Mujeres luchadoras durante la República en Montijo

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Antes de hablar de ellas veamos el panorama que se respiraba en el país y en el pueblo por aquellos años vertiginosos y creativos:
Desde que Olimpia de Gouges publicó su “Declaración de derechos de la Mujer y de la Ciudadanía” durante la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII, las mujeres más luchadoras venían pidiendo para ellas en toda Europa el derecho al sufragio sin conseguirlo en muchos países (en Francia no lo aprobarían hasta 1945, en Italia hasta 1946, en Belgica hasta 1948,…) .
A finales del siglo XIX se creó en Badajoz la primera sociedad obrera, donde se integraron republicanos y anarquistas, llamada “La Germinal”. Allí nació la primera Sociedad Feminista de Extremadura que comenzaría a reivindicar la igualdad de las mujeres con los hombres.
En los años veinte del siglo XX se extenderían por España una serie de asociaciones feministas de carácter minoritario como la izquierdista “Unión de Mujeres Españolas” (dirigida por Maria Lejárraga) o “La Progresiva Femenina” en Barcelona, la sociedad “Concepción Arenal” y la “Liga Española para el Progreso de la Mujer” en Valencia, en Madrid se fundaron la centrista “Asociación Nacional de Mujeres Españolas” (dirigida por Maria Espinosa de los Monteros), el “Lyceum Club” (creado por Maria de Maeztu, Victoria Kent, Isabel Oyarzabal, Zenobia Camprubí, etc.) donde se integraban las mujeres más preparadas y avanzadas del país.
En abril de 1924 aprobó el dictador Primo de Rivera por Real Decreto el derecho al voto político de las mujeres. En la Asamblea Nacional Corporativa, de carácter consultivo, constituida en octubre de 1927 había 13 mujeres.
El 14 de abríl de 1931 se instauraba en España la República y abria grandes esperanzas para el cambio y la modernización del país en todos los campos. El dia 9 de diciembre de aquél año se aprobó definitivamente por las Cortes Constituyentes la Constitución democrática; en su artículo 36 se recogía el derecho de las mujeres a votar con lo que España se ponía por delante de la mayoría de los países democráticos avanzados.
El Gobierno provisional había aprobado ya el decreto de 8 de mayo de 1931 por el que declaraba elegibles para ocupar el puesto de diputado a las mujeres mayores de veintitres años pero sin poder votar; en las Cortes Constituyentes saldrían elegidas Clara Campoamor y Victoria Kent, en noviembre del 31 entraría Margarita Nelken. El dia uno de octubre de 1931 se debatió fuertemente el derecho al voto femenino (articulo 36 de la Constitución), siendo principal valedora de éste la Republicana Radical Clara Campoamor. Por este motivo sería apartada de su propio partido.
La Constitución abolía la discriminación laboral de las mujeres, protegía la maternidad de las mujeres trabajadoras, abolía las reglamentaciones laborales que discriminaban a las mujeres casadas, establecía la igualdad de derechos dentro del matrimonio… En febrero del 32 se aprobó la Ley del Divorcio muy avanzada.
En junio de 1932, a raíz de la huelga campesina en Extremadura, vino a dar un mitin al Salón Moderno de Montijo la diputada socialista Margarita Nelken en el que defendió la reforma agraria y la Ley del Divorcio. Este acto influyó mucho en la organización de las mujeres trabajadoras montijanas.
En las elecciones legislativas de noviembre de 1933 votaron por primera vez las mujeres en nuestro país. Pero tanto en las candidaturas a Cortes como a los ayuntamientos no habia candidatas femeninas en las listas, lo que demostraba la resistencia a la igualación real de las mujeres con los hombres.
Con la llegada de la II República empezaría un movimiento masivo de participación de las mujeres trabajadoras en la vida pública y social como no se habia conocido con anterioridad, las mujeres se politizaron en el buen sentido de la palabra y empezaron a pasar de siervas a “ciudadanas”, protagonistas de su historia. Ello abrió unas perspectivas enormes en las luchas por la consecución de la igualdad con los hombres en todos los terrenos.
En esos años comenzarían a crearse dentro del sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) -donde estaban integrados todos los obreros socialistas, comunistas y republicanos- las sociedades obreras femeninas. Como estudia Jacinta Gallardo Moreno se crearon muchas en las poblaciones más importantes (la “Renacer” en Villanueva de la Serena que tenía unas 500 asociadas, “La Ideal” en Don Benito, etc.).
El Reglamento de la SOF “Renacer” -que era similar a la de Montijo- decía:
“Artículo 1º. Esta Sociedad aspira a reunir en su seno a las mujeres de la localidad con el objeto de procurar, mediante el esfuerzo común y dentro de las leyes, mejorar sus condiciones de trabajo y su nivel de cultura.
Artículo 2º. Esta Sociedad no pertenece a ningún partido político ni a ninguna religión determinada (…)
Artículo 3º. (…) practicará en todos los casos la solidaridad con aquellas mujeres que luchan por mejorar su condición de explotadas y por mejorar su nivel cultural (…)” .
En la Sociedad Obrera Femenina de Montijo destacarian la presidente Maria Pino Gómez, Joquina Charro Gómez, Juana Gallego Coco, Rosa Candado, Rosa Cruz, Ana Mendoza, Francisca Cordero Millán, Encarnación Rodriguez Alhaja, etc.
En el año 1933 se había fundado el “Comité Nacional de Mujeres frente a la Guerra y el Fascismo” presidido por Dolores Ibárruri al que pertenecían, entre otras, Victoria Kent, Margarita Nelken, Maria Lejárraga, etc. En julio del 36 tenían ya unas 50.000 afiliadas en toda España.
En 1935 se inauguró el puente “de los suspiros” que unía por fin Montijo con la carretera general Madrid-Lisboa. Este fue un gran acontecimiento al que se desplazaron muchos vecinos de Montijo, entre ellos, las chicas de la S.O.F. a las que vemos en la foto de abajo.

El 8 de marzo de 1936 tendría lugar en Montijo una gran manifestación de mujeres para reivindicar la igualdad con el hombre en todos los aspectos de la vida.

La manifestación pasando por la calle Ibáñez Marín. Delante iban las niñas Pioneras. Foto tomada por ANSAMA y guardada en el tejado de su casa durante la guerra civil por Blas Rodríguez Facundo.

Tras el golpe de Estado de los militares fascistas al servicio de la oligarquía nacional el 18 de julio de 1936, y como Montijo estuviera solamente veintiséis dias en manos del Comité Revolucionario antes de la toma del pueblo por la Columna Madrid de Juan Yagüe, no sabemos si se llegaría a crear el Comité Local de Mujeres Antifascistas dependiente de la Asociación Nacional como ocurrió en la zona de la Serena.

Veamos a continuación quiénes fueron aquellas montijanas que pusieron todos sus esfuerzos, ilusiones y hasta la vida por conseguir la igualdad de las mujeres con los hombres, en todos los aspectos, y el final de la explotación laboral.


JOAQUINA CHARRO GÓMEZ

Cortaron una rosa,
cuando desprendía su mejor fragancia,
aquellos que deseaban poseerla.

No quiso entregárseles,
no les tenia miedo,
por ello la arrojarían al arroyo de la Puerca.
Y a partir de entonces
a aquella rosa, pasionaria de Montijo,
alegre y jovial, libre y solidaria,
empezarían a llamarle “la Charra”.
Vemos a Joaquina, la primera a la izquierda delante, con sus compañeras de la S.O.F.

En el Montijo rural y conservador de la Restauración, donde los trabajadores empezaron a organizarse en una Sociedad Obrera para defender unas condiciones laborales justas, vivía Teodoro Charro Rodriguez, un humilde trabajador de las carboneras hijo de Juan Charro Tabrego y de Juana Rodriguez Pérez. Se casó a comienzos del siglo XX con Maria Gómez Moreno, mujer tradicional hija de Santiago Gómez Gonzalez, ganadero, y de Josefa Moreno Rodriguez. Todos ellos eran naturales de Montijo.
El matrimonio Charro-Gómez se iría a vivir a la calle Piñuela nº 51. Allí tendrían nueve hijos: Juana, Juan, Aurora, Fernando, Josefa, Lucas, María, Joaquina y Petra. En esta casa nacería durante unas fiestas patronales, el dia 10 de septiembre de 1912 a las cuatro de la madrugada, su octavo hijo, Joaquina, cuando su padre tenía cuarenta años y su madre treinta y seis.
La niña fué registrada el dia doce, ante el Juez Municipal Andrés Garay Rodriguez (maestro reparador) y el Secretario Félix Godoy Jimenez, como consta en el Registro Civíl de Montijo, Tomo 40 (Actas de Nacimientos), Folio 134.
Por falta de recursos económicos, los padres no pudieron darle estudios a Joaquina por lo que estaría poco tiempo en la escuela. Entraría a trabajar a corta edad como empleada de hogar en la casa-bar de Alfonso Cruz, en la plaza de Cervantes frente a la Plaza de Abastos. Era una joven muy trabajadora.
Mujer guapa y atractiva, de carácter alegre y abierto, por lo que tenía muchas amistades. Sus amigas eran Antonia López Corzo, Rosa Cruz (hermana de Alfonso), … No llegó nunca a casarse, sólo tuvo un novio que después se casaría con otra.

En aquella España de su infancia había fuertes resistencias a que la mujer abandonase su tradicional sumisión histórica al hombre. Así, en 1920 se proyectó realizar una reunión de la asociación internacional de mujeres sufragistas (la IWSA) y el Gobierno y las asociaciones conservadoras lo impidieron.
Pero a principios de la década de los veinte habría un movimiento de reivindicación del derecho al sufragio de las mujeres y de su igualación en todos los órdenes de la vida, gracias a organizaciones como la Agrupación Nacional de Mujeres, la Cruzada de Mujeres Españolas, el Lyceum femenino, etc., y a grandes mujeres como Clara Campoamor, Victoria Kent, Maria Lejárraga, Margarita Nelken, Maria de Maeztu… Todas ellas fueron preparando el terreno en España para que se hiciesen los cambios legislativos necesarios.
La proclamación de la República, el 14 de abríl de 1931, abriría las puertas a las reivindicaciones feministas. A la hora de convocar la Asamblea Constituyente se debatió si se concedía el voto a las mujeres pero sólo se aprobó que pudiesen ser candidatas. Saldrian elegidas diputadas Victoria Kent, Clara Campoamor y Margarita Nelken.
El 1 de septiembre de 1931 empezó en el Congreso de los Diputados el debate sobre el derecho al voto de la mujer y el 1 de octubre de aquél año tendría lugar, dentro de la redacción del proyecto de Constitución, un duro debate observado desde la tribuna por muchas feministas. Destacó como defensora de este derecho Clara Campoamor (1888-1972), que había fundado antes la “Juventud Universitaria Feminista” y la “Unión Republicana Femenina” para luchar por la igualación de la mujer con el hombre en todos los campos. Triunfó la tesis de Clara incluyéndose en el artículo 34 de la Carta Magna el derecho de las mujeres al sufragio.
Gracias a ello, en abríl de 1933 pudieron votar por primera vez las mujeres en unas elecciones municipales.
También se dieron pasos importantes en materia laboral, así en la Ley de Jurados Mixtos aprobada en noviembre de 1931 se incluyó el principio de equiparación salarial de las mujeres con los hombres, aunque después no se cumplía en muchos casos.

En Montijo, durante la República actuaría Joaquina Charro como actríz aficionada en el Cuadro Artístico de la Casa del Pueblo que crearon las Juventudes Socialistas. Dirigían las obras los músicos Juan Pérez y Blas Rodriguez Facundo, y actuaban -además de éstos- Domingo Gómez Piñero, Alfonso Serrano, Eduarda Núñez (hija de Lúis Núñez), Primitivo Mendoza (hijo de Domingo Mendoza), Alfonso Gómez, etc. Estos jóvenes tenían como máximo veintiun años de edad.
Actuaban por los pueblos de la comarca representando obras rompedoras y comprometidas socialmente, cuyo mensaje era siempre la liberación de la clase obrera y de las mujeres, como: “La mujer adúltera”, “La alondra y el milano”, “Las hormigas rojas”, “La manta y el caballo”, “Los caballeros de la Libertad”, “Montecristo”, etc.
En junio de 1932 tendría lugar la huelga general en el campo extremeño. En Montijo hubo acciones contundentes contra las máquinas segadoras. El dia 27 trajo el Centro Obrero a la diputado socialista Margarita Nelken (1894-1968) a dar una conferencia, en el Salón Moderno, sobre la necesidad de la Reforma Agraria y sobre la Ley del Divorcio que se aprobó en ese año junto con el derecho al aborto. Abrieron el acto Sebastian Gabardino y “una chiquilla de Lobón”.
Margarita era una escritora y pintora de origen judío alemán, muy culta y apasionada. Escribió el libro “La condición social de la mujer en España” en 1921, donde retrataba la situación de analfabetismo, explotación laboral y sexual de las mujeres españolas, defendía el divorcio y el derecho de las madres solteras a vivir dignamente. Cuando salió elegida diputada socialista por Badajoz en 1931 empezaría a defender apasionadamente a los jornaleros y campesinos extremeños, en el Congreso y en actos públicos por los pueblos.
Según Pedro Maria Quintana, en “La Libertad” del 29 de junio de 1932, Margarita Nelken en su defensa del divorcio en Montijo “…hace resaltar la mayor inmoralidad que supone un matrimonio equivocado, donde la mujer es siempre la mártir con un hombre malvado, con ejemplos perniciosos para los hijos. Dice que el divorcio se ha conquistado para la mujer… advirtiendo a las mujeres tengan cuidado con las catequistas y la religión”.
Esta mujer libre, de mensaje radical, influyó mucho en la concienciación de las jóvenes trabajadoras montijanas. Veamos algunas acciones llevadas a cabo por ellas:
El dia 4 de octubre de 1932 se llevó a cabo una acción contundente en Montijo, organizada por la Sociedad de Obreros Agrícolas-UGT, ante el tremendo hambre que sufrían las familias jornaleras de Montijo por la oposición de los patronos a repartirse los parados en sus fincas. Por la mañana temprano serían asaltados los carros de pan de la fábrica Electro-Harinera y las mujeres, según Pedro Maria Quintana, se dedicaron “a irrumpir tumultuosamente en varias casas particulares exigiendo a cada persona un cántaro de aceite.
En casa de D. Pedro Bueno se repartieron una tinaja de tal líquido, amén de numerosos kilos de pan. Lo mismo sucedió en el domicilio de D. Emilio Vaca, D. Fernando Mendoza y otros…. el cerco que tenían hecho a la casa de D. Bartolomé Pinilla exigiendo aceite… Las mujeres, que han sido las actuantes de esta acción directa dentro de la población, azuzaban, aludiendo a su minoridad, a los hombres que las miraban hacer cuando se presentaron los guardias civíles…” (La Libertad del 5 de octubre).
La Agrupación Socialista estaba en contra de esta acción reivindicativa, y en la casa de D. Pedro Bueno se enfrentarían las mujeres y el alcalde -que a su vez era presidente de la Agrupación- Juan Brugera Vega.
A partir de ese dia, la suerte de Joaquina Charro y otras compañeras estaba ya echada.
El viernes 21 de octubre de 1932, al ir el Agente Ejecutivo del Ayuntamiento a embargar a un vecino de la calle Arriba por impago de impuestos, se solidarizaron con él sus vecinos e impidieron la actuación por lo que el alcalde mandó detener a varios. Al rato, varias mujeres y amigos de los detenidos se concentraron ante la cárcel y amenazaron con asaltarla. A la mañana siguiente volvieron y consiguieron del alcalde que les diese libertad.
El invierno de 1933 fué muy duro para los trabajadores por la falta de empleo en el campo, “una aguda crisis de trabajo” que provocaba el hambre y la miseria entre las familias obreras de Montijo. Decía Iluminado Núñez en el periódico “Mundo Obrero” del 20 de enero: “…En los hogares proletarios reina hace tiempo un hambre atroz, hambre que lanza por la noche de sus miserables viviendas a las mujeres de los trabajadores para solicitar de los burgueses una limosna. Invariablemente reciben esta contestación: “Id ahora a la Casa del Pueblo, a ver si vuestros dirigentes os aplacan el hambre”. Y las mujeres trabajadoras avergonzadas se retiran sin llevar nada a sus hijos hambrientos…”
Ante esta situación, en el verano de 1933 crearían las mujeres trabajadoras montijanas, dentro del Centro Obrero “La Defensa”, la “SOCIEDAD OBRERA FEMENINA DE MONTIJO” integrada por empleadas de hogar, modistillas, dependientas, lavanderas, etc.
Presidía esta sociedad Maria Pino Gómez (natural de Mérida) y destacaban en ella: Joaquina Charro, Rosa Candado, Juana Gallego Coco, Rosa Cruz, Encarnación Rodriguez Alhaja (natural de Mérida), etc. Joaquina Charro participaría activamente en sus luchas por la consecución de los derechos laborales de la mujer y la igualación con el hombre, siendo nombrada abanderada de esta sociedad.
La Sociedad organizó clases nocturnas de alfabetización y cultura general para sus afiliadas (en el Centro Obrero), muchas de las cuales no habían podido ir a la escuela cuando niñas.
En la Sociedad Obrera Femenina, según decía Pedro Maria Quintana en “La Libertad” de 24 de septiembre de 1933, “está muy desorientada y difusa la línea de su carácter político; hay quien dice que se observa tendencia comunista-anarquista en dicho grupo”. Sin embargo, la Presidenta Maria Pino era, según un informe del Alcalde franquista del 16 de marzo de 1941, “de reconocida significación socialista”, y Pedro M. Quintana decía que “a ella no le preocupan grandemente las cuestiones políticas ni las entiende…. (decía ella misma) Yo soy una leal afiliada pero no me gustan los cargos. Detesto las revoluciones; deseo paz y orden, que todo el mundo tenga trabajo y pueda comer…”
Pronto empezaría la Sociedad a reivindicar salarios dignos y horarios razonables para las empleadas de hogar, organizando una huelga que fue muy sonada en el pueblo por lo que suponía de ruptura con la situación anterior, lo que provocó la indignación de sus “Señoritas” acostumbradas a disponer de ellas a su antojo y “tenerlas rocogidas en sus casas para hacerle un favor a su familia alimentándolas, vistiéndolas y educándolas en las sanas costumbres”. En estas reivindicaciones colaboró, entre otras, Joaquina Charro. A partir de ese día los sectores conservadores empezarían a denominarlas despectivamente “las tiorras de la huelga de las criadas”.
También comenzarían a reivindicar salarios y condiciones laborales justos para las modistillas que trabajaban en los talleres de los sastres. Lo mismo sucedería con las lavanderas que trabajaban limpiando las ropas de las casas grandes (en invierno iban en burros a “Los Veneros”, en la Alcázaba, y a “Las Veguitas”, en el Guadiana, y en verano a “Los Canchales”); a principios de octubre de 1933 se movilizarían para impedir que las lavanderas de Torremayor viniesen a recoger ropa a Montijo y les cobrasen a sus propietarios precios inferiores a los estipulados por la Sociedad O. F.

En Montijo existían también durante la II República las “damas republicanas” que era la organización femenina de la Alianza Republicana que presidía Pedro María Quintana. Entre otras estaban Isidora Lamela, Juana Moreno, María Rosa Castilla, etc. (recogido del acta del pleno del Ayuntamiento de mayo de 1936).

Como una muestra del ambiente de libertad que se respiraba en aquellos años diremos que, el 23 y 24 de septiembre de 1933, tendrían lugar en el Salón Moderno unas funciones de vodevíl, a cargo de la Compañía de José G. Marmello, donde se representaron comedias “atrevidas” con desnudos artísticos -reproduciendo cuadros pictóricos célebres-, bailes rítmicos y cuplés frívolos. Pero las madres no querían que sus hijos jóvenes fuesen a ver a “las peloteras”…
En las elecciones generales de noviembre de 1933 votarían ya las mujeres saliendo elegidas diputadas, además de las arriba citadas, Dolores Ibárruri, Maria Lejárraga y Federica Montseny.
Pero a pesar de este gran paso, en Montijo no habría durante la República ninguna mujer concejal en el Ayuntamiento democrático ya que los partidos que se presentaban a las elecciones municipales (de derechas y de izquierdas) no llevaban mujeres en sus candidaturas.
A comienzos de 1934 organizó el partido de la derecha con mayor implantación en Montijo, Acción Popular y Agraria, una Agrupación Femenina con el fin de defenderse de la Sociedad Obrera Femenina existente en la Casa del Pueblo. Sus actividades eran fundamentalmente “de beneficencia y caridad” sin atajar las causas de la pobreza: reparto de raciones de comestibles entre “sus afiliadas pobres” en Navidad y Semana Santa, comidas para 200 pobres en las mismas fiestas, reparto de limosnas, servir en el Comedor Infantíl de Asistencia Social a 150 niños pobres, clases nocturnas de cultura general y corte y confección para las empleadas de hogar, etc.
En octubre de 1934, tras la revolución de Asturias, sería clausurado el Centro Obrero de Montijo y destituída la Corporación de izquierdas. Empezaría una etapa de represión del movimiento obrero en el que la Sociedad O. Femenina no podía manifestarse con libertad.
En febrero de 1936, con el triunfo del Frente Popular, se abrería de nuevo el Centro y se restablecería la Corporación de izquierdas, tomando gran impulso las Sociedades Obreras.
El 8 de Marzo de 1936 organizó la Sociedad Obrera Femenina una gran manifestación de mujeres y niñas “Pioneras” para reivindicar la igualdad de derechos con los hombres y su liberación como personas. La comitiva iba encabezada por la Banda Municipal de Música y Joaquina Charro portando la bandera de la Sociedad.
Otra acción radical que llevaron a cabo, como muestra de rebeldía contra el sometimiento de la mujer al hombre, fue el corte en público de sus cabellos. Aquél acto tampoco sería olvidado por las personas “de orden” de la localidad, que les llamaban “las tiorras” y esperaron el momento de bajarles su transgresora altanería que intentaba cambiar el rol desempeñado tradicionalmente por la mujer en la sociedad. Esta acción fue similar a lo que hicieron “las sinsombrero” en Madrid.
En la gran manifestación unitaria del 1º de Mayo de 1936, tras la Banda de Música y la directiva de la Casa del Pueblo iban las mujeres de la S.O.F. en un lugar destacado. La foto está tomada por ANSAMA desde el atrio cuando pasaba la manifestación por la calle Ibáñez Marín. Fue guardada en el tejado de su casa, durante la guerra civil, por Blas Rodríguez Facundo.

Detalle de la foto anterior donde se lee en la bandera Sociedad Obrera Femenina de Montijo y donde vemos de abanderada a Joaquina Charro.

Como Joaquina trabajaba en la casa de Alfonso Cruz, colindante con la casa de los párrocos en la que vivía D. Juan Pérez Amaya, éste le escuchaba muchas conversaciones sobre temas políticos o religiosos.
Tras la toma del pueblo por los militares sublevados contra la República, el 13 de agosto de 1936, Joaquina tenía mucho miedo, no por ella sino por lo que pudieran hacerle a sus familiares, y le decía a su hermano Juan (que era cazador furtivo): “Tú vas a pagar por lo que yo he hecho”.
A las mujeres más destacadas por sus ideas izquierdistas las mandaban llamar al Ayuntamiento, las llevaban a fregar y limpiar el Convento de Clarisas que había quedado muy sucio tras la liberación de los presos, las pelaban y les hacían ingerir aceite de ricino.
Joaquina procuró no salir de casa en esos tiempos de guerra y depuración con el fin de que se olvidasen de ella. Pero no lo consiguió, pronto empezarían a visitar su casa de la calle Piñuela unos falangistas (Isidoro Herbella Urdaniz, hijo del Notario, el de Don Benito y otro) para hacerle interrogatorios en una habitación. Allí le harían muchas injurias mientras la familia sufría en silencio de impotencia y terror; pero ella no les contaría nunca nada de lo sucedido en aquella habitación para proteger del dolor a los suyos.
Varias veces intentaron llevarla a fusilar pero intercedió ante el Teniente de la Guardia Civíl Luís Gragera Carrasqueño un vecino apellidado Vivas, que era hermano de un brigada de la Benemérita. A finales del 38, uno de los jefes locales de la Falange y de la Gestora Municipal le diría a un Policia Municipal: “Vete por ella”, y éste iría a buscarla a su casa siendo encerrada en los tenebrosos calabozos del Ayuntamiento con otros desgraciados.
De madrugada, y junto a varios izquierdistas más (Fernando Almirante, la suegra de “Gardaba” … Montalvo, etc.), la montarían en un camión un pelotón de ejecución y se irían hacia la Roca de la Sierra. Allí, al parecer junto al arroyo de la dehesa “La Puerca” en dirección a Villar del Rey, los fusilarían.
No se encontrarían nunca sus cuerpos. Aquellos fueron los últimos asesinatos cometidos en Montijo durante la Guerra Civíl.
Posteriormente visitó un dia a su madre y a su hermana Josefa un capitán del Ejército llamado Villarroel, que era espia del bando republicano, y les dijo que Joaquina no había muerto en el fusilamiento, que vivía y estaba refugiada en la Sierra de San Pedro con otros huídos. Pero nunca supieron nada de ella…
En los Registros Civíles de Montijo y La Roca de la Sierra no consta el acta de defunción de Joaquina. Ella tenía entonces veintiséis años.

Desde entonces se ha corrido un tupido velo sobre esta joven trabajadora y gran luchadora, igual que sobre el resto de los depurados por sus ideas; a su familia no le gusta hablar sobre ella para no reabrir la herida. La tragedia de Joaquina ha sido pues, además de su asesinato a manos de los intolerantes, el temor de sus familiares de recordar su imagen delante del pueblo.
Por ello Montijo debe reivindicarla a la luz del dia, ponerla en su verdadero sitio, entre las grandes mujeres que contribuyeron a un futuro más justo e igualitario, a una España moderna, libre y democrática.
Para que no se olvide nunca que muchas de las conquistas que hoy disfrutan las mujeres se las deben a estas mártires pioneras.

Vamos a relatar a continuación los datos biográficos, que hemos podido recoger, de otras tres luchadoras que pagaron con sus vidas la defensa de unos ideales de igualdad y liberación para las mujeres de Montijo:


FRANCISCA CORDERO MILLÁN
Los Cordero eran una familia descendiente de Asturias. Francisca Cordero Millán era hermana de Manuel y de Pedro.
Era esposa de … “Gardaba”, vivían al final de la calle Piñuela frente a Joaquina Charro, y tuvieron un solo hijo: Nicasia (conocida en el pueblo como “la pincelera” porque se dedicaba a fabricar pinceles y vivió en la calle Huertas).
Francisca era vendedora, después estuvo sirviendo en un cortijo de los Cabezas de Badajoz.
Mujer pasional, arrojada, soberbia, muy desprendida y ayudaba a todo el que lo necesitaba en aquellos años da tanta miseria, “le dió de comer a mucha gente necesitada de Montijo” nos dice su nieta Luisa Gutierrez. “Era una mujer de bandera, no había nadie que pudiera decir nada malo de ella o de su familia y nadie se quedaba sin pan en su casa si ella se lo podia dar, por eso tenía a tanta gente conocida y sin conocer queriéndola”.
Para ella no había penas pues tenía un carácter fuerte y sabia sobrellevarlas.
Francisca tenia una gran conciencia social y de clase por lo que frecuentaba el Centro Obrero pues entró como afiliada en la Sociedad Obrera Femenina desde que se creó. Fue nombrada abanderada, por lo que llevaba colgada a su cintura la bandera de la SOF en las manifestaciones. Se sabia de memoria, y las cantaba muy bien, todas las canciones que se solian cantar en ellas.
Dice su nieta Luisa: “le gustaba ir al Centro -que estaba situado en la calle Mérida-, ella iba a todos los mítines y manifestaciones ya que era la que daba la cara, cantando y desafiando a todos los que se ponían a su lado. Por eso la querían tanto los republicanos como los obreros anfalfabetos que en aquellos años eramos muchos”.
Cuando se celebró en mayo del 36 un gran mitin en Pardaleras (Badajoz) por la unificación de las Juventudes Socialistas y las Comunistas en las JSU vinieron al Centro Obrero de Montijo Dolores Ibarruri “la Pasionaria”, presidenta del Partido Comunista de España, y Santiago Carrillo, secretario nacional de las Juventudes Socialistas Unificadas. Ésto fué un gran acontecimiento en el pueblo y levantó una expectación entre los afiliados a la Casa del Pueblo; Francisca Cordero no se perdió la ocasión de ir a estrechar las manos a esos dos dirigentes y a escucharlos.
También intervino el dia en que el Comité Revolucionario de Montijo, presidido por el farmaceutico de Izquierda Republicana Santiago Cea, fué al convento de clarisas a desalojar a las monjas.
Por todo ello el fascismo no quiso perdonarle la vida y sería fusilada en 1936-37 cuando tenía cerca de 60 años de edad y nietos. Dice uno de ellos, Luisa: “fué en una mañana fria en la calle Muñoz Torrero… El dia en que se la llevaron en un camión del Ayuntamiento eran las 11 aproximadamente… al dia siguiente, a las 6 aproximadamente, se la llevaron a ella y a muchos más a los cerros de Lobón y fué en ese lugar donde los mataron… Para reconocer el cadaver de mi abuela sólo quedó un trozo de tela que nos trajo mi padre -ya que él fué el que cogió el carro y la mula cuando se enteró de lo sucedido-, pero la sorpresa que se llevó es que no estaba el cuerpo pues los del Ayuntamiento y demás que se encargaron de su sepultura no lo harían y FUÉ PIENSO DE LOS CERDOS”.
Según ella iban también en el camión como condenados un hijo de los “Artabulla” (?) y otro de los “Barrosena” Andrés … (?), hijo de Manuel y Teresa, que era músico de la Banda Municipal y tocaba el clarinete.

JUANA GALLEGO COCO
Nació en Montijo en el año 1910. Era hija de Genaro Gallego Denueda y de Juana Coco Aparicio ambos montijanos, ésta se dedicaba a preparar las bodas en las casas pues era muy buena cocinera; era también una nodriza pues tenía siempre leche por lo que amamantó a varios niños, entre ellos a un niño que después sería carnicero, por lo que Juana y él se llamaban hermanos de leche.
El matrimonio vivía de alquiler en la calle Méndez Núñez esquina con López de Ayala (esa casa sería derribada por el alcalde Francisco Rodriguez Cavero para ensanchar la entrada a la calle “Papas”), tuvo siete hijos pero sólo vivieron tres: Francisco, Juana y Fernanda.
Juana se casó con Tomás Lara, trabajador agrícola y se fueron a vivir a la calle López de Ayala nº esquina con la calleja donde también vivían Pedro Facundo y Micaela Serrano en la planta baja.
Era una mujer alta, gordita, “muy buena moza y estaba muy bien”. Tenía un genio muy rajante y abierto; era una mujer de carácter. No tenia miedo.
Como el esposo estaba casi siempre parado, Juana se dedicaba a dar horas por las casas haciendo limpieza (lavar, fregar, barrer, etc.).
Era muy amiga de Juana Charro Gómez hermana de Joaquina.
Fué muy destacada como militante de izquierdas durante la República. No faltaba a ningúna manifestación obrera o feminista. Fué una de las fundadoras de la Sociedad Obrera Femenina de Montijo, creada dentro de la Casa del Pueblo para defender los derechos de las trabajadoras (empleadas de hogar, modistillas, dependientas, lavanderas, secretarias, etc.)…
Las hijas de los afiliados a la Casa del Pueblo y de la S.O.F. fueron al 1º de Mayo de 1936. En la foto de ANSAMA, guardada por Blas Rodríguez, las vemos al final de la manifestación en el Ejido de los Charcos.

En julio de 1936, cuando el Comité Revolucionario de Montijo, presidido por el farmacéutico Santiago Cea, encarceló en el Convento de Clarisas a 56 hombres de la derecha, Antonio Rodriguez Bautista -que la conocía mucho pues trabajó en su casa- le rogó a Juana que fuese a ver a su padre Emilio Rodriguez para llevarle mensajes de la familia. Le dijo: “Juana, llevalé un papel escrito a mi padre” y ella lo hizo varias veces.
Tras la toma del pueblo por la columna militar de Juan Yagüe el 13 de agosto del 36 comenzaría la nueva autoridad franquista a detener a hombres y mujeres significados de la izquierda. Juana Gallego salía muy poco para que se olvidasen de ella pues sabía que podría ser uno de los posibles objetivos de los fascistas.
A “las rojas” más destacadas las ponían a fregar el Ayuntamiento, el cuartel de Falange (que estaba en el Círculo de Artesanos), el antiguo Círculo Recreativo Republicano, el convento de las monjas, etc. sin pagarles nadas. Y de vez en cuando las llevaban al Paseo al atardecer y las pelaban y daban a ingerir aceite de ricino como escarmiento público. Esto es lo que hicieron con Juana Gallego Coco, Inés Barragán, Maria Pino Gómez, Joaquina Charro, etc.
Un dia fueron por Juana y se la llevaron al depósito del Ayuntamiento junto con Inés Barragán; como estaba embarazada estuvo a punto de abortar, llamaron al médico D. Lucas Rodilla y éste aconsejó que la soltaran lo que hicieron dando a luz en su casa.
A los pocos dias, según su hermana Fernanda, “hubo una denuncia mala” y la volvieron a meter en el depósito carcelario la tarde del 17 de noviembre de 1936. Fué fusilada en la madrugada siguiente.
Uno de los miembros del pelotón que fué a la carcel del Ayuntamiento por los condenados era su hermano de leche, ella le imploraba que la salvase y le decia: “acuerdaté de la leche que te dió mi madre, ayudamé que me van a matar…”
Se los llevaron en el camión hacia las paredes del cementerio donde serían asesinados sin haber existido juicio ni posibilidades de defenderse.
Su hijo pequeño, al carecer de la madre, murió al poco tiempo y el esposo Tomás Lara, falto de posibilidades económicas para pagar el alquiler de la casa, se iría a vivir a los chozos de Los Charcos.


ENCARNACIÓN RODRIGUEZ ALHAJA
Para comprender porqué llegó a Montijo Encarna desde la ciudad de Mérida hay que hablar primero del hombre con el que unió su vida; Santiago Garcia Jerez.
Conocido equivocadamente en el pueblo como Santiago Barrena, nació en Montijo en 1905. Hijo de José Garcia Barrena (corredor de granos, que vivía en la calle Santa Ana nº 17) y de Efigenia Jerez Fuentes (mujer oscura y muy católica); tendrían tres hijos: José, Santiago y Patrocinio.
Cuando niño iría a la escuela privada de D. Eduardo Núñez quien preparaba muy bien en las matemáticas y la ortografía. Santiago era muy inteligente y se le daban bien estas materias, formándose una caligrafía gótica impecable. Era de estatura baja.
A los 17 años -en 1922- acabaría estudios Mercantiles por correspondencia, pues su padre no podia permitirse enviarlo a estudiar fuera del pueblo. Posteriormente entraría a trabajar de contable en la fábrica harinera de Puebla de la Calzada, propiedad de Conejo y Lozano. Allí se haría novio de Gloria Anguiano que después casaría con Alonso Garcia.
Haría el servicio militar en Madrid, a los diecinueve años, en 1924.
Santiago empezaría a introducirse poco a poco en las ideas políticas de izquierdas.
Después se iría a trabajar a la ciudad de Mérida con Eugenio Garcia. Allí se haría novio de Encarnación Rodriguez Alhaja, procedente de familia de comerciantes (su hermano Domingo tenía una zapatería en la calle Santa Eulalia, frente al Liceo), con quien casó. Se irían a vivir a la calle Suarez Somontes; no tuvieron hijos pero tenían recogida a una sobrina de Encarna llamada Maria Lunar.
Encarna era una mujer de izquierdas, con las ideas muy firmes y militante activa de la causa obrera y feminista.
En 1934 se vendrían a Montijo Encarna y Santiago, viviendo en una casa de su propiedad en la calle Esteban Amaya nº 17. Él empezaría a trabajar en la Oficina de Colocación Obrera del Ayuntamiento; pero tras la destitución del Ayuntamiento de izquierdas por el Gobernador Civíl, en octubre del 34, sería despedido de la Oficina.
En la revista local “AGLA” del 15 de mayo de 1935 anunciaban la inauguración, el dia 14 de ese mes, de su Bar “La Tropical” en la calle Bravo Murillo (actual Eugenio Hermoso, donde hoy está la carnicería de los Martinez) número 3: “Vinos puros de pitarra, cerveza al grifo, aperitivos selectos y variadísimos, servicio esmerado. Esta Casa garantiza la pureza de sus vinos…”. Pero no despachaban el vino en botella como en las tabernas.
En la misma revista el 26 de mayo anunciaban que “La Tropical” tenia ya habilitado el que fuera bar “El Sótano”, que estuvo anteriormente en ese lugar.
El local era un salón, con el mostrador de madera y una plancha de mármol; un ventanal permitía la entrada de la luz de la calle. Aunque estaba situado frente a la puerta del Casino, los socios de este círculo no entraban en el bar.
Despachaban el matrimonio y eran muy atentos con los clientes. Su decoración moderna y juveníl (comprarían una radio “Castilla” para tener buena música) convirtió a “La Tropical” en 1936 en el centro de las juventudes izquierdistas de las J.S.U., que iban al bar a escuchar los informativos y la música (copla, jazz,…) en la radio ya que no tenían en sus casas. Sus debates sobre temas políticos y sociales eran acalorados y pasionales, por lo que pasaría el bar a estar en el punto de mira de las juventudes de la derecha (las J.A.P.) y del fascismo conspirador de la primavera del 36.
Encarnación se integró pronto en la Sociedad Obrera Femenina, participando en acciónes reivindicativas desde su llegada al pueblo en 1934.
Tras el 18 de julio del 36 Santiago seria nombrado miembro del Comité Revolucionario, en representación del Centro Obrero, que se encargaría de mantener la legalidad republicana en el pueblo y de recluir en el Convento de Clarisas a 56 derechistas. En aquellos primeros dias de la guerra los jóvenes izquierdistas escuchaban desde la radio de “La Tropical” los célebres discursos incendiarios del general Queipo de Llano en Radio Sevilla.
Cuando venían las tropas de Yagüe a tomar Montijo el 13 de agosto se irían Santiago y Encarna a Badajoz y el dia 14 se refugiaron en la casa de una prostituta que conocían; un dia de septiembre fueron unos jóvenes señoritos de Montijo a esa casa y uno de ellos -que fuera secretario local de las Juventudes de Acción Popular- los vió, inmediatamente dió cuenta a las autoridades para que los detuviesen, cosa que hicieron.
Algunos vecinos recuerdan que una tarde de mediados de septiembre del 36, al caer el dia, llegó a la puerta del Ayuntamiento de Montijo un coche descapotable de los que usaba la Guardia de Asalto en el que iban esposados Santiago y Encarna. La gente los miraba aterrorizados porque sabian lo que les iba a suceder… Los pelaron y purgaron con aceite de ricino en el Paseo para escarmiento público.
En el depósito carcelario del Ayuntamiento estarian retenidos Encarna, Santiago y varios izquierdistas más, siendo fusilados en la madrugada del 18 de septiembre. Pudo él haberse salvado pues el compañero con el que iba atado por las muñecas en el camión que les conducía a las tapias del cementerio consiguió cortar la cuerda y le dijo que se fuese huyendo con él, pero Santiago intentó salvar a Encarna y no le dió tiempo a hacerlo por lo que preferiría quedarse con ella y morir juntos.
Como no moriría del todo en el fusilamiento, un falangista del pelotón le dió el tiro de gracia. Éste era también de Mérida, mozo de hostelería que habia vivido en los altos de la casa de Santiago y estaba resentido con él pues le pidió en 1935 entrar a trabajar en “La Tropical” y aquél no accedió.
Posteriormente sería requisado el bar por la Falange: las piedras de mármol de la barra se las llevarían al Casino, cogerían la Radio “Castilla”, las mesas, vasos, etc.

…… MONTALVO
Fue también fusilada, desconocemos sus datos, era suegra de “Gardaba”

MANOLINA …..
Ella era “mandadera” de las monjas y le hacía los recados.
En el 36 se reunían mujeres radicales en la parte de atrás de su casa, en la calle de Arriba junto al pozo, para organizar las acciones reivindicativas: Ana Mendoza hija de Domingo Mendoza Gragera, secretario de la Sociedad de Obreros Agrícolas, “la jerrumbre”, “la pava” (no nos han sabido decir hasta el momento sus nombres), etc.
Fusilaron a Manolina y también a una mujer que vivía por la carretera de La Puebla, que era hermana de la esposa del barbero Bonifacio Melara (desconocemos por el momento su nombre).

JOAQUINA TEJADO
Era natural de Cañaveral donde había nacido a principios del siglo XX. Se casó con un montijano y vivía en la calle Badajoz. Era abuela de Aurora Godoy.
Durante la guerra civil fue fusilada en Cáceres, donde vivía por entonces el matrimonio.

NICASIA GUTIÉRREZ PÉREZ
Fue fusilada pero carecemos, hasta este momento, de más datos sobre ella.

Sufrieron cárcel.-

JUANA GUTIERREZ PINILLA

Nació en Montijo el día 2 de octubre de 1911, era hija de Primitivo Gutiérrez y de Antonia Pinilla. Se casó con Inocente López Díaz el día 8 de diciembre de 1931, vivieron en la calle La Guita (después La Legión) nº 59. Falleció el día 31 de agosto de 1985 (datos facilitados amablemente por Antonio, funcionario del Registro Civil de Montijo).
Su esposo, y sobre todo su cuñado Miguel, fueron muy activos en el frente republicano.
Francisco Espinosa Maestre en su libro “Por la Sagrada Causa Nacional. Historias de un tiempo oscuro”, editado por Crítica en el 2021, habla en las páginas 217 a 221 de un Procedimiento Sumarísimo de Urgencia, el 483/1938, que se abrió por denuncia de ella contra el falangista Isidoro Herbella por violación.
Juana había recibido un telegrama desde un pueblo de Zaragoza el día 28 de diciembre de 1937 y los falangistas pensaban que era de su marido que estaba en el frente republicano. El famoso falangista, violador de otras jóvenes izquierdistas, Isidoro Hervella Urdaniz (hijo del Notario) se la llevó detenida a la cárcel de Montijo el 7 de febrero de 1938 y el 21 de febrero la incomunicaron puesta a disposición del Gobernador Militar. Hervella intentó abusar sexualmente de ella, por eso Juana lo denunció ante la Guardia Civil. Se le abrió expediente pero los informes del alcalde, de la Falange, de la Guardia Civil, del Inspector de los Municipales y del Juez negaron los hechos, por lo que fue absuelto el falangista. El informe de la Guardia Civil, además de injuriarla, decía que Juana era “izquierdista por su relación con estos elementos, peligrosa y una especie de capitana del barrio donde vive”, se le acusó de haber confeccionado camisas y estrellas de cinco puntas para uniformar a los milicianos.

MARÍA PINO GÓMEZ

Fue la presidenta de la Sociedad Obrera Femenina, vivía en la calle Carolina Coronado nº 2. Su hermana y ella tuvieron que dedicarse tras la guerra civil, ante la falta de trabajo que se les ofrecía, al contrabando de café y tabaco con Portugal. Esto supuso su encarcelamiento en algunas ocasiones.
En diciembre de 1939 la Guardia Civil decomisó la mercancía de ella y varios más.
El 16 de marzo de 1941, el Juez Municipal de Montijo solicitó informes de esta mujer al alcalde Pedro Carretero Moreno y éste respondió que era “de reconocida significación socialista durante la dominación roja en esta población, ejercía el cargo de abanderada de la Casa del Pueblo y como tal tomaba parte en cuantas manifestaciones fueron organizadas por el funesto y desaparecido Frente Popular. Con referencia a la capacidad económica de la misma es muy modesta y no se le reconocen bienes de ninguna clase….”
El 31 de marzo de 1941 pidió informes el Comandante de Puesto de la Guardia Civil de Montijo al alcalde y este le contestó el día 17 donde repetía sus datos y terminaba “gozando en la actualidad de buena conducta” (estos datos los cogí del Archivo Municipal, Carpeta Nº 41).

MARÍA VICENTA CORBACHO

Le concedieron la libertad el día 30 de agosto de 1938.

Candela Chávez Rodríguez en su libro “Sentenciados”, editado por PREMHEX en el año 2015, en la relación de vecinos procesados por la Justicia Militar franquista cita en la página 291 a las siguientes vecinas de Montijo:

ANA LÓPEZ RODRÍGUEZ

Fue condenada a 6 meses por un Consejo de Guerra celebrado en Badajoz el día 9 de julio de 1937.

MARÍA MATEO FERNÁNDEZ

Fue absuelta en un Consejo de Guerra celebrado en Badajoz el día 7 de mayo de 1937.

LEANDRA MENOR GONZÁLEZ

Fue absuelta en un Consejo de Guerra celebrado en Badajoz el día 16 de octubre de 1937.

CARMEN TADÁRQUILA COLMERO

Fue absuelta en un Consejo de Guerra celebrado en Badajoz el día 15 de enero de 1938.

ANTONIA FERNÁNDEZ AMBROSIO

El día 20 de diciembre de 1940 el alcalde remitió informes acerca de ella al Gobierno Civil de Badajoz, Orden Público. El día 31 del mismo mes volvía a enviarle informes el alcalde (se encuentran en el Archivo Municipal de Montijo, Carpeta Nº 41).

Tuvo que marcharse al exilio-

ALEJANDRA MOLINA ZAMORA
Nació en La Roca de la Sierra. Como las hijas de los trabajadores no tenían porvenir en los pueblos durante aquellos años, sus padres la llevaron a servir bien joven, a principios de la República, como empleada de hogar, a Montijo en una casa de los Quintana, propietarios de tierras, y un hijo de estos –Pedro María Quintana Gragera que era el presidente de la Alianza Republicana durante la II República y dirigente de Unión Republicana a finales de ella- se enamoró de Alejandra y se casaron.
Esto provocó un gran revuelo en el pueblo pues entonces estaba muy mal visto la mezcla de clases sociales. Tuvieron dos hijas: Juana y Elvira.
Cuando entraron las tropas de la Columna de Juan Yagüe en Montijo, el día 13 de agosto de 1936, se llevaron a Pedro María a Badajoz y lo fusilaron en la plaza de toros. A partir de ese momento Ángela era una marginada en el pueblo pues la clase social de su esposo le hizo el cerco y no tenía posibilidades de subsistencia, por lo que decidió irse a Méjico al exilio en el año 1942, desde Lisboa. Allí se volvió a casar y su hija Elvira Quintana Molina triunfó como artista de cine y televisión.

Esta fué la historia, valiente y trágica de esas mujeres montijanas que ayudaron a la implantación progresiva de la igualdad con los hombres. Aunque la guerra civil trajo la vuelta al Antiguo Régimen medieval, posteriormente se volverían a imponer sus valores y sus ideas.
Sirva este pequeño estudio como homenaje sentido y caluroso hacia ellas y lo que significaron.

Escrito por Juan Carlos Molano Gragera


Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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