prestados

desde que empezó el Movimiento,

que numerosos han sido éstos.

A los que creen en Dios

tienen puesto en él sus pensamientos.

¡Viva España!

Grande, Libre y Fuerte,

que nos ha hecho Franco

militar inteligente.

Esperemos que algún día se puedan publicar todos los poemas de Juan y así recuperaremos a un poeta montijano de la primera mitad del siglo XX. Agradezco a Juan Bautista Pinilla los datos biográficos que me ha facilitado.

Escrito por Juan Carlos Molano Gragera en septiembre de 2022.

Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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