Lo primero que quiero hacer es agradecer al Guarda Rural Manuel Sánchez del Viejo que me transmitiese, de forma oral, la mayoría de los datos que relato a continuación.
Las antiguas presas
En nuestra zona son conocidas las pequeñas presas romanas de Esparragalejo y de la rivera del Lurianilla junto al monasterio de San Isidro de Loriana. Eran construídas con grandes muros de piedra en las riveras cerca de las poblaciones.
Los pozos
En nuestro término municipal y comarca se sabe de la existencia de varios pozos de origen romano. Se conocen por la gran anchura y la forma ovalada de su hoquedad. Estaban revestidos de piedras o ladrillos romanos, y algunos no tenían brocal. En su interior se han encontrado vasijas, losas o huesos humanos.
Hay pozos romanos en Las Tiendas, en Los Canchales, en El Encinar donde abundaban también las norias para regar las huertas. Desde la Reconquista en el siglo XIII la mayor parte de las tierras eran grandes dehesas propiedad de la Iglesia y el Concejo, las Hermandades de campesinos construyeron de forma comunitaria pozos en el campo y charcas para abrevar a sus ganados y bestias de labor. Lo mismo sucedía con el Honrado Concejo de la Mesta a lo largo de sus cañadas y cordeles.
Con la Desamortización de las tierras a mediados del siglo XIX surgirá una nueva clase de grandes propietarios individuales de tierras que a su vez arrendaban en trozos parte de ellas a los “labradores” para sembrarlas de cereales. De esta nueva estructura social en el campo surgirá la Comunidad de Labradores de Montijo en 1902.
Todos los años subastaba la Comunidad de Labradores a los propietarios de piaras de ganado (ovejas, cerdos, vacas) el uso de unos trazos o lotes de tierra para el aprovechamiento de los pastos.
Estos lotes llevaban incorporados pozos y charcas, propiedad de la Comunidad que eran mantenidos y limpiados por ella, donde los ganaderos daban de beber a sus animales. Los pozos tenían su brocal y aro para colgar los cubos y una pila para beber las bestias; el ganado bebía en unos bebederos que les preparaban los dueños.
Junta a la Charca de los Bueyes y donde hoy está la fábrica CARCESA había un pozo comunitario. Foto tomada en los años 30 cedida por Juan Bautista Pinilla.
También existían las charcas, manantiales o “veleros” de agua que se preparaban para que se mantuviesen casi todo el año con agua y se les dotaba de sombra mediante la plantación de eucaliptos. Es significativo el toponímico de “el Charco Roma” situado cerca de la carretera de La Nava, yendo por un camino a la izquierda en dirección a la rivera de La Alcazaba, al lado del Arroyo del Ciervo. Junto a «la verea colorá» hay una charca …? En el cordel de Barbaño más allá de la calzada romana está «la laguna de las encantás», …..
Veamos cuáles eran los pozos comunitarios:
– Al norte del término municipal, junto al pueblo estaba el de El Valle que era del Ayuntamiento y tenía un brocal con aro y una pila. Había un anciano encargado de él y desde las cinco de la mañana guardaban cola las mujeres para llevarse agua, que era muy buena para los garbanzos. Por el año 1961 o 62 el maestro municipal Antonio Marín construyó el depósito, la fuente con una manivela y el pilón como se conoce hoy.
– En El Barrial había un pozo por el regato de Valdelobos.
– En La Dehesilla, al final del Ejído de Los Charcos, había un pozo con brocal y aro. Como era tierra de olivares no dejaban entrar cabras y ovejas, sólo cerdos.
-Más adelante del camino del Cementerio nuevo, en el cordel que iba hacia el camino de La Roca, había (y aún existen) dos pozos. Uno de ellos tiene la fecha de construcción del brocal de principios del siglo XX.
El pozo que está antes de la carretera de la Roca, en «la verea colorá». Foto de María José Soltero López.
Pozo que está en la carretera de La Roca. Foto de Mária José Soltero López.
– En Valdelabraba, pegando al camino de La Roca por la derecha, estaba el pozo de “Pocasharinas”, con un agua muy buena, que hoy se encuentra en una finca de Cristobal Moreno Piñero. Tenía brocal y aro. También iba el ganado a abrevar a “la Charca de la Asomadilla”.
– Junto al cerro de San Gregorio a la derecha del cordel había un pozo (hoy desgraciadamente cegado), con brocal y sin aro que había que sacar los cubos a pulso, y una charquita en el descansadero del ganado, en los baldíos del Ayuntamiento (hoy Las Cabezas).
– En El Coto, más allá de San Gregorio y antes de Las Cuestas, estaba el pozo particular de Juan Mateo, que tenía un brocal muy bajo y sin aro y un agua finísima que muchos labradores se llevaban para beber. Después pasó a propiedad de Pedro Pinilla Jerez que construiría un brocal y aro.
– En El Retamal bebia el ganado en “la Charca de Los Bueyes” frente a la Estación del Ferrocarríl. Donde hoy se encuentra la fábrica CARCESA había un pozo con brocal y arco. Allí solían ir las piaras de vacas y las carretas que venían a Montijo desde Puebla de Obando con carbón.
– Otro pozo está a unos 4 kms. hacia Torremayor junto al puente que se alza sobre la via del ferrocarríl para ir a Pueblonuevo de Lácara.
– En El Charnecal abrevaban las piaras en el pozo del Ahogado (o “Ajogao”) y en “la Charca del Sindicato”, situada en la carretera de La Nava donde hoy está la planta receptora de basuras. Esta charca-abrevadero de La Cañada estaba en la única finca propiedad de la Comunidad de Labradores, de ahí su nombre popular.
– En Valderregaña había dos pozos, uno estaba en una finca de José Fernández. Por el Cerro Barquero entraba el ganado a la Charca del Sindicato.
– En Navahermosa entraba el ganado por una colada y había un pozo en una finca de Alejandro Gragera Bautista.
– En el trazo de La Cañada (o “Cañá”) había dos pozos, uno estaba en una finca de Emilio Vaca y otro en la de Toribio Bautista. También entraba en este lote la Charca del Sindicato.
– Cerca de Los Canchales, en el Cerro del Amo había un pozo-abrevadero en una finca de la Comunidad y una colada por donde se iba a “la Charca de La Coscoja”.
– En El Garbancillo había un pozo en una finca de Antonio Alba y se abrevaba también en la Charca de La Coscoja.
– En el trazo del Arroyo del Ciervo bebían en la rivera de La Alcazaba y en “el Charco Roma”. Los únicos pozos que había allí eran de cortijos particulares.
– En Las Tiendas había un pozo de orígen romano.
– En las Eras o Ejído había cuatro pozos de la Comunidad con grandes pilas para beber las bestias: el de la caseta de los incendios, el de la carretera de la Estación, el que está hoy dentro del colegio de APROSUBA y el que estaba junto a la huerta de “Pedrito el de la Gregoria”. Al cargo de cada uno de ellos había un anciano encargado de sacar el agua con bombas manuales.
– Al sur del término municipal en El Encinar, a la derecha de Los Remates había un pozo en una finca de Pedro Moreno.
– En Las Veguitas había un pozo en una finca de Pedro Polo y se abrevaba en “la Laguna de las Encantás” y en la rivera del Lacarón. Como aquellas tierras estaban sembradas de olivos no dejaban pastar a las cabras y ovejas, sólo a los cerdos.
– En Torreaguila iban a beber al rio Guadiana.
En el pozo de las Eras abrevaban las caballerías. Foto de VISAM de los años cincuenta.
Al entrar la Dictadura del general Franco la Comunidad de Labradores cayó en manos de los grandes propietarios y éstos pondrían unas cláusulas en las subastas en las que se les daba preferencia a los propietarios del pueblo que tuviesen más fincas al lado de los trazos. No dejaban que entrase ningún forastero a subastar por lo que no había puja y la Comunidad recaudaba muy poco dinero.
Y los ganaderos-carniceros tenían que contratar posteriormente con los adjudicatarios para que les dejasen entrar sus piaras en una zona de los trazos, pagándoles un dinero por ello.
También había pozos particulares como los siguientes:
– El de “La Gargantilla”, de Fernando Mendoza, que tenía un agua muy fina y donde iban los vecinos a llevarsela para beber en sus casas.
– En el cortijo de “El Pajarito” del citado propietario había dos pozos más, uno junto a él y otro a medio kilómetro.
– Un pozo de Manuel Zúñiga entre la Charca de La Coscoja y Fernanda “la Capota”…
Las minas .-
Se denominaban así a los pozos revestidos en su interior que carecían de brocal y que tenían un manantial muy somero por lo que el agua llegaba a flor de tierra. Eran famosas algunas como:
– Las minas de Valderregaña.
– La mina de La Arquita, que se encontraba en La Cañada en el camino de Las Cuestas, a la derecha, antes de llegar a ellas. Tenía buen agua y era propiedad de Antonio Quintana Cantero.
– Otra en La Cañada, propiedad de Antonio Pinilla.
– En el Cerro del Amo, junto al cortijo del Pleito, había una mina propiedad de Antonio Mena.
– Había otra encima de la actual presa de Los Canchales.
Los pozos de nieve .-
De origen romano, eran grandes habitáculos subterráneos forrados de piedra que se situaban en lugares húmedos para guardar trozos de hielo en invierno que durasen hasta el verano. En la Edad Media se seguirán desarrollando y algunos han llegado a nuestros días. Existe alguno en Villar del Rey pero no se han encontrado aún en el término de Montijo.
Las norias .-
Tendríamos que remontarnos a los romanos para estudiar los orígenes de las norias en nuestra comarca, después las actualizarían los árabes y se desarrollaron tras la Reconquista. Había norias en “las Huertas Viejas”, situadas en la zona entre Montijo y Puebla, y en el Encinar y camino de Barbaño.
Sacaban el agua con una gran rueda de cajillones, movida por tracción animal, de un pozo grande y la echaban en una alberca; de allí la vertían por acequias a los huertos.
Solían ser particulares.
Los silos .-
De origen romano, continuados por los árabes y desarrollados tras la Reconquista. Eran propiedad del Concejo.
Eran habitáculos subterráneos construidos con ladrillos, en la techumbre llevaban bóvedas para evitar su hundimiento. Se construían en las zonas altas de los cascos urbanos, donde no paraba el agua cuándo llovía.
Se utilizaban por los campesinos para almacenar el trigo conservándolo durante bastante tiempo. Cerca de ellos construían la Panera o Alhondiga.
En Montijo había muchos silos en el cerro de El Piquete, denominado por ello “La Silera”.
Con la venta de las tierras en la Desamortización y la rotulación de muchas que habían estado siempre de dehesas habría, a finales del siglo XIX, un gran aumento de producción de trigos por lo que los Silos se quedarían muy pequeños para guardarlo. Por ello se empezaría a almacenar en los doblados de las casas particulares.
En los años cuarenta del siglo XX se creó el Servicio Nacional del Trigo que construiría en muchos pueblos los silos verticales que acabarían definitivamente con los silos subterráneos.
Molinos de trigo .-
Desde muy antiguo había molinos para moler el trigo y hacer la harina para fabricar el pan. Las piedras se movian mediante la fuerza del agua de un rio o rivera. En nuestra zona conocemos de la existencia de los siguientes:
– Hubo varios en el rio Guadiana de orígen posiblemente romanos.
– Uno en Las Veguitas, en Los Alisares de Alejandro Gragera, que estaba junto a la rivera del Lacarón.
– Otro en Los Canchales, en la rivera del Lácara, hoy tapapo por las aguas de la presa.
– Otro en la rivera de La Muela, junto a la Roca de la Sierra, que era propiedad de Frasco Soltero.
Puentecillas .-
Eran pequeños puentes existentes en las riveras o arroyos utilizados para pasar el ganado y los carros. De muy pequeña dimensión, tienen un sólo ojo y su anchura suele ser la imprescindible para pasar una carreta.
La Puentecilla del Cordel de Barbaño:
Se encuentra en el camino viejo de Barbaño, antiguo “Cordel de Barbaño”, a 1 km., aproximadamente, del casco urbano de Montijo. Situado en el paraje de El Encinar, sirve para atravesar el Arroyo Cabrillas (que es una prolongación del Arroyo San Gregorio, denominado así porque nace junto al cerro del mismo nombre) que recorre El Gamonal, Los Remates, El Encinar y Los Cercados hacia Puebla de la Calzada, muriendo en el rio Guadiana.
El terreno sobre el que se eleva es franco-arcilloso rojo. El Cordel de Barbaño era una via medieval pastoríl y trashumante que afluía a la Cañada Real Soriana Occidental . Tenia una anchura mínima de veinte metros y máxima de 37’5 y una longitud de 10.875 metros desde la ribera de La Alcázaba hasta la Dehesa de Barbaño. Desde Montijo va pasando el cordel por el Ejído, los Hornos, El Encinar, atraviesa la calzada romana, la Laguna de las Encantás y las Huertas de Barbaño. Otra derivación pasa el rio Guadiana por El Potríl y sigue a Perales y Arroyo de San Serván.
Donde se encuentra la Puentecilla es una antigua zona de huertas, de hortalizas y frutales, y de olivos. El cordel tomaria mayor afluencia de tráfico con la construcción de la capilla de Nª. Sª. de Barbaño en el siglo XIV, siendo empedrado en su zona central para el paso de carros.
Con la construcción del Plan Badajoz, a finales de los años cuarenta del siglo XX, se construiría un puente nuevo de hormigón, a nueve metros al sur de la Puentecilla, desviando el camino por aquél e inutilizando ésta. La anchura del cordel quedaria reducida considerablemente por los regadíos.
Construcción de la Puentecilla.-
Los investigadores que han estudiado la historia de Montijo no dan noticias sobre los orígenes de este puente: Bernabé Moreno de Vargas, Vicente Navarro del Castillo, José Álvarez Sáenz de Buruaga, Germán Rodriguez Martín, Pablo Iglesias Aunión, etc., no hablan para nada de la Puentecilla del Cordel de Barbaño.
La tradición oral en Montijo dice que fué construida en tiempos de los romanos… Podria ser posible pues está cerca de la calzada Mérida-Badajoz y la comarca está llena de restos de esa época.
José Maria Alvarez Martínez, director del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, ha estudiado las características de los puentes del “tipo emeritense” y dice que se observan una serie de rasgos comunes en ellos: “ su forma achaparrada y larga, la imposta corrida que sirve de coronamiento de las pilas y como lugar de establecimiento de las cimbras para la construcción de los arcos, los sillares dispuestos en hiladas casi isodómicas con poca preocupación por la alternancia de soga y tizón, el almohadillado tosco y pronunciado… ,tajamares…y la presencia de aliviaderos, bien incorporados a las propias pilas… o practicados en los tímpanos… y ese almohadillado de tipo rústico común a los puentes del final de la República y comienzos del Imperio…” (“Homenaje a Cánovas Pesini”. Excma. Diputación Provincial de Badajoz. 1985. Página 95)
La Puentecilla del Cordel de Barbaño podria haber sido construida también por el siglo XVI (o reconstruida), pues el Renacimiento se inspiró en el arte y la arquitectura romana.
Descripción de la Puentecilla.-
Su estructura constructiva es de paramentos sólidos.
Tiene un solo arco de medio punto, de magnífica fábrica de cantería, construido con sillería de granito. Diez sillares perfectamente cortados y sin almohadillado se ven en los laterales del arco; los dos superiores sobresalen y forman una pila en toda la anchura del puente. Las bases del arco arrancan de pilares de piedra ajustada con mortero.
Las dimensiones del arco son: unos 2’50 mts. de anchura (luz) por 1’50 de altura. A ésta habria que añadirle sobre un metro más de los pilares.
Los estribos laterales son de piedra mezclada con mortero.
El ancho del puente es de unos 2’50 mts. y el pavimento es de piedra pequeña. No está coronado con parapetos laterales de protección.
Para evitar la caída de la tierra y apoyar los estribos, existen unos muros de piedra o andenes de 9 mts. de longitúd.
La puentecilla del cordel de Barbaño. Foto de María José Soltero López.
Bibliografia consultada.-
-José Alvarez Sáenz de Buruaga. “Materiales para la historia de Mérida”. Ayuntamiento de Mérida. 1994.
-Pablo Iglesias Aunión. “Historia de la comarca de Lácara”. ADECOM LÁCARA. 2.000.
-Bernabé Moreno de Vargas. “Historia de la ciudad de Mérida”. Biblioteca Pública de Mérida. Séptima reedición. 1991.
-Vicente Navarro del Castillo. “Montijo, apuntes históricos de una villa condal”. Ayuntamiento de Montijo. 1974.
-”Homenaje a Cánovas Pesini”. Colección Roso de Luna. Diputación Provincial de Badajoz. 1985.
-Francisco del Viejo Carretero. “Actas de las II Jornadas de Historia de Montijo”. Ayuntamiento. 1996.
Existen restos de puentes romanos en Los Canchales.
En la rivera de La Alcázaba existían dos puentes propiedad de Pedro Pinilla en su finca, otro de Emilio Vaca construido con postes de cemento y arriba palos y tierra, otro de Pedro Bautista hecho de manpostería los postes y la parte de arriba.
Estudio publicado en la Revista de Ferias de 2002.