Montijo bajo el dominio de los visigodos (467-713)

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El pueblo visigodo

Los godos formaban parte de los pueblos germánicos orientales. Su origen se fija en el sur de Suecia en el siglo I antes de Cristo. Debido a la escasez de recursos para poder subsistir, y presionados por otras tribus, se vieron obligados a cruzar el Báltico y se establecieron en Polonia y el noroeste de Alemania y de allí se fueron hacia los Balcanes.

Las tribus godas habían sido expulsadas de su nueva patria por una invasión de los hunos en el 375 y buscaban asilo en el Imperio romano; en el 376 los visigodos atravesaron el Danubio. Las clases sociales en este pueblo estaban muy marcadas, encontrándonos con la aristocracia, los campesinos propietarios, los colonos o campesinos empobrecidos (muchos de ellos esclavos que habian alcanzado su libertad) y los esclavos.

Del blog unPROFESOR, de Fernando Romero Real, tomamos de un artículo publicado el 14 mayo 2018 lo siguiente:

El debilitamiento del Imperio romano de Occidente hizo que muchas tribus germanas atravesaran las fronteras y se fueran asentando dentro del Imperio creando una serie de reinos… La llegada de los visigodos a la Península Ibérica fue en el año 418 cuando ya habían creado su reino en los terrenos de Tolosa, Burdeos y Narbona gracias a la ayuda dada al emperador Honorio… se convirtieron en confederados del Imperio y de esa manera entraron en la Península Ibérica para acabar con la sublevación sueva (otro pueblo germánico que había conseguido pasar la frontera antes que lo visigodos y que estaban haciendo rapiñas dentro de la península).

Foto tomada de Gil’s New Mexico Genealogy.

En el año 507 (tiempo después que se depusiera al último emperador romano), las tropas de los francos vencían a los visigodos en la batalla de Vouillé y de esta manera eran obligados a dejar su reino y marchar a la Península… Gesaleico (507-510), inició la retirada a la Península Ibérica, en la cual conformarían su nuevo reino… una serie de victorias hicieron que se fueran haciendo con las principales ciudades dentro de esta, como fueron Sevilla, Mérida, Tarragona o Barcelona. Aunque no podemos decir que hubiera un reino conformado hasta el año 568, momento por el cual Toledo pasaba a ser la capital del reino, ya en el reinado de Leovigildo (568-586), es decir, 61 años después de la entrada de los visigodos en la península… El reinado de dicho rey fue muy complicado debido a que tuvo que lidiar con el problema de la religión, tenemos que tener en cuenta que los visigodos eran arrianos mientras que el resto de la población de la Península Ibérica era católica… Leovigildo intentó por medio de una serie de escritos hacer que la población romana se pasara al arrianismo, pero la población se negó habiendo un conflicto bastante importante. Si consiguió llegar a un acuerdo para permitir los matrimonios mixtos entre los bárbaros y los romanos…

Foto tomada del blog unPROFESOR. Los visigodos en España: resumen.

Tras el reinado de Leovigildo, llegó el reinado de su hijo menor Recaredo (586-601) el cual llevaría al reino visigodo español –el regnum Gothorum Hispaniae- a una nueva etapa, pues fue con este monarca cuando se instauró la religión católica en todo el reino, adjurando tanto el rey como los nobles…

Witiza (702-710): dicho monarca solo se caracterizará por ser el último elegido legítimamente pues, tras su muerte, aunque se había decidido que fuera su hijo quien tomara las riendas del poder, un grupo de nobles no quisieron acatar la voluntad del difunto monarca, introduciendo en el trono a don Rodrigo (710-711) el cual gobernaría un reino lleno de convulsiones. Tras ser elegido de formas un tanto extrañas el monarca, los seguidores de Witiza, decidieron pedir ayuda a los musulmanes del norte de África entrando en contacto a través de un comerciante. Estos ayudarían a los musulmanes a tomar la península a cambio de mantener sus tierras y privilegios.

Y de esta manera, los musulmanes entraron en la península, acabando con el último rey de la monarquía visigoda en la batalla del Guadalete en el año 711… se instauraba en la península Ibérica la época de Al-Ándalus, la cual duraría ocho siglos.”

Los visigodos que se introdujeron en la península ibérica no eran tantos como pudiera parecer. Así, historiadores y arqueólogos establecen una cifra que oscila entre los 80.000 y los 200.000. Es decir, apenas eran un 5% de la población de Hispania y, por tanto, la mayoría hispanorromana era más que evidente. La aristocracia visigoda solía estar casi siempre en luchas intestinas; tenían como símbolo de distinción el llevar los cabellos largos.

Hispania y el norte de África estaban muy unidas por el comercio oriental.

Leovigildo (565/586) fue el más poderoso y activo de los reyes visigodos, equiparó en derechos a los hispanorromanos con los visigodos, y permitió el casamiento entre las dos etnias lo que ante estaba prohibido.

Pablo Poveda Arias escribe en la revista Desperta Ferro, N.º 73, 2022, página 30, que las motivaciones de las campañas guerreras de los visigodos en Hispanie eran “Sin duda alguna, la consecución de un sustancioso botín de guerra había funcionado como el principal atractivo de los visigodos… Desde los tiempos del Imperio romano tardío, el pillaje constituyó una de las vías más rápidas de obtener cierta fortuna… la captura de ese botín, ya fuera en riquezas muebles o en forma de tierras… el acopio de ganado, bienes preciosos o prisioneros de guerra… para acabar siendo sometidos a la esclavitud o bien para ser liberados a cambio de un sustancioso pago… las elites militares visigodas… eran sus integrantes los que salían más beneficiados del reparto del botín… en la ambición de tierra del grupo armado, y en especial de sus élites, venía implícita una expansión territorial que ponía a disposición de los visigodos nuevas porciones de terreno para ser redistribuidas…

El arrianismo de los visigodos

Los visigodos eran arrianos desde la época en que el emperador romano de oriente Valente (364/378), que era arriano, les dio tierras en la orilla derecha del Danubio, pues habiendo pedido a este emperador que les iniciara en esa religión, el arriano Eusebio de Nicomedia les envió al obispo arriano Ulfilas que les convirtió a su doctrina.

Arrio 280/336

Los unitarios o arrianos negaban que el Hijo fuera igual al Padre (según esta premisa, Jesús no era Dios) y los católicos trinitarios, adheridos al dogma de San Pablo, mantenían que hay tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu santo) en un solo Dios verdadero.

De Wikippedia, artículo “Aparición del arrianismo y mediación de Osio de Córdoba” tomamos lo siguiente:

«… Arrio, un obispo de Alejandría, pasó a personificar la opinión de que Cristo (o Logos) había sido creado por Dios Padre antes de la creación del mundo. Esto iba en contra de la Trinidad, que dice que Dios, el Hijo de Dios y el Espíritu Santo son la misma esencia y que no tienen comienzo (son eternos). Arrio se basó en las teorías de otros teólogos anteriores, como Orígenes (siglo III).

El emperador romano Constantino… convocó un concilio en Nicea en el 325 para solventar este asunto. Osio, como el prelado más influyente, sería el encargado de presidirlo. Las tres opiniones básicas de Osio terminaron recogidas en el credo de Nicea, y son: «[El Hijo] engendrado, no creado», «de la misma substancia del Padre», «consubstancial al Padre»… En este concilio, la divinidad total de Cristo, al mismo nivel que el Padre, quedó fijada.”

La jerarquía de la Iglesia católica en Hispania estaba integrada por miembros de la aristocracia tardorromana y seguían disfrutando de una gran libertad de acción, por eso los reyes visigodos terminaron aliándose con ellos, porque eran el verdadero poder hegemónico. En esta época existía una estrecha relación entre el poder civil y el religioso y los obispos influían muchísimo sobre los reyes; detentaban funciones judiciales y administrativas en las ciudades, eran el vértice de la pirámide de aquella sociedad. El patrimonio de la Iglesia en tierras era enorme, mayor que las de la aristocracia civil.

Los visigodos en la Lusitania

Antes de ellos los suevos de la Gallaecia (la actual Galicia y el norte de Portugal) se expandieron por la Lusitania. Situaron su capital durante varios años en Emérita Augusta en tiempos de su rey Rechila (438/448), pagano, que conquistó Emérita en el 440, y de su hijo Requiario (448/456) que se convirtió al catolicismo y lo impuso en su reino pasando Mérida a poder del Imperio.

Moreno de Vargas dice en su libro:

Primero llegaron los vándalos, alanos, suevos y silingos a la península en el año 412. Los alanos conquistaron Emérita Augusta y toda la Lusitania, el rey Atace puso su capital en Emérita.

En el año 416 entraron los godos en la península, cristianos arrianos, dirigidos por su rey Ataulfo confederados con el imperio romano. En el 419, junto a la ciudad de Emérita, tuvo lugar una cruel batalla entre los godos dirigidos por el rey Walia y los alanos de Atace, venciendo los primeros y huyendo los alanos a Gallaecia; así volvió Emérita al imperio romano.

Por el año 430 el rey suevo Hermenerico hacía robos y daños cerca de Mérida, en el 440 los suevos encabezados por el rey Rechila conquistaron Emérita y él se coronó rey de Mérida. Allí existía la archidiócesis metropolitana católica-romana, pero los suevos no les dejaban salir en público. El hijo de Rechila, el rey Reqiario, se pasó al catolicismo. Este fue rey de Gallaecia, Lusitania y Bética; en el 452 el rey godo Teodorico, arriano, extendió mucho su reino por la península. En el 456 vencieron los godos a los suevos y Emérita volvió a pertenecer al imperio romano, en el 467 el rey godo Eurico fue el primero que tuvo el señorío de Emérita. Mérida estuvo bajo el poder de los visigodos 248 años.

Ermita de Santa Lucía del Trampal, Alcuescar (Cáceres). Foto tomada del blog caminandoporlahistoria.com

En el 571 fue elegido arzobispo de Mérida y metropolitano de Lusitania Mausona, hijo de visigodos nobles de Emérita, fundó basílicas y monasterios en la comarca (probablemente se edificó en Montijo una ermita en esos años en el lugar donde, en el siglo XIII, se construyó la parroquia de San Isidoro) y un Hospital o Xenodoquio en Mérida. El rey Leovigildo lo persiguió desde su elección en el 572 porque no quiso convertirse en arriano, lo desterró en el 579 a un monasterio del Bierzo, en León. Leovigildo reunió un concilio de obispos arrianos en Toledo en el año 580, al que asistieron dos de Emérita: Sunna y Nepociano.

Leovigildo atacó Emérita y su término en el año 582 porque la Lusitania católica apoyó la rebelión de su hijo Hermenegildo, lo que produjo un colapso en la economía. En el 586 sucedió a Leovigildo su hijo Flavio Recaredo, este nombró capitán general de Mérida al duque Flavio Claudio, perteneciente a una noble familia romana de la ciudad, católico y cuñado del obispo católico Mausona. El conde Witerico, de Mérida, fue rey visigodo desde 603 a 610 hasta que fue asesinado, en el 672 comenzó el reinado de Wamba. Witiza fue rey de la Hispania desde el 701 al 711.

Foto Museo Arqueológico de Badajoz. Tomada de todocoleccion.

Del artículo “La presencia visigoda en Extremadura”, publicado en contenidos.educarex.es, tomamos algunas notas:

“… la codiciada ciudad de Mérida, con el rey Agila (549-555) se convierte en la capital de la monarquía hispanogoda, hasta que su sucesor, Atanagildo (555-567), traslada definitivamente la corte a Toledo. No obstante, Mérida no perdería su importancia como centro político y económico de la Lusitania, …

La población visigoda que llegó a nuestra región debió ser escasa, si la comparamos con la hispanorromana. La reducida presencia visigoda y las excelencias culturales de un territorio muy romanizado explican que la llegada de estos invasores no significara la desaparición de las raíces latinas, produciéndose en muchos casos un proceso de simbiosis cultural, en la que los elementos visigóticos se mezclan con los romanos… como prueba de la importancia de la ciudad de Mérida en la Monarquía hispanovisigoda, un conde emeritense se convertiría en rey, Witerico (603-610), que morirá asesinado como consecuencia de una conspiración de un sector de la nobleza visigoda…”

El monasterio benedictino de Cubillana: “la capilla mayor de la iglesia es de este tiempo de los godos… la fundación de aquella iglesia y convento era de católicos y no de herejes”, arrianos. Ya Paulo Diácono alude a ella en el siglo VII.

Foto del interior de la iglesia de Cubillana. Tomada de todocoleccion.

Vicente Navarro del Castillo dice en su estudio “El monasterio visigótico de Cauliana, hoy ermita de Santa María Cubillana”. Editado por la Institución de Servicios Culturales. Badajoz. 1964, que se cree que fue fundado sobre el año 550, en tiempos del Obispo Paulo, cuando Emérita era centro religioso y administrativo visigodo de primer orden. Ligado al Monasterio existía una Escuela Monacal, que es considerada una de las cunas de la cultura visigoda lusitana, pues de allí salieron funcionarios públicos, letrados y eclesiásticos que después ocuparían los altos cargos administrativos de la época. La vetusta Cauliana, vieja universidad visigoda, origen del tantas leyendas, donde se dice que Don Rodrigo (Rodorico), el último rey visigodo, buscó refugio tras la batalla de Guadalete y curó sus heridas antes de seguir huyendo hacia Portugal.

El antiguo monasterio de Cauliana. Foto de Fernando Garrorena Arcas. 1928. Fototeca de la Diputación de Badajoz.

Los visigodos en Montijo

Moreno de Vargas dice en su libro, página 456: “La villa del Montijo… Hállanse en ella rastros y ruinas de edificios de tiempo de los godos; de ellos es el admirable pozo de agua que tiene en la plaza. Ansímismo lo son dos piedras de entierros que están en la iglesia de San Isidoro, … pusiéronlas allí cuando muchos años adelante los cristianos edificaron aquella iglesia…”. Las tumbas eran del año 566 cuando reinaba Athanagildo, de dos romanos -Florencio y Florencia- que podrían ser padre e hija y que muriesen durante la peste que hubo en esos años. Esta población “tengo por cierto fue muy pequeña y que se despobló … porque sus habitantes se fueron huyendo de los moros a valerse de los muros de Mérida…”. La imagen primitiva de la virgen de Barbaño “tiénese por cierto fue del tiempo de los godos, porque es de ellos la fábrica de los edificios adonde se halló, que fue alguna iglesia parroquial de caserías que por allí estaban …”

Vicente Navarro del Castillo, en su libro «Montijo, apuntes históricos de una villa condal», 1974, en la página 21 dice: «No hemos de polemizar aquí si en el actual Montijo hubo núcleos de población visigoda o árabe, creo que las hubo…». Y en la página 15: «Aunque no en abundancia, no dejan de aparecer esporádicamente restos de la época visigoda, en el casco urbano de Montijo, en su término y en las cercanías.». En la página 16 dice que José Ramón Mélida, arqueólogo (1856-1933), «cita el encuentro de una sepultura visigoda en el lugar de «Las Peñitas»…» que debía ser anterior a las dos lápidas que había en la iglesia de San Isidoro.

Vicente Navarro cuenta que, en el año 1963 se hicieron obras de explanación del terreno de Torreáguila, «Allí pude recoger un cimacio bien tallado a bisel, una columnilla, mitad lisa mitad estriada, planchas de mármol y una pirámide de granito, acaso procedente del remate de la fachada del edificio. Esparcidos por el terreno se veían gran cantidad de fragmentos de cerámica visigoda… Estos restos nos hablan de la existencia en el lugar de un monasterio o alquería con basílica… podemos catalogarlos como del siglo VII.»

El cimacio servía de remate al capitel de una columna, es una moldura curva en forma de S, con función tanto estética como estructural.

En la villa romana de Torreáguila se encontró en los años ochenta una fíbula aquiliforme de tipo Cloisonné, una pieza de orfebrería hispano-visigoda datada en la primera mitad del siglo VI según Germán Rodríguez. Allí existe una iglesia en forma de basílica y tumbas visigodas. Torreáguila estuvo habitada hasta el siglo VII.

Foto de la fíbula aquiliforme de Torre Águila.

Vicente Navarro, en su libro “Montijo. Apuntes históricos de una villa condal”, escribe sobre las dos lápidas que había en la iglesia de San Isidoro: “ La presencia de dichas lápidas en este lugar, nos hacen pensar en la posibilidad de la existencia por sus aledaños de una basílica, ya que los católicos hispano-romanos y los visigodos siguieron la costumbre de enterrar a sus difuntos en los alrededores de las iglesias…”.

En el año 566 era rey de los visigodos Athanagildo, católico según Moreno de Vargas, capitán del rey Agila a quien asesinaron los mismos godos en Mérida en el 554. 

El arqueólogo Francisco Germán Rodríguez Martín dice en su estudio “La presencia visigoda y árabe en Montijo”, publicado en las Actas de los I Coloquios sobre la historia de Montijo (editadas por el Ayuntamiento en 1987), página 17, que durante los siglos IV y V Emérita Augusta va a vivir un periodo de esplendor, será la residencia oficial del Vicarius Hispaniarum, la figura política romana más importante de la península. El cultivo de la vid se sobrepondrá al olivo en toda la comarca. Montijo “durante el siglo V d. C. se va a ver favorecido por un nuevo resurgir… Este esplendor va a tener su máximo empuje en la segunda mitad del siglo VI d. C. que viene a coincidir con la llegada de los visigodos… la presencia de los visigodos no va a suponer un atraso para esta zona, como han pensado algunos autores, sino todo lo contrario”. Los obispos católicos Fidel y Mausona, durante los años 573 al 600 reconstruyeron la ciudad, Mausona construyó el monasterio benedictino de Cauliana, después Cubillana, que tuvo mucha irradiación cultural y religiosa en la comarca. Los visigodos eran una minoría dominante que gobernaba sobre el pueblo hispanoromano de la Lusitania, restauraron las casas romanas y vivieron en ellas. Con Recaredo llegó la paz y se intensifica el comercio con el exterior, las calzadas romanas se restauraron. Los visigodos desarrollaron la comarca en los siglos VI y VII. Del norte de África romana vendrían ahora las influencias culturales y artísticas. La principal economía se asentará ahora en el cereal, la vid y el olivo, los visigodos introdujeron la cerveza del lúpulo de la cebada. Paulo Diácono escribió en su libro que la comarca estaba poblada de alquerías.

Según Germán: “Existen restos visigodos en el término montijano, no muy abundantes, pero significativos. Creemos que deben existir algunos más. En Montijo contamos con el hallazgo, por la zona de la iglesia parroquial de San Pedro y de la casa de la cultura, de algunas vasijas de cerámica común de esta época. Proceden de una necrópolis que debe situarse en los alrededores. En sus inmediaciones estaba el templo visigodo, citado por Moreno de Vargas, de San Isidoro. Ajuares funerarios de jarras de cerámica e incluso de vidrio suelen aparecer repartidos por todas las Vegas Bajas, ejemplos los tenemos en los encontrados en Las Peñitas, en Casarente, en Torre Águila …” En esta villa había una iglesia paleocristiana y se encontraron dos lápidas visigodas, de Germanela y Bapridia. En el término de Montijo, pensamos que había una distribución de estas iglesias rurales, siguiendo unos esquemas bien trazados desde la época del arzobispo Mausona. Así la zona norte contó con el Monasterio de Loriana, que daba cobijo a los fieles de aquella zona… Las villas de Lácara y de las Tiendas contaron con dos o más iglesias para una zona intensamente poblada…”.

Germán Rodríguez dice en su artículo “Posible localización de la antigua iglesia de San Isidoro de Montijo”, publicado en la Revista de Ferias de 1983, página 97, que la iglesia estuvo donde después estuvieron el Hospital de la Caridad y la casa-granero del Conde, en la actual plaza de Cervantes.

En la casa que linda con Plaza de Cervantes y calle Lácara existían arcos de la antigua iglesia de San Isidoro. Foto tomada del artículo de Germán de 1983.

Donde actualmente está el Teatro Municipal aparecieron bastantes enterramientos antiguos. Si nos centramos en las noticias más antiguas del poblamiento de la villa de Montijo, habría que elevarla a época visigoda…”, se refiere a una primera ermita o iglesia, de reducidas dimensiones, que después se reedificaría tras la conquista castellana en los años 1230/1260. Navarro del Castillo “se refiere a las ruinas de Torre Águila como una construcción de época visigoda…” dice Germán en la revista citada, página 91, porque el entonces párroco de Lobón recorrió el terreno y encontró una serie de restos en la superficie, pero no pudo encontrar los romanos porque estaban enterrados. todos los autores nos hablan del lugar como de un asentamiento de tiempos visigodos…”. Esta villa se rehabilitó en tiempos de la dominación visigoda y, a partir del siglo V, comenzó una etapa de auge.

Foto aérea de la villa de Torre Águila donde se ve muy bien la basílica y el baptisterio.

En el periodo de ocupación visigoda van a tener lugar una serie de pestes con gran mortalidad de los habitantes de esta zona: en el 533, en el 545/570, en el 561, en el 601. La estatura media de las personas en ese período, en nuestra comarca, era de 1’60 metros las hembras y 1’67 los varones. La esperanza de vida media de un hombre era de entre 33 y 36 años de edad, mientras que en el caso de una mujer se situaba entre los 27 y los 33 años de edad. Las tumbas o túmulos que había en la iglesia de San Isidoro eran del año 566, otra encontrada en Torre Águila era del mismo año y una de Bapridia del 602, la de Maxomma, que murió en el 566 y de Dulcisus, en el 572; otras dos en Lácara: una de Lucrosius del 663 y otra de su esposa Germanela del 662. Esta zona estaría intensamente poblada, según Germán Rodríguez.

Manuel García Cienfuegos dice en su libro “Lobón en su historia” editado por el Parlamento de Extremadura en 2014, página 35: “La presencia visigoda se constata en la Dehesa de Perales, donde a la altura de la autovía Madrid-Badajoz, km. 359, aparecieron, con las obras de esta, los restos de una más que probable basílica de época visigoda, que tendría relación con un enclave rural próximo, por la cantidad de restos cerámicos esparcidos… se encontraron también piezas escultóricas muy significativas, todas ellas trabajadas en mármol, asociadas al taller emeritense (siglos VI-VII)El franciscano Reyes Ortiz de Tovar describe una lápida sepulcral… hallaron esta piedra los de Lobón, con otros muchos sepulcros con huesos al sitio que llaman el Rodeador, junto al río Guadajira, a una legua del pueblo al occidente”. El sepulcro de Pablo está fechado en el 517.

La pizarra del yacimiento de Valdelobos

En la revista Muy Historia de junio de 2023, dedicada a «Visigodos, el fin de Hispania», Pablo Poveda Arias habla en la página 71 de una pizarra numeral aparecida en este yacimiento junto a Montijo. «Las pizarras visigodas nos ofrecen una información de enorme utilidad… Se trata de fragmentos de pizarra grabados, que pueden tener una naturaleza textual, numeral o pictórica… Algunas de estas pizarras, como por ejemplo la hallada en el yacimiento de Valdelobos (Montijo, Badajoz), testimonian el pago de rentas de dependientes a sus señores…»

En la página 70 dice que en aquella sociedad había «un entramado de relaciones de dependencia, también llamadas de patrocinio… un verdadero sistema clientelar… los individuos establecían vínculos estrictamente personales con un patrono, al cual juraban fidelidad y servicio… Estos entregaban la propiedad de sus tierras a un señor, a quien subordinarían y servirían a partir de entonces, en una sumisión que trascendía la vida del ahora dependiente, adquiriendo así el carácter hereditario…»

La expulsión de los visigodos

En el artículo “La crisis climática que precipitó la caída del reino visigodo”, escrito por José Soto Chica y Francisco J. Jiménez Espejo y publicado el 29 septiembre de 2023, nos hablan de que la Hispania visigoda sufría periodos de aridez extrema y hambrunas cuando los musulmanes la conquistaron.

“…. a fines del siglo VII y en el VIII había sequías terribles y un frío agudo que convocaban hambrunas desoladoras, que diezmaban a la población y traían como sombrío corolario a la peste y los conflictos sociales y políticos una crisis climática definida por la sequía y una bajada de las temperaturas fue un factor relevante en la caída del reino visigodo … en los años que giran en torno al desembarco de Tariq: 711.

… el reino visigodo y el norte de África se hallaban atravesando una durísima crisis climática que, en el contexto de sociedades agrarias, aparejaba hambrunas, pandemias y desórdenes sociales y políticosla Hispania visigoda se moría de hambre cuando Tariq tomó tierra en Gibraltar … la mitad o más de la población de Hispania murió durante las hambrunas producidas por la sequía entre 706 y 710 … estamos ante las señales inequívocas del derrumbe de las estructuras sociales y económicas provocado por las hambrunas recurrentes y generalizadas que por su gravedad y prolongación en el tiempo, debilitaron en extremo al reino visigodo e, indudablemente, facilitaron su conquista …”

Los árabes ocuparon Emérita en el año 713 y asolaron la comarca. Los nobles visigodos huyeron hacia el norte y el oeste y la repoblaron los bereberes. Bernabé Moreno de Vargas dice en su libro que en el 713 los árabes dirigidos por Muza pusieron cerco a Emérita habiéndose recogido a ella muchos cristianos de la comarca” (página 323 de Moreno de Vargas) y la conquistaron no hallando pueblo de la comarca que se le resistiese, porque toda la gente se iba la tierra dentro” huyendo los visigodos de esta comarca hacia el norte y el este. Vicente Navarro del Castillo dice que Emérita “se rendía en junio del 713. Pronto caía en sus manos toda la comarca, pero ya despoblada de sus señores naturales, los ricos hacendados visigodos…”

Del blog de Catt69. F.D.O. Publicado el 22/01/2011 en Uncategorized, artículo «Los árabes no invadieron España» tomamos lo siguiente: «… La guerra civil que estalló en la Península Ibérica a principios del siglo VIII, explicada como conflicto político y disfrazada más tarde como invasión de una potencia extranjera, tuvo su origen en hechos que se remontan a cuatro siglos antes; enfrentamientos entre dos corrientes cristianas.

El año 460 llegó al poder el monarca godo Eurico, que se convirtió a la fe arriana. En el año 587, el rey godo Recaredo se alió con los católicos trinitarios por conveniencias políticas y, en nombre propio y en el de todo su pueblo, abjuró del arrianismo que habían practicado los anteriores monarcas godos. Se prohibió el culto arriano y se iniciaron brutales persecuciones contra sus seguidores y también contra los judíos, quienes hasta entonces habían practicado su religión libremente. Los arrianos de la península y del sur de Francia se sublevaron; soportaron durante el siglo siguiente robos, violaciones, asesinatos y reducción a la esclavitud, perpetrados por la oligarquía goda y el clero…

La tensión se calmó cuando el rey godo Witiza subió al trono en el año 702 y comenzó a deshacer los entuertos de sus antecesores: declaró una amnistía contra los perseguidos y les restituyó sus bienes… A la muerte de Witiza, en torno al año 709, todo cambió. La nobleza y los obispos impidieron que su hijo Achila, que era menor de edad, ocupara el trono, y eligieron en su lugar a Don Rodrigo, un jefe militar afín a sus intereses. Estalló entonces una guerra civil entre los partidarios de éste (seguidores del Catolicismo establecido de Roma), y quienes apoyaban a los sucesores de Witiza (creencias arrianas o unitarias); estos últimos veían en Don Rodrigo a un usurpador del trono visigodo.

Al mando de la Bética estaba Rechesindo, antiguo tutor del hijo de Witiza. Rodrigo lo mató en una escaramuza y entró en Sevilla sin oposición. Los partidarios de la estirpe de Witiza, debilitados arrianos unitarios, pidieron ayuda a su correligionario Tariq, gobernador de la provincia visigótica de Tingitana (Tánger), en el norte de Marruecos, que había sido nombrado por Witiza y con cuyo reinado mantenía estrechas relaciones comerciales. Tariq era, probablemente, de raza goda, como apunta la sílaba «ic» hijo en lengua germánica. Uno de sus jefes militares era Yulian, de origen romano, a quien la leyenda de la invasión convirtió en el traidor conde Don Julián. En el año 711, a finales de abril en que Tariq Ibn Ziad, a la cabeza de un ejército de siete mil hombres en el que domina la etnia beréber de la que él forma parte (los árabes eran menos de 300), cruza el estrecho que llevará a partir de entonces su nombre, para desembarcar en la Península Ibérica y defender la causa unitaria.

La presencia de  tropas no provocó reacción entre la población autóctona,  la petición de auxilio a fuerzas extranjeras era  muy corriente en Hispania. Los judíos, ferozmente perseguidos por los monarcas godos después de que éstos abandonaran la fe arriana, acogieron a los recién llegados. Los expertos subrayan que sólo un estado puede organizar una invasión militar; no existía entonces un imperio arábigo, sino tribus y pequeños caudillos enfrentados entre sí y carentes de gobierno, administración y ejército. El contingente islamo-beréber hizo la travesía a bordo de la flota del conde Don Julián, el antiguo gobernador cristiano de Ceuta que se había puesto al servicio del gobernador musulmán de la Ifriqiyah, Musa lbn Nusair, con sede en Qairauan (hoy Tunicia). Por un lado, el conde Don Julián era un cristiano unitario, es decir un monoteísta puro, que se adhería a las enseñanzas de los cristianos primitivos y de los llamados Padres y Doctores de la Iglesia, como Orígenes (185-254), Clemente de Alejandría (m. 215), Tertuliano (155-220) y Justino Mártir (100-165), y especialmente al obispo Arrio (256-336), nacido en Libia, todos ellos defensores de un acendrado monoteísmo que rechazaba la divinidad de Jesús.

La doctrina de la Trinidad, recordemos, fue instaurada en la Iglesia Católica a partir del Primer Concilio de Nicea, en 325, y, produjo un gran cisma entre los cristianos de oriente, partidarios del monoteísmo, y los obispos occidentales liderados por Osio (257-358) que a través del llamado pacto constantiniano monopolizaron desde entonces la orientación y el poder de la Iglesia. El historiador español Ignacio Olagüe explica en su obra «La Revolución Islámica en Occidente», que a partir de entonces «la doctrina trinitaria fue impuesta a hierro y fuego» por todo el norte de Africa y la Península Ibérica. Eso también explica la relativa facilidad con que los musulmanes avanzaran por esas regiones, y la hospitalidad con que fueron recibidos, particularmente la de los beréberes…

Musa Ibn Nusair (que era chiita) haría la alianza con el arriano conde Don Julián, señor de Tánger y Ceuta. Así, en 710 envió a su lugarteniente Tarif con 500 hombres a ocupar el saliente sur de la Península donde la ciudad de Tarifa lleva su nombre y a la cual impuso un pesado tributo, o sea «la tarifa», para castigar los excesos de la gobernación visigoda contra los cristianos arrianos de la región… la corte y el clero visigodo respondían a los dictados de Roma y al dogma trinitario. La oligarquía visigoda con sede en Toledo explotaba y oprimía hasta los más crueles extremos a sus súbditos arrianos…

(tras la derrota visigoda de Guadalete) España entra en el seno de Dar al islam, (la Casa del islam), y los cristianos arrianos y judíos se integran en el estado musulmán que se va forjando… los cristianos unitarios españoles consolidan y reafirman su identidad monoteísta junto con sus hermanos en la fe, musulmanes y judíos… Asín Palacios y otros arabistas mantienen que el islam tiene relación con el Arrianismo y el Judaísmo. Se comprende el respeto de los musulmanes hacia las «gentes del Libro», con las que comparten lo esencial: el sometimiento a un solo Dios con el que pueden comunicarse directamente y desde cualquier lugar. Se ha querido transmitir la idea de que España era un desierto artístico e intelectual hasta que llegó el islam. Sin embargo, el historiador Bonilla San Martín dice que «el movimiento priscilianista, los trabajos de los concilios de Toledo, las producciones de los escritores, atestiguan en la España de los siglos IV y V una cultura excepcional”. La invasión goda, lejos de sofocar este progreso, lo acrecentó y estimuló notablemente». De hecho, los estudiosos mantienen que el arte arábigo fue una prolongación del ibero y del visigótico…”

Con ello hemos resumido los avatares de la comarca de Montijo durante los casi dos siglos y medio en que dominaron los germánicos visigodos.

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

blog de Catt69. F.D.O. Publicado el 22/01/2011 en Uncategorized, artículo «Los árabes no invadieron España».

-Paulo Diácono “Libro de la Vida y Milagros de los Padres Emeritenses».

Fernández Ubiña, J., Quiroga Puertas, A.J., Ubric Rabaneda, P. (Coordinadores), «La Iglesia como sistema de dominación en la Antigüedad Tardía». Universidad de Granada.

-Manuel García Cienfuegos, su libro “Lobón en su historia” editado por el Parlamento de Extremadura en 2014.

-B. Franco Moreno “Las Vegas Bajas del Guadiana en el tránsito de la Antigüedad tardía a la Alta Edad Media (siglos VI-X): últimos resultados arqueológicos”. Actas de las IX Jornadas de Historia de Montijo, 2010.

-Bernabé Moreno de Vargas “Historia de la ciudad de Mérida”. 1633.

-Vicente Navarro del Castillo “Montijo. Apuntes históricos de una villa condal”. Ayuntamiento de Montijo. 1974.

-F. Germán Rodríguez Martín, artículo “Posible localización de la antigua iglesia de San Isidoro de Montijo”, Revista de Ferias de 1983.

-F. Germán Rodríguez Martín. Actas de los I Coloquios sobre la historia de Montijo”. Ayuntamiento de Montijo. 1987.

-F. Germán Rodríguez Martín. “La cuenca media del Guadiana entre los siglos V-VII d.C.”. Actas de los V Encuentros de Historia en Montijo. 2003.

-Pueblo Visigodo. Wikipedia.

-Revista Muy Historia, de junio de 2023.

 

Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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