La Escuela Parroquial San José en el Montijo de los años cincuenta

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Un día me saludó el amigo Paco Baños y me enseñó, en su teléfono móvil, una fotografía que me impactó. Se trataba de la escuela de Don José Zambrano que tuvo abierta, a principios de los años cincuenta, en la plazuela de las monjas, donde yo vivía, y que había sido la primera a la que mis padres me llevaron cuando tenía sólo cuatro añitos. Por ello tenía desde hacía tiempo muchas ganas de saber como fue aquella experiencia. Hoy por fin lo he conseguido gracias a la colaboración de antiguos alumnos de la escuela.
Del libro “El sacerdocio como pasión. Biografía de don Luís Zambrano Blanco, sacerdote” de Antonio Luís Martínez Núñez, editado por la Institución Hogar de Nazaret en 1994, recogemos los siguientes datos:
El padre de Don José Zambrano, Antonio Zambrano Serrano, era sacristán de la parroquia de Fuente del Maestre, igual que lo fue su padre, y carpintero. Su madre, Josefa Blanco Valero, hacía trabajos en la parroquia, como arreglar la lamparilla del Sagrario, lavar los manteles y reparar los ornamentos sagrados. Era un matrimonio modesto, escaso de recursos, y muy cristiano, de ahí que sus dos únicos hijos varones, José y Luís, estudiasen para sacerdote.
En la página 24 del libro se dice: “la familia Zambrano Blanco no sólo trató de educar cristianamente a sus hijos en el seno familiar, sino que encomendó parte de esa tarea a las manos expertas de maestros cristianos que trabajaban en las Escuelas Parroquiales del Ave-María…”. De ahí le vendría a José y a Luís Zambrano su idea de crear Escuelas Parroquiales.
El padre se llevaba consigo a los dos hijos a la iglesia, cuando eran niños, para que le ayudasen, y allí pasaron aquellos años de niñez. De este ambiente saldrían las vocaciones para hacerse sacerdotes; pero el padre no tenía dinero para pagarle los estudios en el Seminario San Atón y tuvo que pedir dinero a personas pudientes del pueblo, como los Sara.
Luís de pie y José sentado cuando eran jóvenes. Foto tomada del libro arriba citado.
Don José Zambrano Blanco nació en Fuente del Maestre el 11 de septiembre de 1905, ingresó muy joven en el Colegio Diocesano San Atón de Badajoz; poco después lo haría también su hermano Luís. Posteriormente se iría a estudiar a la prestigiosa Universidad Pontificia de Comillas (Cantabria), regentada por los Jesuitas, donde se doctoró en Sagrada Teología. A Don José le gustaba hablar mucho de Comillas, se sentía orgulloso de haber estudiado allí por los conocimientos que recibió, y le gustaba firmar como Doctor José Zambrano. En 1904 el Papa Pío X había concedido al Seminario Pontificio de Comillas (Cantabria) la facultad de conferir grados académicos en Filosofía, Teología y Derecho Canónico, convirtiéndolo en Universidad Pontificia de Comillas.
El hermano de Don José, Luís Zambrano Blanco, fundó en 1935, el Instituto Secular Femenino “Hogar de Nazaret”, Pía Unión de Esclavas de Maria Inmaculada-Hijas de Santa Teresa de Jesús, en Ribera del Fresno. Tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936, Luís sería encarcelado por los republicanos de Ribera del Fresno con otros hombres de derechas.

Francisco Espinosa Maestre, en su libro “Por la Sagrada Causa Nacional, historias de un tiempo oscuro”, publicado por Crítica en el 2021, dice en la página 233, que el párroco de Ribera del Fresno Luís Zambrano Blanco “como solía hacer, emitió un informe negativo diciendo que Inés Acosta “no ha asistido a la Iglesia ni ha cumplido con los preceptos de la misma… he podido recoger como dato interesante acerca de ella que es mujer habladora y liosa”. “La leyenda del cura de Ribera del Fresno, Luís Zambrano Blanco, en vías de beatificación a falta de que se le descubra un milagro y del que se cuenta que se opuso a la represión y tuvo problemas, no casa bien con el tipo de informes que hizo sobre los vecinos (de izquierdas) y, menos aún, con el hecho de que en el pueblo fueran asesinadas varias decenas de personas. A lo que hay que añadir el papel jugado por los curas no sólo informando a los militares sobre el vecindario sino confesando a los que iban a morir, formando parte de los consejos locales que orientaban la acción represora…”

El objetivo de aquella obra pia del Hogar de Nazaret era participar activamente en la parroquia y sus apostolados y en el mundo, allá donde se la necesitara: escuelas, talleres, alfabetización, niños, ancianos, familias…
Sus miembros, permaneciendo fieles al carisma del fundador, se dedican a la pastoral de la parroquia: culto, liturgia y ornamentos del templo, catequesis desde niños a adultos, pastoral juvenil, pastoral de la salud; colegios: concertados y públicos, atención a inmigrantes; residencia de mayores y sus dos centros de discapacitados «niña de sus ojos» como diría D. Luis «Centro de Nuestra señora de La Luz» – Badajoz- y «La Providencia» – Ribera del Fresno- Luís Zambrano pasó su vida al servicio de los más necesitados, especialmente se centró en la educación cristiana para niños, adolescentes y jóvenes y fundó diversas escuelas parroquiales y comedores asociados a ellas.
Siempre estuvieron muy unidos los Hogares de Nazaret y las Juventudes de Acción Católica. Los Hogares podían ser de formación o Providencias (asilos de ancianos desamparados). En Lobón fundó D. Luís un Hogar el 1 de enero de 1944.
Tras finalizar la 2ª Guerra Mundial, la dictadura de Franco dio un giro con el fin de salvarse ante la amenaza de las potencias aliadas que habían ganado al fascismo; entre otras medidas se fueron cambiando los ministros falangistas por otros católicos. Uno de estos fue el Ministro de Educación Nacional José Antonio Ibáñez Martín, miembro de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (dirigida por los jesuitas), que había estado en la CEDA durante la II República, artífice de la Ley de Educación Primaria de 17 de julio de 1945. Esta ley consolidó el dominio de la Iglesia sobre la enseñanza en España. A la educación primaria se le asignaba una función preeminente de adoctrinamiento ideológico de los niños para transmitirle la moral católica ortodoxa. Eran años de nacional-catolicismo en España y la iglesia abrió muchos colegios en el país.
Don José Zambrano fue arcipreste y Cura Párroco de Montijo entre los años 1949 y 1987, vino designado a Montijo en el año 1949 para atender al párroco D. Juan Pérez Amaya que era ya anciano. Vivió en varias casas: en la calle Mérida, en los altos de Dª. Amalia Torres en la calle Reyes Católicos, en la calle Peñas entre Sancho Vaca y la pescadería de Bienve y, por último, en los altos de la casa parroquial en la Plaza de Cervantes (abajo vivían las hermanas de D. Juan Pérez Amaya). Con Don José vivía Josefa, su madre, y una tía, además de Estrella que hacía de ama de la casa, Al poco de llegar a Montijo, en 1950, acordó, imaginamos que animado por su hermano Luís, la Escuela Parroquial “San José” que era conocida por los vecinos como “la escuela de Don José”.
El local, que era un antiguo doblado habilitado como vivienda, se arrendó a Ángela Rodríguez en la Plaza de Santa Clara esquina a la calle Hernán Cortés, se encontraba en los altos de la casa encima de la imprenta de Juan Torres. Con Ángela vivían sus sobrinas Angelita, Alicia y Felisa, además de una mujer mayor que trabajaba en la casa y su hija. No reunía buenas condiciones para la enseñanza pues las escaleras eran muy inclinadas y estrechas, tenía poca luz hacia la calle, había dos niveles del suelo, los techos eran de maderos y tablas, etc. Al entrar había un salón, a la derecha y bajando dos escalones había otra habitación más pequeña que tenía una ventana hacia la plazuela, y al fondo había una nave con bóvedas que servía de almacén o trastero de la escuela. Las condiciones higiénicas eran muy precarias, pero a los padres no les extrañaba ya que en aquellos año era corriente en todas las escuelas.
El mobiliario era lo mínimo, estaba formado por pupitres y bancos antiguos (que se los habrían cedido a Don José de otras escuelas, mesas para los maestros, detrás los preceptivos retratos de Franco y José Antonio y en el centro el crucifijo, estanterías, encerados con tizas para escribir en ellos, mapas del mundo y de España, etc.

                                Representación de una escuela en aquellos años.
Los profesores eran Juan Sosa Simoé y Alfonso Villalobos Lozano. Juan Sosa nació en 1931, era hijo de Juan Sosa Rodríguez que tenía una sombrerería frente al Teatro Calderón. Juan decidió muy pronto estudiar la carrera de maestro. Como su abuelo Juan ¿? Simoé tenía arrendado el cortijo de Laureano Alarcón “Cantillana”, cerca de Badajoz, Juan se iba a vivir allí durante los meses de curso y se trasladaba todos los días en bicicleta a las clases de la Escuela Normal de Magisterio de Badajoz; así hizo la carrera. Era un niño inteligente y terminó la carrera de Magisterio muy joven por lo que no le dejaban ejercer en las Escuelas Nacionales, por eso lo llamó Don José Zambrano para que diese clases en su escuela parroquial. Era muy buena persona (un bendito según Paco Pozo). También realizó estudios de Practicante (actual A.T.S.), con lo que tenía dos carreras. Ese fue su oficio verdadero, el de Practicante, y lo ejerció en Lobón y en otra población; después se trasladó a Sevilla donde ejerció hasta que se jubiló. Falleció hace varios años. Alfonso Villalobos era maestro, impartía clases de letras: Latín, Francés, Lengua, Geografía. Nació el día 10 de septiembre de 1927.
Los alumnos: en el aula pequeña estaban los niños de párvulos (a partir de los cuatro años) y en la grande estudiantes de Ingreso y de los primeros cursos de Bachillerato (había sólo tres o cuatro como Francisco Pozo Chavez, que estudió allí 1º y 2º, Pedro Sánchez Carrillo, etc.), había que examinarse por libre en el Instituto Zurbarán de Badajoz; los profesores no sabían francés y les suspendían en Badajoz de esa asignatura. Había unos 20 alumnos en total. Solamente se admitían varones pues en aquellos años estaban separadas las aulas de niños y niñas. Los libros de texto de entonces integraban todas las asignaturas, como la célebre Enciclopedia Álvarez. En este colegio se impartía cultura general, integrada por: Aritmética, Escritura, Dibujo (sólo los pequeños), Canto y Religión (que las daba directamente D. José Zambrano dos días en semana, una antes de comer y otra por las tardes). Los niños que iban a hacer la 1ª Comunión iban a casa de D. José (en la calle Peñas lindando a la casa de Sancho Vaca) y en el patio les daba Catequesis. A Don José le gustaba mucho la música, le enseñaba a los niños Solfeo y canto, tocaba el violín, cantaba muy bien. Los libros del Bachillerato eran: la “Enciclopedia de Grado Medio”, que era un compendio de todas las materias editada por la D.C.P., la “Guía del Artesano”, escrita por Esteban Paluzíe Cantalozella, que eran lecturas para redactar cartas, y “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” (edición de 1915), de Miguel de Cervantes: todos los días se leía un trozo como dictado y se escribía para después corregirlos el profesor. Los tres libros tenían una letra muy pequeña. Después usaban libretas de 2 rayas y de 1 raya, plumas de tinta y lápices.
                                   Los ejercicios de religión en aquellas escuelas.                                   La historia de España que se daba por entonces.
Decía el obispo de Córdoba, A. Menéndez Reigada, en su “Catecismo patriótico español”:
“—¿Cuáles son los enemigos de España?
—Los enemigos de España son siete: el liberalismo, la democracia, el judaísmo, la masonería, el capitalismo, el marxismo y el separatismo.
—¿Y puede un católico o un español cooperar con alguno de estos enemigos de la patria?
—Ningún católico ni español puede lícitamente cooperar con estos enemigos de la patria, pues todos, de una forma u otra, han sido prohibidos por la Iglesia, y vienen a ser como los siete pecados capitales en que España había incurrido y fue preciso lavar con sangre.”
El horario de la escuela: en aquellos años las clases en las escuelas eran por la mañana y por la tarde; los jueves por la tarde no había escuela pero sí había durante todo el sábado.
Los recreos se hacían en el corral de la casa, saliendo por una escalera trasera. También se salía a jugar a la plazuela de las monjas. La dueña de la casa les solía reñir cuando hacían alguna travesura los niños. Paco Baños, como su padre tenía una pescadería, se llevaba alguna vez cangrejos vivos y asustaba a los compañeros de clase como Paco García y Esteban Cuellar. Ángela tenía un gallo que se tiraba a los niños, por lo que estos le tenían bastante miedo. Junto al corral había una nave, la bodega y el despacho de vino, que daba a la calle, atendido por Manolito “jilguero”, personaje famoso por entonces. Los domingos tenían que ir los niños a la misa de San Pedro y justificar posteriormente que habían asistido. Algunos, como Paco Baños, tocaban las campanas en el campanario. Tanto los padres de Francisco Baños como los de Esteban Cuellar eran paisanos de Don José y se conocían de Fuente del Maestre.
Los padres pagaban una cuota mensual por tener a sus hijos en la escuela que era privada, con esos ingresos se pagaba a los dos profesores y los gastos del local. No hemos encontrado documentación administrativa o contable en el Archivo Parroquial pues, al parecer, se llevaba la administración de manera informal y no quedó constancia documental, no estaba legalizada por el Ministerio de Educación Nacional, se hizo de manera bastante espontánea pues la impulsó Don José como una labor apostólica.
¿Por qué llevaban los padres a sus niños a la escuela de Don José? Si nos situamos en el contexto de aquellos años del nacional-catolicismo, donde la Iglesia tenía mucha influencia social, aunque las Escuelas Nacionales tenían mejores locales, más medios y profesores, algunos padres preferían llevar a sus hijos a esta humilde escuela porque pensaban que –al estar dirigida por el párroco- iban a recibir una mejor educación de acuerdo con sus principios morales.
Actividades parroquiales en el local: como por entonces no había Casa de la Iglesia, al terminar las clases por la tarde el local se utilizaba para las actividades de la Juventud de Acción Católica, la Conferencia de San Vicente y demás organizaciones parroquiales.
Don José Zambrano, acompañado por el sacerdote D. José París, en el Rodeo de ganados de la Feria de 1953, junto a la Corporación Municipal. Foto de VISAM.
Fotografía de fin de curso 52-53 realizada por Foto González Suárez, de Cádiz. Se hizo junto a la puertafalsa del corral. A la izquierda, asomándose a la ventana se ve a Juan Torres.

En esta fotografía del curso 52-53, hecha en el corral junto a la puerta falsa, vemos arriba a la izquierda al profesor Juan Sosa Simoé, a Pedro Sánchez Carrillo (con chaleco) y a Francisco Pozo Chave (con chaqueta negra) que tenía 14 años. Los niños de pie son, de izquierda a derecha, Francisco del Viejo, Diego Gragera Gallardo (que después sería carpintero), Francisco Baños Vazquez, Francisco García Trejo (dulcero), Juan Antonio Sánchez (administrativo de la fábrica Corchero), Julio Tienza, Virginio Martín (rubio), debajo mirando a la izquierda Juan Carlos Molano, José María Pérez, Manuel Sánchez, Fulgencio Fernández y Jorge Pérez Cirión.
Abajo sentados vemos a Antonio Serrano, Francisco Ríos Díaz, Gonzalo Vaca, Francisco Piedehierro, Manuel de la Barrera, Juan del Viejo Gómez y Esteban Cuellar.
También fueron a esta escuela: Eduardo Fausto Molano Gragera, que entró en este colegio en 1950, con seis años, y salió en 1953, Casimiro Aunión, los hermanos Tena Ortíz, Juan Barahona, … Merino, …
También se hicieron fotos individuales de los alumnos como esta de Juan del Viejo Gómez, delante de la ventana que daba a la imprenta de Juan Torres, con la imagen de San Antonio..
Tarjeta de primera comunión donde se destaca que el niño de 8 años es alumno del Colegio San José.
El hermano de Don José Zambrano, Luís, vino a Montijo cuando aquél se trasladó aquí y le animó a que extendiese la obra pía que había fundado y D. José abrió el Asilo de Ancianos Hogar de Nazaret en la calle Santa Ana nº 34, en el que colaboraban varias mujeres de la Fundación al cuidado de los ancianos. Don José iba todas las tardes al Asilo.
                        Fachada del Asilo, hoy desaparecido. Foto de Manuel Cuerpo Rocha.
En la placa que tenía la fachada se podía leer: “Institución «Hogar de Nazaret»
Da con generosidad a esta casa que es la casa del señor. EL te lo recompensará sin medida
A.M.D.G et B.M.V.I»
Luís venía poco por Montijo. A los niños montijanos le causaba impacto ver a D. Luís porque era una leyenda en aquellos tiempos.
                                                 Foto de Manuel Cuerpo Rocha
Arriba vemos el mural pintado por Alberto González en 1953, por encargo de Don José Zambrano. En esta pintura se muestra el gran interés de Don José por educar a los niños en las ideas cristianas. El Obispado mandó borrar estas pinturas modernas porque desentonaban del altar renacentista del primer tercio del siglo XVII.
Dice Manuel Cuerpo Rocha en su estudio biográfico sobre Don José: “Su carácter era «como era» y como eran la mayoría de aquellos que trataban hacer valer su autoridad, propia de aquellos años que nos tocó vivir… la verdad sea dicha algo autoritario”.
Paco Pozo dice que tenía un carácter muy fuerte. Chocaba con el sacerdote D. Antonio Bayón, que era el consiliario de las Juventudes de Acción Católica, tenían concepciones distintas de practicar el sacerdocio pues D. Antonio era moderno y tolerante, tenía otra concepción del trabajo con los jóvenes; se trasladó de Montijo en el año 1953. Don José fue trasladado a Alburquerque en 1954 motivado por las denuncias puestas ante el Obispado de algunos vecinos poderosos en el pueblo, lo que provocó protestas de sus parroquianos que llegaron incluso a organizar una concentración pidiendo al Obispo que no lo trasladase. Le sustituyó D. Manuel Calvo, que era un “cura de los señoritos”, pues le gustaba alternar sólo con las familias pudientes, lo que molestaba a los otros sectores sociales que preferían a Don José porque era más cercano.
Cuando se trasladó Don José a Alburquerque, Juan Sosa y Alfonso Villalobos continuaron un tiempo llevando la escuela, pero el primero aprobó las oposiciones y se trasladó a Lobón y el segundo continuó solo un poco de tiempo hasta que se fue a la Academia Santo Tomás de Aquino, que regentaba D. Tomás Rodas, por lo que se cerró la escuela San José. Muchos de los alumnos pasarían a la escuela de Julián Guzmán, en la calle Santa Ana, Francisco Pozo suspendió en francés y su padre lo puso a trabajar en su fragua -con quince años- con lo que se truncó su vocación de haber estudiado una carrera. Continuaron en el local las actividades de las Juventudes de Acción Católica, dirigidas por D. Antonio Bayón, durante tres o cuatro años más.


Excursiones a Alburquerque de los parroquianos fieles a Don José, a mediado de los años cincuenta. Fotos de Adela Peláez realizada por VISAM.
Al final Don José volvió a Montijo, a los cinco o seis años de estar en Alburquerque, donde ejerció de párroco de San Pedro hasta su muerte.
Entrega de trofeos en el Frente de Juventudes, en la fiesta de San Fernando, a finales de los años cincuenta. De izquierda a derecha: Juana del Viejo (delegada de la Sección Femenina), José de Tena (alcalde), José Zambrano y Jacinto … (instructor del Frente de Juventudes). Foto de VISAM.
Postales en conmemoración de la muerte de Don José facilitadas por Manuel García Cienfuegos.
Agradecimientos.-
Agradezco la colaboración de las personas que me han transmitido sus memorias y sus fotos: Francisco Baños Vázquez, Eduardo Fausto Molano Gragera, Julio Tienza Paredes, Juan del Viejo Gómez, Francisco Ríos Díaz, Francisco Pozo Chave, Adela Peláez Gallardo, Manuel García Cienfuegos que me dejó el libro sobre Luís Zambrano y su obra, Pablo Iglesias Aunión buscando datos en el Archivo Parroquial.
Juan Carlos Molano Gragera. Octubre de 2015

Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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