Bandoleros y traficantes en Montijo y Puebla de la Calzada (Siglos XV al XIX)

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Estudio publicado en las Actas de los IV Encuentros de Historia en Montijo, coordinados por Antonia Gómez Quintana y publicadas por la Diputación Provincial de Badajoz en 2001.

Etapas del Bandolerismo

El fenómeno de los fuera de la Ley, de los salteadores y ladrones, viene de muy antiguo, desde que se creó la propiedad privada de las tierras y del ganado.

La invasión de los romanos sobre las Vegas del Guadiana y su establecimiento en ellas, creando las villas y latifundios donde antes eran de toda la tribu, con el sometimiento a la esclavitud de los antiguos pobladores (los vettones y lusitanos), llevó a los más rebeldes a escaparse en cuanto podían de aquella vida de trabajo forzoso y servicio a los patricios romanos y supervivir por los campos feraces fuera de las leyes del Imperio. Fueron famosos algunos cuatreros -ladrones de ganado-que extorsionaban la expansión de Roma y robaban a las caravanas de los mercaderes. Cuando eran apresados sufrían las más duras penas.

A Viriato le llamaban los romanos “capitán de bandoleros” y al morir le apellidaron “bandido”.

Con la llegada de los árabes en el siglo VIII también sería normal la existencia de personas que se resistían al poder califal y se dedicaban a robar caballos o a las caravanas que traían productos de Oriente. Por entonces se decía que: “el pelo largo es la marca de criminales y malhechores”.

La conquista de estas tierras por los reyes castellano-leoneses en 1229 traería de nuevo la inestabilidad en los campos. Ya alguno de los pastores que traían las manadas de ganado del norte de España se escapaban con las mismas para quedárselas en exclusiva desobedeciendo a la órdenes. Las razzias de los árabes y de los cristianos acostumbraron a muchos al saqueo como forma fácil de adquirir los productos necesarios.

Ganadería y bandolerismo iban unidos desde la repoblación de nuestras tierras por los astur-leoneses. Está comprobado el arraigo y tradición del bandidaje desde la Edad Media.

Los pueblos crearon en los siglos XI y XII para “autodefenderse unas ligas o asociaciones bajo ciertos votos y juramentos que pasaron a llamarse Hermandades … las cuáles tenían encomendadas las funciones de seguridad pública en los campos y caminos, y la constante persecución de malhechores. Sus miembros (guardas, cuadrilleros o ballesteros) debían acudir a sus llamadas o al toque de campanas”. Los vecinos contribuían económicamente a su sostenimiento [1].
El Papa Celestino V les concedería en 1294, mediante una bula, el título de “Santa Hermandad”. Cuando apresaban a algún bandido lo descuartizaban y colgaban sus partes en los lugares por donde habían cometido sus actos para general escarmiento.

En el siglo XV toma una gran importancia el término “seguridad” dentro de la Monarquía Absoluta; es el primero de los bienes a mantener.

Los Reyes Católicos extenderían y reforzarían a finales del siglo XV la institución de la Santa Hermandad, integradas por cuadrillas de soldados especializados. “La función básica de las Hermandades fue el aplastamiento de sublevaciones internas; una fuerza política, utilizada ampliamente por los estamentos señoriales (propietarios de las tierras y haciendas) con el pretexto de la lucha contra el bandolerismo … los caballeros e hidalgos que mataban a supuestos bandoleros (algo que no era necesario probar) no incurrían en pena alguna … El carácter de las Hermandades fue, pues, todo lo contrario a una fuerza popular… sus puestos de mando no podían ser ofrecidos a personas que no perteneciesen a la nobleza… imponiéndose en última instancia la idea militar de eliminación física del enemigo, sobre la idea policial de prevención del delito y captura del delincuente … La visión impopular de la Hermandad queda sobradamente reflejada en obras de la época como El Quijote donde describe a la Santa Hermandad como “ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros, salteadores de camino con licencia de la Santa Hermandad”, o como en El Guzmán de Alfarache, donde se les llama, “gente nefanda y desalmada; y muchos por muy poco juran contra ti lo que no hiciste ni ellos vieron” … La Santa Hermandad constituyó también un tribunal de justicia excepcional, al servicio de la concepción autoritaria del orden interno, con un claro carácter represor de delitos que hoy llamariamos políticos, pudiendo compararse su papel con el juzgado de la Inquisición” (Actas de Jauja, página 309)

Aclara Manuel Moreno Valero “que para ser ministro de la Santa Hermandad se requería ser hombre limpio, cristiano viejo, de buena vida y costumbres… No haber ejercido ellos, sus padres y abuelos oficio vil: cortador, mesonero, ventero o alguno semejante”; es decir, que no tuviese mezcla de otras razas ni religiones. Necesitaban un certificado de buena conducta del Ayuntamiento y del párroco de su localidad (Actas de Jauja, página 347).
Esta institución tendría su etapa de mayor esplendor durante ese reinado y parte del siglo XVI; no tendría un uniforme generalizado hasta que Carlos III fijó, por Real Decreto de 1.761, el de “Casaca de paño verde con vueltas y chupa encarnada” (Actas de Jauja, página 247). La S.H. fue decayendo durante el XVIII extinguiéndose en 1834.

Dice Vicente Navarro del Castillo que, en Montijo, “Desde la creación por los Reyes Católicos de los cargos de la Santa Hermandad también se elegía un Alcalde para presidirla y a su frente los Cuadrilleros recorrían los campos y caminos en persecución de malhechores”. Nuestro pueblo tenía por entonces pocos caminos y mal preparados; estaba aislado.

El Contrabando en Puebla de la Calzada

Miguel Ángel Melón estudia detalladamente el fenómeno del “contrabando” (actividades que van en contra de las disposiciones reales sobre el comercio con otros países) en la Raya de Portugal. Ésta “se trataba de una franja, más que de una línea, en muchos casos mal definida… “ [2], tenía una baja densidad de población (Puebla de la Calzada tenía a finales del siglo XVI 920 habitantes y a finales del siglo XVII 1.015).

La Novísima Recopilación compendia todas las disposiciones existentes hasta entonces sobre las aduanas. En cada puerto fronterizo había una Real Aduana donde se debían declarar las mercancías que atravesaban por ella y pagar un impuesto. Las que no pasaban por ella se denominaban “mercancías descaminadas” y eran decomisadas además de sancionar a los traficantes.

Ya los Reyes Católicos estaban preparados contra el encubrimiento de los vecinos de los pueblos y su resistencia a denunciar a los que ejercían el contrabando; por ello endurecieron las penas a los contrabandistas.

Los “puertos secos” se establecieron en 1.559 y se irían consolidando a medida que avanzaba la Edad Moderna por el gran dinamismo que tomaba el tráfico por la frontera. Las necesidades de la Hacienda Pública llevó a extender los puertos secos (en 1.571 ya existían los de Villar del Rey, Alburquerque y La Codosera entre otros). En el siglo XVI era responsable de la frontera con Portugal el Administrador General de la Renta de los Puertos Secos de Castilla con Portugal; a sus órdenes estaban los Alcaldes de Saca y los guardas de Saca a caballo y a pie que recorrían la frontera. Los que juzgaban los delitos cometidos eran los Justicias de esas poblaciones donde estaban las Reales Aduanas.

La Guerra de Restauración portuguesa (1640-1688) cortaría el tráfico en la Raya pues era un territorio inseguro, de rapiña por los ejércitos, de abandono de las poblaciones y su saqueo consiguiente. Se prohibiría por el Gobierno español el tráfico con Portugal.

En Puebla de la Calzada, por las condiciones económicas y sociales que se dieron desde la Edad Moderna, de concentración de las tierras en muy pocas manos, se irían desarrollando actividades de tráfico no declarado con el país vecino.

Manuel G. Cienfuegos ha investigado que, durante ese período de guerra, en Puebla de la Calzada, el vecino Manuel Felipe fue muerto por una estocada el 27 de septiembre de 1.665, y Antonio … soldado de la compañía del Capitán don Alonso de Escobar, fallecido en diciembre de 1.666… el 24 de marzo de 1.673… a Juan de la Peña, lo mataron … el 17 de noviembre de 1.683 … mataron a Diego, hijo de la comadre, en la torre, dicen que lo mató Pedro Cobas, Salvaguardia” [3]


El bandolerismo en la Edad Moderna

Durante los siglos XVI y XVIII dominarán las grandes bandas de salteadores de campo.
En el siglo XVII de los Austrias se produce una gran crisis motivada por las guerras costosísimas, la presión fiscal inaguantable sobre los sectores populares, las sequías y malas cosechas, las pestes y epidemias.

Como estudia Manuel G. Cienfuegos: “El siglo XVlI se caracteriza por un descenso de la población, motivado por la peste, crisis agrícolas, climatología adversa (años de lluvias excesivas y años de sequías) unido a todo ello, el conflicto castellano-portugués que apareció en el año 1.640 … La opresión fiscal se acentúa como consecuencia de la contienda con Portugal, malas cosechas con carencias de granos para realizar la sementera, la aparición de plagas; una peste … Ante la escasez se produjo un alza de precios… años de sequía que condujeron al campesinado al endeudamiento, la miseria y a la pobreza” y que el 39,75% de los fallecidos en el período 1.656 -1.699 eran pobres [4].

Dice Juan Antonio Egea y Rosa María García al estudiar la crisis del XVII: “el pobre ya no se ve como un ser sobre el cual había que practicar la caridad; se había transformado en un delincuente potencial … también el pueblo llano era visto como una forma de rebeldía y de perturbaciones sociales. Así se configura un grupo social que delinquía o que era susceptible de hacerlo y que quedaba perfectamente delimitado por vivir en la miseria más absoluta; gentes sin trabajo y sin posibilidad de obtenerlo; gentes que vivían de la picaresca… que mendigaban y que no tenían cubiertas las necesidades básicas. .. Una comunidad en la que la inmensa mayoría eran jornaleros que dependían para su subsistencia, del trabajo de sus brazos; que se encontraba a merced de frecuentes hambrunas, debida más a la especulación de los dueños de grandes dominios que a causas naturales y que sufría las agobiantes exigencias fiscales del Estado, es extraño que reaccione mediante mecanismos de defensa… Las medidas de vigilancia y control iban especialmente dirigidas contra grupos considerados potencialmente peligrosos, como los pobres, los gitanos, forasteros o vagabundos.
Los “mal entretenidos” constituían uno de los grupos que más prevención suscitaban, tal vez porque bajo esta denominación se escondía todo aquel que podía ser una amenaza para el orden social vigente” (5).

En Montijo habrá una etapa de gran aumento del bandidaje, nos referimos a la segunda mitad del siglo XVII debido a lo dicho y a las guerras con Portugal. Desde 1.637 a 1.688 se formarían milicias concejiles y compañías de soldados reclutados en los pueblos de la comarca.
Las obligaciones fiscales a que se les sometía a éstos, de manutención de los ejércitos, provocarían muchas deserciones “así que la recluta forzosa es la gran solución a los problemas financieros de la mayoría de los ejércitos europeos a partir del siglo XVII… a principios de 1.600 se dio un cambio en los ejércitos. Hasta entonces eran patrimonio de la nobleza, ahora refugio de “vagos y maleantes” y la culpable es la leva forzosa” (Actas de Jauja, página 321).

Resultaba pues lógica la resistencia “activa y pasiva, a las órdenes y presiones, tanto de la Monarquía como de la oligarquía local encabezada por los condes.
Estas resistencias evidencian una total pérdida de legitimidad de los gobernantes a los ojos de las capas más desfavorecidas.. . que provoca un clima de tensión social y de clara desobediencia civil que se manifiesta de muy diversas formas: en la fuerte oposición a acudir a filas y a asumir la presión fiscal, en los huidos de la justicia que, en muchos casos, engrosarían las filas del bandolerismo … La corrupción era más visible en núcleos pequeños de población… además, de muy poco servían las quejas y querellas contra los regidores y alcaldes por motivos de negligencia, desidia o ineficacia en el ejercicio de sus cargos” (Actas de Jauja, pagina 325).

En 1.639 dictaría Felipe III una Real Cédula “para que todos los Justicias diesen favor y auxilio a los cuadrilleros de la Santa Hermandad”, y en 1.663 aprobaría Felipe IV una Pragmática donde “establecía el modo de proceder contra los malhechores que andaban en cuadrillas por caminos y despoblados, en la cual prevenía fuesen llamados por tres pregones o bandos, y que de no comparecer se les declarase BAND1DOS, exponiéndose sus nombres al público para que cualquiera les pudiese dañar, coger o matar, presentándolos vivos o muertos” (Actas de Jauja, pagina 19).

El 26 de mayo de 1.644 tuvo lugar la batalla del Montijo en nuestra comarca entre las tropas portuguesas y castellanas; tras ganar la batalla momentáneamente los españoles, “nuestros soldados se dieron al pillaje y desvalijo” dice Vicente Navarro. A muchos de estos soldados se les denominaba “aventureros”.


                    Batalha do Montijo (panel de azulejos del Museo Militar de Lisboa)

El “Curioso romance en que se declaran las portentosas hazañas de Bernardo del Montijo”

Del blog Almanaque, ©Antonio Lorenzo, 3 de noviembre de 2019, tomamos lo siguiente:
“Este pliego de cordel fue editado en Barcelona, sin que figure el año, por los herederos de Juan Jolis; sabemos que estuvieron activos entre 1760 y 1770. Fue recogido por Durán con ligeras variantes, en su «Sección de romances vulgares de valentías, guapezas y desafueros del vulgo», en el tomo II de su famoso Romancero general. Colección de Romances Castellanos anteriores al siglo XVIII, Madrid, M. Rivadeneyra, 1851, con el número 1342.
El pliego resalta, como es recurrente a otros muchos del mismo estilo, las desproporcionadas hazañas y arriesgados lances de un «guapo». Bajo esta denominación, los pliegos de este género se refieren a la persona valerosa, animosa y resuelta, que afronta todas las dificultades despreciando los peligros y enfrentándose a empresas arriesgadas con valor y resolución. Son prototipos de personajes con valor y bizarría y protagonistas de arriesgadas proezas, muy del gusto de las comedias de valentones y de este género de pliegos, como el que nos ocupa, donde suele combinarse lo heroico con lo amoroso.
Se trata de un curioso pliego donde se entremezclan los típicos enfrentamientos con otros jaques para resaltar y dar protagonismo a las características de nuestro protagonista…
En una de esas batallas entre los ejércitos portugués y español no se menciona ni se sugiere en el pliego dónde intervino el valeroso Bernardo.
Sin embargo, sí encontramos relación con la posterior comedia de 1704 bajo el título El más valiente extremeño: Bernardo del Montijo….
Se trata de una comedia atribuida al dramaturgo José de Cañizares (Madrid, 1676-1750), muy popular en su época y autor de dramas de corte calderoniano, comedias de santos, de enredo, de magia, históricas y, como la que nos ocupa, de guapos y valientes, conservada en manuscrito en la Biblioteca Nacional de España [BNE Ms. 15.136]. Colaboró con él en su escritura Bances Candamo. Tras una primera aprobación de la censura para su representación, el censor y también autor teatral Pedro Francisco Lanini, rectificó la aprobación inicial de esta comedia redactando una segunda nota ordenando el cambio del título para no hacer de menos a otros conquistadores extremeños como Cortés o Pizarro, ya que en la comedia de Cañizares se ensalzaba de manera importante la figura de Bernardo del Montijo. Se publicó el 28 de noviembre de 1704. Pese a esta discrepancia de criterios sobre el título de la obra, la crítica ha mantenido la propuesta inicial otorgando su autoría a Cañizares.”
Bernardo del Montijo son unos pliegos de cordel, un romance de ciego escrito en Zafra, donde se canta las “guapezas” o actos de valentía de ese personaje, “mancebo del Ampa” “jaque, rufo, guapo, majo, gente de bronce”, como se les denominaban en aquellos siglos a los que se movían fuera del orden y la Ley de la Monarquía católico-absolutista). Estos Romances eran las fotonovelas de aquellos siglos.

Como nos relata Jesús Cañas Murillo, en la cabecera del romance “figura una viñeta, xilografía, en la que aparece … un hombre en traje de viaje, con mochila a la espalda y con un sombrero, montado, en el campo, sobre un caballo, un jinete, armado, bajo el brazo izquierdo, con una escopeta o arcabuz, al que sigue, a pie, otro hombre, igualmente en traje de viaje y con sombrero, que porta, también … sobre el hombro izquierdo, un arma de fuego larga, una escopeta o arcabuz”. [6]

Nada sabemos sobre quien era en realidad el valiente Bernardo; Vicente Barrantes, en su “Aparato Bibliográfico” lo cita como “Bernardo Díaz”, pero sin darnos datos documentales que demuestren su apellido; como los hechos relatados transcurren durante la guerra con Portugal (1640-1688), en el Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol, según el archivero Pablo Iglesias Aunión, solo hay registradores con ese nombre por aquellos años un Bernardo Mendoza Sánchez, nacido en 1.604, hijo de Catalina Sánchez “la brava”, y Bernardo González que nació el 3 de diciembre de 1.637, era hijo de Manuel González y de María Juana.
Imagino que el tal Bernardo era hijo de jornaleros pobres y por ello rebelde a las injusticias que veía en aquella sociedad montijana de mediados del XVII.

Relatan los pliegos de cordel que “Apenas su tierna edad, a diez y ocho años llegaba (¿ en 1.654?), quando a un Alcalde, en su tierra, mató con bastante causa (imaginamos que sería al Alcalde de la Santa Hermandad), y viéndose perseguido por Villegas y por Piratas” (Guardas y Alguaciles de la Villa y cobradores de Impuestos), tuvo que huir a Andalucía, viviendo en Utrera donde tenía “leales camaradas, bien querido por los Rufos y aplaudido por las Majas”. “Allí trabó una pendencia por una mujer mundana, con un rufian muy amido le desafió a campaña, pero le envió al infierno… “, teniendo que huir hasta Zafra. En esa Villa y, de nuevo por un asunto de faldas, matarían al Corregidor, a un Capitán de la Guardia y a seis Alguaciles.
Volvió a huir a la raya de Portugal y allí le salió “el feroz enemigo” (los portugueses), “mató treinta Soldados, los mejores de mi Escuadra”, le hirieron y se fue a “la Solana” (podría ser Solana de los Barros) y, para pasar al anonimato y que no le persiguiese la justicia, se enroló en la Compañía de mercenarios del Capitán Brazo Fuerte para luchar contra los portugueses donde se hizo célebre”. Por entonces era normal que los delincuentes entrasen a sueldo en los ejércitos.
De allí pasarían a Juromenha (aldea portuguesa que está en el Guadiana frente a Olivenza) y Alburquerque.


                      Foto de Juromenha tomada del blog El País que nunca se acaba.

No dice nada el Romance dónde y cómo terminó sus días el “xaquetón” Bernardo. Sí nos dice que vestía sombrero, “ricos coletos y fuertes cotas de malla, espada, tres tronantes (pistolones)… dejando caer la capa” y que era experto caballista, cosa muy normal en los bandidos [7].

En Agosto de 1.646 se reclutaron de nuevo soldados en la comarca de Montijo y “Para evitar que los portugueses se infiltrasen por los alrededores de La Nava, se tuvo que poner parte de una compañía dado que éstos se habían llevado mucho ganado”. El entrenamiento para la guerra y el hambre llevó a muchos a dedicarse al pillaje y al hurto.

En junio de 1.664 los soldados de la comarca “huían por el camino” al estar cansados de tantos alistamientos y tantas cargas que tenían que soportar, dejando los campos baldíos. En 1.668 quedaría Montijo esquilmado y empobrecido pues las tropas acuarteladas durante veinte años habían cometido todo tipo de robos y violaciones.

Las leyes españolas aprobadas por Felipe IV en 1.663 denominadas las Pragmáticas volverían, en cuanto a las penas de muerte, a las leyes anteriores a las Partidas, recogiendo lo dispuesto en el Fuero Juzgo y Real. Disponían que se llamase a los malhechores mediante tres bandos y, si no acudían ante el Justicia, fuesen declarados “bandidos”, poniendo carteles con sus nombres para que cualquier persona que los viese los prendiese o matase y los condujese al Justicia, vivos o muertos, por lo que recibían una recompensa. Se condenaban a los bandidos al arrastramiento, horca y descuartizamiento, con colocación de los trozos en los caminos por donde actuaban para general escarmiento.
Decía Quevedo sobre la horca: “Mandaronlé encordelar los Señores la garganta, y abriendo las entrepiernas al verdugo, perdió el habla”.
El garrote vil se aplicaba sólo a los nobles por entonces.
Era la época de la temible cuadrilla sevillana de Los Berracos.

La independencia de Portugal en 1.688 provocaría el aumento del contrabando en toda la raya.
En 1.704-1.709 tendría lugar la Guerra de Sucesión española y volverían a acuartelarse tropas en Montijo con el consiguiente empobrecimiento de la población.
En 1.713 se encargaría de la protección de los transeúntes y de la seguridad de las comarcas a destacamentos de tropas de infantería, caballería y dragones para guardar los caminos, veredas y propiedades. Pronto comenzarían a surgir Compañías de Fusileros, Miñones, Escopeteros, Migueletes, etc.

La Santa Hermandad estaba ya en decadencia. De ahí proviene la frase popular “A buenas horas, mangas verdes”, por lo que tardaban en llegar al lugar del delito (Actas de Jauja, página 20). Como relata Manuel G. Cienfuegos: “el mayordomo de la Cofradía de la Vera Cruz de La Roca de la Sierra inscribe en el año 1716: “… volver a reintegrar la Santa Hermandad por haber estado deteriorada a causa de la guerra y haberse despoblado la villa… “ [8]
Sigue hablando Manuel G. Cienfuegos de las secuelas que dejó la guerra de 1.703-1.715; en 1.715-1.719 hubo una plaga de langosta y sequía; en 1.722 hubo un brote epidémico de calenturas malignas; en 1.735-1.739 hubo crisis agrícolas y sequías y en 1.752 -1.753. Y en 1.760 – 1.769 malas cosechas y epidemias de fiebres malignas y tifus; en 1.780-1.785 crisis agrícolas y paludismo … Ésto acarreaba hambrunas y paralizaba la actividad económica, con subidas de precios, ruina, pobreza y miseria.
En el siglo XVIII todavía había esclavos en Puebla de la Calzada, propiedad de los grandes propietarios de tierras y de los presbíteros (Pedro Gragera Barrena y Alonso Martín Gragera), desapareciendo en 1.758. Los esclavos solían morir en la indigencia y el abandono. (página 47 de su libro)

Los grandes propietarios se repartían el aprovechamiento de las tierras comunales, los arrendamientos de las hierbas, la fiscalización de los cereales del Pósito, y las tierras estaban adehesadas por los ganados trashumantes. Decía en 1.798 el párroco de Puebla Juan Ramos de Solis que “ … lo que tiene arruinado … a este pueblo, que por la escasez referida se ven obligados sus naturales a dedicarse al trato, ya lícito y de ilícito comercio con Portugal… del que se origina la ruina de muchas familias, castigados sus cabezas, ya en cárceles, ya en presidios, ya con multas que no pueden soportar … “.

Algunos encontrarían la muerte como: “ … Miguel Sánchez Cordero, vecino y natural de esta villa, falleció el 15 de febrero de 1729 y lo trajeron muerto a esta villa de la Puebla de la Calzada, que lo mataron los Guardas camino de Portugal… “ (página 50 de su libro). El 23 de Abril de 1730 declaran a Juan Sanguino “muerto en la huerta de un a1cabuzazo en la cabeza. “Se han catalogado … ocho fallecidos en el campo (la Vega, El Prado, camino de Portugal, en una huerta, en los montes)”. [9]

Miguel Angel Melón estudia que, a mediados del siglo XVIll, afloran las tensiones que venían acumulándose durante la Edad Moderna, los desequilibrios de propiedad impedían que una buena parte de la población tuviese los mínimos medios para subsistir, los bajos salarios, el trabajo sólo llegaba en cortas etapas del año, etc. Todo ello “convirtieron la opción del contrabando en una salida marginal más de las ofrecidas a un sector importante de la población de estas comarcas, con el añadido de repartir suculentas ganancias a quienes se mostraron diestros en su práctica … “ (página 22 de su libro). Había escasez de manufacturas aquí, por ello las traían de Portugal: lienzos ingleses, tabaco, sal; los géneros “estancados” eran aquellos en los que el Estado ejercía el monopolio de la compra a los productores y la venta al consumo.
En el XVIll se reformaría la administración aduanera, unificándola y modernizándola, ello unido al proteccionismo industrial (rebaja de los derechos de salida de productos españoles salvo para las materias primas y máquinas, trabas a la importación de productos manufactureros) [página 81 de su libro].
Se distinguió entre Aduanas principales (los funcionarios que tenían eran un Administrador, un Oficial de libros e interventor) y subalternas. Avanzando el siglo se creó un segundo cordón de aduanas para evitar el contrabando, las llamadas de afianzo, que serían extinguidas por Carlos III en 1.782 por la poca efectividad de éstas.

La Real Aduana de Puebla de la Calzada

En la segunda década, el partido de Badajoz tenía 22 aduanas “entre las que destacan por el alcance de los valores de sus rentas las de … Puebla de’ la Calzada … “ que era una Aduana Principal o de Valores. La estratégica ubicación de este pueblo en la calzada romana que iba de Mérida a Portugal hizo que se abriese en él una Real Aduana. El Reglamento de 18 de Julio de 1.760 mantiene en esta categoría a las aduanas de Puebla de la Calzada y Villar del Rey, entre otras, y en 1.782 se autorizaría el doble comercio (importación y exportación) a la de Puebla de la Calzada, quedando como subalterna la de Villar del Rey.
En el siglo XVIII, Badajoz y Zarza la Mayor serán los principales focos de tráfico aduanero de la provincia extremeña.

Valores de rentas de la aduana de Puebla de la Calzada en este siglo [10]
Año         Maravedíes
—— —————-
1720          283.215
1730          655.136
1740          406.144
1750          474.240
1760       1.132.659
1770          675.990
1780       1.355.741

Pero se haría patente la ineficacia del sistema para controlar el contrabando, pues éste perfeccionó sus técnicas y aumentó progresivamente. Las reformas fracasaron.

Los productos con los que se traficaba eran: importación de tabaco (de venta libre en Portugal), de vinos y aguardientes, exportación de trigo, seda, potros y yeguas. En Junio de 1.747 visitó las aduanas de Badajoz un funcionario de la Dirección General de Rentas, Esteban Pérez y Delgado, quien elaboró un Informe sobre las prácticas fraudulentas en el tráfico del aceite. Observó este fraude en la aduana de Puebla de la Calzada que consistía en despachar el aceite por cargas y otras veces por arrobas -y al no estar equiparados los pesos de éstas en Extremadura- reducían el pago de impuestos a la mitad.
La Dirección General le contesta el 23 de junio: “Las prevenciones que Vd. ha hecho al Administrador de … Puebla de la Calzada con motivo de la malicia que advierte en el despacho del aceite ha sido de nuestra aprobación … esperando produzca los más favorables efectos en beneficio de las Rentas” (página 142 del libro de Miguel Ángel Melón).

                    Asalto a una dilegencia. Goya. 1793/94. Colección de Juan Abelló.

En 1.767 se realizó una reestructuración de las aduanas, donde no aparece la de Puebla, y se reformó el cuerpo de vigilancia policial y militar del “Resguardo de Rentas Reales de Extremadura”. Figura Montijo con un Visitador de Cascos, un Subteniente y tres Ministros de a 6 reales. Pero esta reforma se hizo ineficaz, el contrabando siguió aumentando pues las crisis agrarias impulsaban a muchos a practicarlo “por no encontrar quien los acoja y emplee … para subsistir y auxiliar a sus infelices familias“. [11]

En el invierno de 1.780, el Intendente General Provincial consideró zonas de atención preferente -por existir un mayor índice de contrabando- a La Roca de la Sierra y Villar del Rey, entre otras, y se encargarían a partidas de tropas y del Resguardo de Rentas de perseguirlo. Aprehenderían las Partidas del Resguardo de Badajóz a 25 contrabandistas de Montijo, Lobón, Badajoz y Valverde de Leganés, entre ellos a un contrabandista de Montijo cuando llegaba al pueblo con una carga de tabaco: “En 16 de Agosto se aprehendieron, extramuros del Montijo, dos libras y media a Francisco Méndez, que hizo fuga”. La Partida de Villar del Rey aprehendió 6 reos de ese pueblo y portugueses con 83 libras y media de tabaco. (Miguel Angel Melón, página 178).

Las épocas del año en que aumentaba el contrabando eran las de menor oferta de trabajo de faenas agrícolas, en invierno y otoño. Se mantenían en los pueblos verdaderas sagas familiares que, de padres a hijos, transmitían los secretos del oficio como si de un empleo legal se tratara.

                       Bandolero, según un grabado de la época. Tomado de WikipediA.

Los bandidos, contrabandistas y salteadores serían sometidos en 1.783 a la jurisdicción militar, siendo juzgados por Consejos de Guerra como si fuesen enemigos extranjeros, penándolos con la muerte, si se resistían con armas, y con diez años de presidio si no ofrecían resistencia … Incluían entre “los grupos perseguidos a los gitanos y castellanos nuevos” (página 161). Una Real Cédula de 1.796 denunciaba que algunos eclesiásticos favorecían el contrabando dándoles abrigo “abusando de su fuero”.

Debemos tener en cuenta que en los pueblos donde se ejercía el contrabando se le consideraba por los vecinos un “negocio tan respetable como cualquiera “.

En el siglo XVIII el Conde de Montijo tenía la facultad de nombrar Alcalde de la Santa Hermandad y Alcalde de la Cárcel; en 1.773 era Justicia Mayor de Montijo y Puebla Pedro Álvarez Vadillo; por esos años había un Cuartel de tropas en la calle Arriba con un Alférez Mayor a su cargo.

En la villa de Montijo había a mediados del siglo XVIII 25 arrieros, 50 pobres de solemnidad, ganadería mular y caballar con cuadrillas de manaderos. Recordemos que en 1.774 estaba acuartelado en Montijo un Escuadrón de Caballería e Infantería al mando de José Cadalso, quien decía que el pueblo estaba arruinado, habitado por hombres rudos y toscos, y se aburría muchísimo.

El siglo XVIII fue muy propenso al bandolerismo, por eso el rey Carlos III emprendería una feroz lucha contra él, aprobando la Novísima Recopilación, cuyo Libro 12 Ley 1ª se dedicaba a la extinción de malhechores; creando la Real Audiencia de Extremadura cuya Sala del Crimen era la encargada de juzgarlos; colonizando las sierras más frecuentadas por ellos (Villarreal de San Carlos); creando en 1.776 las Compañías de Escopeteros Voluntarios para perseguir a los salteadores de caminos y los contrabandistas, y para su Comandancia General de Escopeteros puso al frente a militares del Ejército regular, aunque sus jefes natos eran los Regentes de la Real Audiencia. Las Compañías se dividían en Partidas de Cuadrilleros volantes que actuaban en los puntos claves del bandolerismo.



Esta era la época del bandido andaluz Diego Corrientes (1.757-1.781), ladrón de caballos padres que eran por entonces un excelente negocio. Fue prendido en Olivenza gracias a un Convenio de extradición que existía con el reino portugués.

El bandolerismo estaba por entonces de moda en el sur de España, por ello en Junio de 1.791 se dictó una Orden por la que se mandaba al coronel del Regimiento de Dragones de Almansa a perseguir a los contrabandistas y malhechores de Andalucía y Extremadura hasta la raya de Portugal; el rey Carlos IV promulgó en 1.794 una Instrucción para la aprehensión y persecución de malhechores, creando una tropa especial con Partidas Volantes. Los pueblos tenían que contribuir a su mantenimiento con arbitrios, lo que ocasionó protestas de los vecinos.

En el Archivo Histórico del Ayuntamiento de Montijo existe un libro llamado “Las Penas de Cámara” que recoge sentencias judiciales desde el último cuarto del siglo XVIII. No se incluye ningún homicidio pero en 1.794 se siguieron autos de oficio contra el “reo prófugo” Pedro Engracia; contra “Pablo Jiménez, condenado por seis años, a uno de los presidios de África” y “contra Pablo Jiménez y consortes de esta villa sobre sustracción de 4 cerdos” …

Tomás López, en sus Interrogatorios de 1.798, nos dice de Puebla de la Calzada que            “ … aunque toda esta tierra es de campiña y propia para la labor están las más adehesadas y destinadas para la cabaña de ganaderos trashumantes sin dejar a los pobres labradores lo necesario para la agricultura, lo que tiene arruinada esta provincia y mucho más a este pueblo, que por la escasez referida se ven obligados sus naturales a dedicarse al trato, ya lícito ya ilícito, comercio con Portugal, como tan próximo, de que se origina la ruina de muchas familias, castigadas sus cabezas ya en cárceles ya en presidios, ya con multas que no -pueden soportar … “. La importancia del tráfico comercial con Portugal se demuestra en la existencia en Puebla de una “Real Aduana por ser el pueblo más inmediato a Portugal por esta parte, con un Administrador (que lo es también de la renta del tabaco) y un Oficial Interventor … “
Hagamos un paréntesis antes de entrar en el siglo XIX.

Características del bandolero extremeño

Solían ser sujetos rudos, sin cultura; procedían de los sectores campesinos más pobres (jornaleros), excluidos por el injusto reparto de las tierras y por carecer de perspectivas, por eso solían atacar y robar a los sectores más poderosos (autoridades, grandes propietarios, clero); los campesinos pobres los tenían por héroes vengadores.

Como dice Rafael Merinero Rodríguez: “las clases populares proyectan sobre el bandolerismo una agresión al poder y a la situación social de injusticia en la que se encuentran, nunca muestran al bandolero como el medio de la revolución social… El mito del bandolero está fundamentado en la situación social en la que vive el campesinado que hace que éste vea en aquel un elemento subversivo, de su propio origen social que agrede, pone en jaque … a los ricos, privilegiados y poderosos culpables de la penumbra en que viven. La función principal que cumple la mitificación de los bandoleros es la de suavizar una situación social problemática para ellos, nunca acaba con el problema… “ (Actas de Jauja, pagina 63).

Su incremento se produce en épocas de inestabilidad y hambruna motivadas por guerras, epidemias, sequías.
Habían pertenecido en muchos casos a las milicias y guerrillas de donde habían recibido preparación militar; eran crueles y violentos. Habían sido presidiarios o fugados de cárceles. No solían tener ideas políticas. Bandidaje y guerrilla marchan paralelos en los siglos XVII al XIX.
Su indumentaria fue mitificada por los viajeros románticos del XIX como Ford: “Camisa blanca, largas patillas, chaqueta corta, pantalón estrecho, faja, canana por encima, botas o zapatos con polaina, cabeza cubierta con pañoleta y sombrero calañés, y al hombro manta multicolor”.

                              Representación de un bandolero. Tomada de Pinterest.

Zonas extremeñas del bandolerismo

Había tres bien definidas por sus sistemas montañosos: 1) la de Sierra Morena y de Salvaleón, 2) la de las sierras de San Pedro, Montanchez y las Villuercas (que sería la nuestra), y 3) la de las sierras del norte de Cáceres.

La banda montañosa central [2] ha sido importante escenario del bandolerismo, estaba cruzada por la Vía de la Plata, el camino de Badajoz a Cáceres y el de Alburquerque a Montijo. Solían ser asaltadas las caravanas de mercaderes y arrieros, las postas de Correos y las diligencias de viajeros. Bajaban al llano a hacer robos en cortijos y majadas; tenían colaboradores y confidentes en pastores, mayorales, carboneros, que les informaban y suministraban comida y ropas a cambio de bastante dinero.

Los bandoleros tenían sus guaridas en los picachos y cuevas de las sierras, en los cortijos y castillos en ruinas (como el de Azagala).
Eran puntos negros en la zona: el tramo largo del camino real de Badajoz a Madrid, el tramo de la Vía de la Plata de Mérida a Cáceres por la sierra de Montanchez y la raya con Portugal por la abundancia de contrabandistas.

Organización de los bandoleros

Se estructuraban en Cuadrillas o gabillas. En los siglos XVI al XVIII eran grandes, en el XIX tenían entre 6 y 12 miembros. Se agrupaban alrededor de un líder carismático y cruel (alguna era bicéfala), fuertemente jerarquizadas (paramilitares) y con división de las tareas. Al jefe se le llama “Capitán”.
Los miembros de cada cuadrilla provenían de pueblos cercanos y dominaban un territorio en exclusiva que conocían perfectamente. Merodeaban los pueblos, las ventas, tabernas y posadas, debiendo salir muchas veces corriendo en sus caballerías perseguidos por los Escopeteros.

El bandolerismo romántico

La primera parte del siglo XIX va a ser muy fructífera para el bandolerismo, motivado por la Guerra de la Independencia, las revoluciones liberales y la desamortización de las tierras de los Concejos y la Iglesia por la que se expulsará a miles de campesinos de su único sustento desde hacía siete siglos.
El bandolerismo irá ligado al caciquismo y los movimientos sociales de la tierra, a las luchas campesinas, a la miseria rural.

La Guerra de la Independencia (1808-1812) traerá el resurgir del bandolerismo pues algunos guerrilleros, al terminar aquella, seguirían como partidas inadaptadas en el campo, con gran pericia y destreza militar. Muchos malhechores, los falsos guerrilleros, se enrolan en la guerrilla. El Gobierno español, para aumentar sus fuerzas, legitimó las partidas de bandidos como combatientes; la Junta Suprema Central aprobó su Reglamento de Partidas y Cuadrillas el 28 de Diciembre de 1808 donde se concedía el indulto general “a todo contrabandista de mar o tierra que en el término de ocho días se presente para servir a alguna cuadrilla”. Posteriormente irían entrando en las guerrillas muchos desertores y delincuentes. [12]

Dice Luís Díaz Torrejón que “podemos confirmar la paridad existente entre el guerrillero y el malhechor … frecuentemente el guerrillero adopta personalidad de bandido y viceversa… muchas de sus actuaciones están colmadas de abusos, aunque alguno de sus miembros justificará semejante actitud diciendo que “fue indispensable para proporcionar la manutención que la referida partida cometiera algunos excesos” (Actas de Jauja, página 139).

Por eso Fernando VII aprobará en 1.814 Instrucciones para perseguir “las cuadrillas de malhechores que infectan los caminos del Reino” y el Real Consejo de Castilla formará en 1.815 Partidas de Escopeteros, paisanos armados.

En Montijo se formaría en junio de 1.808 un Batallón de Voluntarios para luchar contra las tropas francesas; los Escopeteros montijanos debían ser “de conducta intachable”, pero en diciembre ya había desertores del Ejército de Extremadura.
Durante 1.808-1.812 los vecinos huyen de Montijo a la llegada de los franceses y engrosan la guerrilla. “Muchos morirían en montes y caminos”; así el 31 de marzo de 1.809 morían asesinados en los campos de Lobón ……. Martín y …….. Dorado sin que sepamos documentalmente si estos dos montijanos eran bandidos o guerrilleros. El pueblo estaba desolado y empobrecido.

Andalucía y Extremadura eran las dos regiones donde se desarrolló más el bandolerismo; en la primera, las zonas de más tradición bandolera serán la Serranía de Ronda, los Santos Lugares o comarca de Osuna, y Sierra Morena. Aparecería en 1.813 la cuadrilla de Los 7 Niños de Écija que serían ajusticiados en 1.818.

En 1.817 los bandidos salteadores copan el suelo de Extremadura, por eso el Capitán General -Conde de Castroterreño- sacaría una Circular el 5 de junio para acabar con una de las cuadrillas más dañinas, pesadilla de las autoridades, la de Melchor y Merino, de la que hablaremos a continuación:

En la Revista de Extremadura, editada en Cáceres en 1.906. Tomo VIII, 1ª época, saldría publicado un artículo de Publio Hurtado titulado “Melchor y Merino” donde se relataba de forma literaria las andanzas de estos peligrosos bandidos. “cometieron tales excesos y atrocidades que su nombre suscitaba pánico en Extremadura y áreas limítrofes. La banda de “Melchor y Merino” se convierte en un auténtico quitasueño para las autoridades extremeñas en el tramo final del período absolutista.”
Melchor González, alias “Platero”, era natural de Zalamea de la Serena.
Resulta que Antonio Merino, alias “Záfaro”, era de Puebla de la Calzada. Antonio Merino nació, según Publio Hurtado, en 1.785, pero no hemos encontrado su partida de bautismo en el Archivo Parroquial de Puebla de la Calzada.

En el siglo XVII aparecen en este pueblo vecinos apellidados Zajaro y puede que se dedicasen al contrabando o fuesen esclavos. El apellido continuó existiendo en Puebla de la Calzada en los siglos XIX y XX. En 1807 vivía María Zajaro, conocida como “la Zajara” que podría ser la madre de Antonio Merino. El apellido Zajaros proviene de la República Checa.

Cuando al comienzo de la revolución gloriosa de 1868 se formó una Junta Revolucionaria para regir el Ayuntamiento de Puebla, uno de los regidores se llamaba Leonardo Cabo Zajaro, agricultor. En 1893 vivía en Montijo, en la calle Santa Ana nº 13, el poblanchino Gabriel Zajaro.

Ambos cabecillas parecen contar con antecedentes y larga experiencia delictiva antes de construir su grupo. La cuadrilla, que “nunca la componían menos de quince o veinte prosélitos”, fue una de las más temibles en toda la historia del bandolerismo extremeño, era coetánea a la de Los 7 Niños de Écija, tenía una dirección bicéfala sin enfrentamientos entre ellos. Formaba parte de ella otro vecino de Puebla de la Calzada: Francisco Sánchez Lechón, alias “Ballesteros”.

Su actividad se desarrolló por los años 1.815 a 1.820, nada más acabar la guerra de la Independencia lo que indica que podrían ser guerrilleros inadaptados a la vida en paz, y se movían sobre todo por la zona montañosa central (aunque recorrieron Cáceres, Badajoz, Ciudad Real, Córdoba, Sevilla, Huelva y el Alentejo portugués); “tuvo gran querencia por esta zona donde se registraron no pocas de sus fechorías”, sobre todo en las Villuercas. Desconcertaba a las autoridades la gran movilidad y rapidez con que llevaban a efecto sus fechorías apareciendo por el sitio más inesperado.

Manuel Moreno Valero transcribe la descripción que el ayuntamiento de Pozoblanco hace de su comarca en septiembre de 1.818: “Juntándose en su centro los tres Reinos de Córdoba, Extremadura y la Mancha y cruzándose los caminos reales que llevan la correspondencia, el trajín y la comunicación reciproca entre estas tres provincias, de suerte que hallando el facineroso abrigo para obscurecerse en los cerros y faldares de esta Sierra que nos circunda por todas partes, tiene facilidad de hacer sus correrías a caballo impunemente en las llanuras, habiendo así podido conservarse muchos años la famosa cuadrilla conocida por de Melchor y Merino, que a imitación de la de los Niños de Écija, comete iguales excesos … “ [l3].

La Comandancia Militar de Andalucía mandaba fuerzas de Caballería e Infantería, y “Pozoblanco, Hinojosa, con todas las poblaciones de los Pedroches, Fuente Ovejuna y Cabeza del Buey fueron oportunamente asistidos de los auxilios que necesitaron en el año próximo contra la cuadrilla denominada de Melchor y Merino… “ (Actas de Jauja, página 345).

Despojaban de sus pertenencias en los asaltos a los viajeros, mercaderes y hacendados, robaron “a unos agualojeros que iban al Montijo”, a un Comisario de Guerra de Badajoz y a un Mariscal de Campo, a un apoderado de un Conde, a una Casa de Postas, a una Venta, etc. Su acentuado anticlericalismo (lógico en unos jóvenes que se habían criado en una sociedad donde el clero tenía un gran poder económico-social que incluía la pertenencia de esclavos) se vengaba contra curas y frailes, manifestando un trato irreverente y sacrílego -les obligaban a fornicar con sus ferigresas-. Cometerían muchas violaciones en los asaltos de diligencias, malos tratos y asesinatos.

El número de la cuadrilla variaba, no bajó de doce ni subió de las dos docenas. Había algunos de Jabugo, algún manchego y el resto pacenses. Tenían varias mujeres bandoleras que eran sus novias; destacaba “la moza de Merino”, Rafaela Sánchez, apodada “La Valenciana”, “hembra de hermosísimo porte”.
                                  Bandolero y la novia. Tomado de todocoleccion.net

“La indumentaria de estos delincuentes… era variada y rumbosa. A principios de siglo, usaban moño, con pañuelo de seda de colores arrollado a él, coleta y tufos, calzones de estezado o de cordoncillo, chupa de cordoncillo con tripe azul y zapatos romontados o botas morunas sevillanas. Más tarde, hacia 1815, llevaban ya el pelo corto, con chaquetilla y calzón de barrutina con botones de plata, botas de montar de cordobán o baqueta sevillanas, monteras andaluzas o sombreros calañeses o chambergos. Todos tenían buenos caballos… los aparejos eran redondos, con alamares, y terciaban sobre ellos hermosas mantas jerezanas. Cada uno iba armado de dos trabucos o dos escopetas, facas, puñales y otras armas blancas … “.

Las autoridades intuían que Melchor y Merino podían erigirse en paradigma de conducta social (echarse al monte), en modelo de vida fácil, y los declararon “enemigos públicos” para castigarlos con las máximas penas con el fin de que sirviesen de efecto disuasorio a los demás. “Solían enviarse a perseguirlos destacamentos de soldados… Los pueblos de La Serena organizaron contra ellos -visto que la protección oficial era insuficiente para ponerlos a cubierto de sus atrocidades- una Compañía de Tiradores … más tampoco alcanzaron el éxito propuesto. ¿Y cómo habían de lograrlo si existían pueblos, y no pocos, que desde el Ayuntamiento al último vecino los amparaban y favorecían, unos por amistades personales y la mayoría por miedo?”.
Era conocida la aceptación que disfrutaban entre el paisanaje de las zonas donde actuaban.

El 5 de junio de 1.817 intentó Capitanía comprar el indulto de Melchor “con tal de que este procure la entrega de su quadrilla” pero no lo consiguió y siguió intensificando sus crímenes. En 1.819 se traslada temporalmente a Badajoz la Sala del Crimen de la Audiencia para seguir más de cerca las actuaciones contra Melchor y Merino; “se comunicaron órdenes a los Capitanes Generales de Extremadura y Andalucía para que arreciasen en su persecución. Publicáronse bandos y pregonáronse en pueblos y ciudades las cabezas de los malhechores, ofreciéndose crecidas sumas a los que los presentasen vivos o muertos”.
Otro de los integrantes de la cuadrilla era Kiko Quesada, natural de Trujillo.

De la página web La Opinión Web.com, artículo El bandolerismo en Trujillo: Kiko Quesada, Melchor y Merino, tomamos este texto: “La responsabilidad del orden público se desplaza hacia el Jefe Superior del Gobierno Político de Extremadura. Desde tal cargo, Álvaro Gómez persiguió a Quesada, Melchor y Merino -estos últimos participaban juntos en los asaltos-dictando algunas medidas muy certeras. Este sería el que en 1819 los apresaría. El principal campo de acción de estos bandoleros estaba en el camino real de Badajoz a Madrid, a su paso por Trujillo, resultaban peligrosos los largos tramos despoblados. De Mérida a Trujillo tenemos documentados importantes asaltos… Investigando a Kiko Quesada podemos describirlo así: Un hombre no mayor de treinta años, cerrado en barba, con uniforme militar o chaqueta con botonaduras, botines abiertos, tocado con sombrero redondo, cananas a la cintura y/o en bandolera; armado con dos escopetas o tercerola , amén de armas blancas ( puñal y cabritera); montado sobre espléndida caballería. He revisado que la estampa descrita admite tanto el refinamiento de la indumentaria del cabecilla, como su ostentosidad particular. Basándome en la manera de llevar a cabo sus acciones criminales, así como en el historial de algunos miembros de cuadrillas relevantes, ofrezco una serie de datos sociales y humanos del bandido: Baja extracción social; ambición ilimitada, pues quiere salir del entorno miserable a toda costa; carente de educación y estímulos políticos; rudo de modales; medianamente disciplinado, pues perteneció al ejército o a la guerrilla.
Los más decididos y ambiciosos se plantearon el bandolerismo en la cuadrilla de Quesada como uno de los pocos medios de evadirse de una situación de miseria. A tenor de los documentos se observa entre los bandidos un deseo de resarcirse de los incontables abusos que comete el estamento dominante local, afán comprensible en una sociedad tan hostil y frustrante para el campesinado trujillano. Ello se materializa en el acoso frecuente que padecen algunos representantes de la capa enriquecida, aristocrática y latifundista que maneja las tierras rurales de la comarca trujillana. Las agudas crisis de subsistencia que acompañaban las fases de posguerra produjeron un recrudecimiento del bandolerismo…”

Se forman diversas causas judiciales contra ellos, serán declarados en rebeldía y en 1.819 irán cayendo varios de la cuadrilla: en La Mancha caen cuatro, entre ellos Melchor, que será ejecutado en Madrid en 1.819, “No lejos de Fuente Ovejuna fue herido y capturado Francisco Sánchez Lechón… Merino, al par que su querida, fueron presos en Elvas por el sargento Cayetano Sousa, al que dieron 500 ducados en premio de tan señalado servicio, habiendo precedido para conseguirlo muchas confidencias, comunicaciones y cabildeos entre las autoridades de aquella ciudad y las de Badajoz. Ocurrió esta aprehensión en marzo de 1820, y conducidos aquellos a la capital de Extremadura, Rafaela Sánchez sufrió en ella las penas a que había sido condenada… la de vergüenza pública (encadenarla en la Picota durante varios días sin comer ni beber) y diez años de reclusión en la casa-hospicio de Badajoz … Más dado su desenfado ¿pudo la primera ser más bien que una pena un galardón? Indudablemente … los infinitos curiosos que a fuerza de admirarla convertían en muda ovación la Judicial afrenta … Merino fue traído a Cáceres y agarrotado en la plaza pública el 19 de junio de 1820, ejecutando la sentencia que… había dictado la Audiencia en 11 de mayo de 1819… los restantes individuos de la partida, que atraparon vivos los esbirros de la justicia … fueron ajusticiados … “.

En las constituciones liberales va desapareciendo la tortura contra los reos. La abolió la Constitución de Bayona de 1.808, las Cortes de Cádiz en 1.811 y definitivamente en 1.814 por Fernando VII.

En 1824, período absolutista, subirá la actividad bandolera. Los Cuerpos de Voluntarios Realistas (integrados por una masa de campesinos armados al servicio del despotismo) lucharán contra ellos con gran saña. En la época isabelina se formarían las Compañías de Seguridad, las Milicias y las Compañías de Escopeteros contra los bandoleros.

En esos años, las fuerzas encargadas de reprimir a los malhechores se relajaban (algunos Escopeteros se pasaban a las partidas de bandoleros, los compraban con dinero, etc.), por lo que se aprobaron muchas Órdenes o Edictos refundando los cuerpos de seguridad. Así, la Legión de Salvaguardias Nacionales, creada en 1.820, será sustituida por los Celadores Reales en 1.823; éstos por los Salvaguardias Reales en 1.833 y éstos por los Cuerpos de Voluntarios al año siguiente.

La época romántica da también muchos bandoleros, el más representativo en Andalucía José María el Tempranillo (1.804-1.833), liberal, que terminaría siendo indultado por Fernando VII y sirviendo a éste en una Partida a Caballo encargada de perseguir a su antigua cuadrilla a manos de los cuales moriría asesinado. Y en Madrid actuaba Luís Candelas (1.806-1.837), liberal y masón. En la Regencia de Espartero (1.840-1.843) actuará el bandido portugués El Semental por la Sierra de Gata.

El contrabando en Puebla de la Calzada durante el siglo XIX

La lucha contra el contrabando se encomendó al Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras, instituto creado por Real Decreto de 9 de Marzo de 1.829, dependiente del Ministerio de Hacienda y organizado por el Mariscal de Campo José Ramón Rodil.


En Puebla de la Calzada seguía existiendo el contrabando con Portugal. En los libros de fallecimientos de su parroquia recoge Manuel G. Cienfuegos un caso: “.. . mandó den sepultura en el día de la fecha (20 de Octubre de 1.841) al cadaver de Francisco García Rodríguez, natural de esta villa, marido que fué de María Candelas García, de edad de cuarenta y cuatro años, de ejercicio traficante … el que falleció el día de la fecha fusilado por la fuerza armada que le conducía a la ciudad de Badajoz, y le mandé enterrar a inbitación de la autoridad ordinaria de esta vula … “ [14] . Se ve que le aplicaron la Ley de Fugas.

En este período también ha localizado Cienfuegos los casos de Pedro Gragera Gragera, hijo de Domingo Gragera (natural de Torremayor) y Apolonia Gragera, marido de Micaela Cordero, naturales de Puebla de la Calzada y de oficio traficante (la profesión de traficante figura en la partida bautismal de su hijo… en 1837, siendo su madrina Inés Rivera, cuyo marido era trajinero), y el de Juan de Silva, de oficio traficante (gitano, natural de la villa de Almendral, hijo de Juan de Silva, de la misma naturaleza y el mismo oficio) … De esa misma época hemos localizado como vecinos de Puebla de la Calzada a don Francisco Conill, Teniente de Carabineros de Costas y Fronteras, natural de Olot. José Toledo, natural de la villa de Almansa, de oficio Cabo Carabinero de la Hacienda Pública… Andrés Cid, natural de Villar del Rey y Carabinero de la Real Hacienda, Manuel Pérez, Sargento de Carabineros… “ (página 51). Lo que demuestra la existencia de la Aduana de Puebla en el siglo XIX.

Tras la desamortización de las tierras de la Iglesia y de los Concejos (1.837-1.850) serían expulsados muchos campesinos a la marginalidad, empezando los robos y quemas de cosechas.
En 1.844 se aprobó por el Gobierno liberal-moderado (siendo ministro de la Guerra el General Narvaez) el Real Decreto de 28 de marzo creando el Cuerpo de Guardias Civiles para “proveer al buen orden, a la seguridad pública, a la protección de las personas y de las propiedades fuera y dentro de las poblaciones”, era dependiente directamente del Ministerio de Gobernación, estaba formado por las armas de Infantería y Caballería. “Fueron muchos los mandos del Ejército que pidieron el traslado a la Guardia Civil” (Actas de Jauja, página 251) y fueron disueltas las Compañias de Escopeteros, Miñones, Migueletes y similares, y sus miembros podían ingresar en el nuevo Cuerpo.

Creará el Duque de Ahumada la Guardia Civil para defender las nuevas propiedades en manos de la burguesía rural y detener a los delincuentes. El duque de Ahumada era el hijo del Marqués de Amarillas, Capitán General y Presidente de la Real Audiencia de Sevilla en 1.833 cuando el Tempranillo mandaba la partida de a caballo.

La “Cartilla del Guardia Civil”, pequeño libro que debía llevar siempre consigo el Guardia, fue aprobada por una Orden de diciembre de 1.845. La primera tarea era conseguir la seguridad de los caminos y campos, la conducción de presos de una cárcel a otra, la escolta de los trenes, “Vigilará escrupulosamente a los gitanos que viajen, cuidando mucho de reconocer los documentos que tengan … contar las caballerías que lleven; inquirir el punto al que se dirigen, objeto de su viaje … “ (Artículo 10°).

En el año 1.844 dirá Pascual Madoz que los caminos de Montijo son peligrosos por los malhechores.

En 1.845 se abriría en Badajoz el primer cuartel de la Guardia Civil. “El 8 de mayo de 1854 se solicita por el Ayuntamiento de Montijo un cuartel de la Guardia Civil, que no se concedería por necesitarse las fuerzas para la guarda de los caminos”. En 1.887 sí existiría ya un cuartel en la calle Alameda.
Con la Guardia Civíl, el telégrafo y el ferrocarril, irá desapareciendo el bandolerismo. En la segunda mitad del XIX ya será un fenómeno aislado. En Andalucía quedarían Pernales (muerto en 1.907) y El Vivillo (muerto en Argentina en 1.929), expertos caballistas.

Lápida existente en el Cementerio de Montijo que se encontraba en un nicho del Cementerio Católico que existió donde hoy esta el parque municipal. Dice así «Aquí  yace D. ANTONIO MARTÍNEZ CAÑIZO, Comandante Graduado Capitán del 5º  Escuadrón de Carabineros. Falleció el día 12 de enero de 1.865 a los 51 años de edad. R.I.P.»

El contrabando continuará existiendo en Montijo y Puebla de la Calzada hasta hace muy pocos años, debido a las enormes carestías de productos provocados por la Guerra Civil de 1.936 y a las hambrunas posteriores, pero ya se practicaba de forma individual. La apertura de las fronteras llevada a cabo por la entrada de España y Portugal en la Unión Europea terminará con esta actividad ilícita.


Notas

[1] “Actas de las Segundas Jornadas sobre el Bandolerismo en Andalucía”. Jauja. Página 18.
[2] Miguel Ángel Melón. “Hacienda, comercio y contrabando en la frontera de Portugal”. Página 23.
[3] Manuel G. Cienfuegos. “Puebla de la Calzada en el Antiguo Régimen”. Tomo II. Página 28.
[4] lbidem. Tomo 1. Página 21.
[5] Actas de Jauja. Páginas 303 a 327.
[6] Revista de Estudios Extremeños. Tomo LV. Número 11. Páginas 351 a 362.
[7] Actas de Jauja. Páginas 71 a 98.
[8] Manuel G. Cienfuegos, obra citada, Tomo II. Pág. 37.
[9] lbidem. Página 46.
[10] Miguel Ángel Melón, obra citada. Págs. 265 a 272.
[11] lbidem. Página 154.
[12] Actas de Jauja. Páginas 121 a148.
[13] Ibidem. Páginas 336 a 345.
[14] Manuel G. Cientuegos, obra citada. Página 50.

Bibliografía

-Fernando Flores del Manzano, “El bandolerismo en Extremadura”. Universitas Editorial. 1992.

-José Santos Torres, “Los Bandoleros”. Cosas de Sevilla. 1981.

-Vicente Navarro del Castillo, “Montijo, apuntes históricos de una villa condal”. Ed. Ayuntamiento de Montijo, 1974.

-Manuel García Cienfuegos, “Puebla de la Calzada en el Antiguo Régimen”, dos tomos. Ed. Ayuntarniento de Puebla de la Calzada. 1999.

-Miguel Ángel Melón Jiménez, “Hacienda, comercio y contrabando en la frontera de Portugal (siglos XV-XVIII)”. Ediciones Cicón. Cáceres. 1999.

-“Actas de las segundas Jornadas sobre el Bandolerismo en Andalucía”. Ed. Ayuntamiento de Lucena. 1999.

-F. Hernández Girbal, “Bandidos célebres españoles”. Ed. Lira, Madrid. 1992.

-Constancia Bernaldo de Quirós, “El bandolerismo andaluz”. Ediciones Turner, Madrid, 1978.

-E. Hobsbawn, “El bandolerismo social” en “Rebelión campesina y cambio social”, Landsberger (de). Ed. Grijalbo, Barcelona. 1986.

-Jesús Cadas Murillo, “Un suceso extremeño en el siglo XVIII: la historia del valiente Bernardo del Montio en un pliego de cordel de la Ilustración”. Revista de Estudios Extremeños, Tomo LV, Número 11. Diputación de Badajoz. 1999.

-Sánchez Montero, “Política y contrabando en el siglo XIX”. Sevilla, 1989.

-Julián Zugasti, “El bandolerismo. Estudio social y memoria histórica”. Madrid. 1877.

-“Bandoleros Andaluces”, editado por el Museo del Bandolero de Ronda.

Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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