La artesanía tradicional perdida en Montijo

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Este artículo lo expuse en el programa de Radio Montijo (Onda Cero) “Historias de Montijo”, el día 23 de julio de 2003, al que invité al albardonero Juan Durán Barroca y donde recordó muchos oficios existentes desde comienzos del siglo XX. Le doy las gracias a Antonia Gómez Quintana por haberme buscado en su día listados de artesanos de los libros del Archivo Histórico Municipal, a Diego Domínguez Plaza (carpintero-navajero) y a Francisco y Manuel Regalado (herreros) por haberme transmitido sus recuerdos.

INDICE
-Los Gremios desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
-Las categorías de las profesiones: aprendices, oficiales y maestros.
-Los artesanos en el siglo XVII.
-El Catastro del Marqués de Ensenada de 1753 en Montijo.
-El censo de 1852.
-La industrialización a finales del XIX.
-Los artesanos a finales del siglo XIX y el XX.
-La Escuela de Artes y Oficios desde 1943.

Los gremios de artesanos desde la Edad Media hasta la revolución liberal del siglo XIX


Fernando Marcos Álvarez, en su libro “Los Gremios en Badajoz: catálogo de maestros y aprendices (siglo XVII)”, editado por la Junta de Extremadura en 1998, dice en la Introducción: “En… la España del Antiguo Régimen, los operarios de las distintas profesiones estaban asociados en gremios y corporaciones que, bajo la guarda de un santo patrón, se ocupaban de la defensa de los intereses comunitarios, de la adecuada distribución del trabajo entre los cofrades, del control de los productos acabados y de la necesaria formación técnica de sus miembros…. Acostumbraban a residir en el mismo barrio o calle y a agruparse en hermandades para atender comunitariamente los infortunios privados, las obligaciones colectivas…
En el siglo XVII las ocupaciones artesanales de mayor incidencia en la vida comunal estaban siempre reglamentadas en las ordenanzas municipales… “
Estaba organizado con detalle la forma de ascender a la categoría de Maestro: “… el régimen de pruebas de suficiencia estaba codificado desde antiguo por contratos de aprendizaje…” “El conocimiento de un oficio se iniciaba no antes de los seis años y siempre bajo la tutela directa de un maestro examinado que tuviese tienda abierta de su arte, el cual se obligaba a mostrarlo “sin omitir ni reservar cosa alguna” y con el compromiso de que, si finalizado el tiempo de instrucción escriturado, no poseyera el aprendíz la capacitación de un oficial, encargaría a otro maestro que el completara el adiestramiento.
Aunque la gestión y gastos de dicha subrogación debía asumirlos personalmente el mestro… lo habitual fue que se inhibiera del compromiso con reparaciones dinerarias y que fueran los padres y tutores quienes se ocuparan de buscar otro taller “para le acabar de declarar el oficio”…
Cuando el aprendíz no estaba vinculado con el maestro por lazos familiares, y puesto que iba a servirle y morar en su casa, lo acostumbrado era que se estipularan en escritura pública las obligaciones y empeños a que se comprometían ambas partes, como también la remuneración exigida por el acogimiento y la enseñanza.
El período de aprendizaje concluía cuando el aspirante había adquirido la suficiente destreza en el oficio. A partir de entonces se le consideraba Oficial a efectos laborales y podía trabajar a jornal o a destajo en el taller o cuadrilla de un maestro…”
El Oficial podía ejercer libre y públicamente su arte al cabo de los dos años “ tras superar una prueba teórico-práctica de capacitación que le garantizaba el acceso a la maestría, cuyos derechos eran muy elevados, constaba siempre, y para todos los oficios, de dos tipos de pruebas: un ejercicio teórico… y otro práctico…. La regulación y control de este trámite era en el siglo XVII de competencia municipal…” (página 10).
“La edad de los aprendices… media es de 13’5 años, el de mediana de 14 años y los intervalos más representativos son los de 12, 13, 14 y 15 años.” (página 9)
“El intrusismo profesional y el fraude en el ejercicio de la maestría aparecen castigados con rigor en las ordenanzas municipales…”
El porcentaje de maestros que había en Badajoz en el siglo XVII era: “sastres (28%), zapateros (20%) y barberos (7%)…”, que representaban la mitad de todos los maestros artesanos de la ciudad… un siglo después, en 1750, evidencia el Catastro del Marqués de la Ensenada (zapateros 27%, sastres 14% y barberos 8%).”
En Badajoz, en ese siglo, había 66 oficios artesanales documentados.
Los Concejos fijaban los precios de los artículos de mercadeo y para ello tenían a los “veedores”
Los artesanos estaban organizados en Cofradías. En el libro citado, página 8, dice Fernando Marcos: “… eran cofradías abiertas y podían acoger a cualquier persona y a más de un oficio…. conocemos el nombre de sus advocaciones e incluso las iglesias donde se ubicaban sus capillas: el Santo Ángel de la Guarda de los albañiles… San Sebastián de los arrieros, el Santo Cristo Resucitado de los barberos, San Bartolomé de los carniceros, San José de los carpinteros, San Lorenzo de los herradores, San Antonio de los hortelanos… Nuestra Señora de Belén de los pastores y mayorales de rebaños… San Miguel de los molineros, San Pedro de los pescadores… el Dulce Nombre de Jesús de los sastres… pertenecían a las mismas cofradías los zapateros y curtidores, los mercaderes y los tenderos, los herreros y cerrajeros, y los sederos y sombrereros.”


Una cosa muy importante, que demuestra el sistema patriarcal que ha dominado en España desde hace mucho tiempo, es que la inmensa mayoría de maestros artesanos eran hombres. Las mujeres sólo aparecen como comadronas, empleiteras, modistas o tejedoras (en los telares).

En Montijo hubo muchos oficios artesanales desde la Edad Media, cuando los judios y moriscos dominaban la mayor parte de los trabajos de industria manual. Algunas calles de la Villa eran focos de estos maestros, como la antigua Judería -Peñas-, Tenerías -hoy Clavijo-, Carneçería (hoy Cánovas), plazuela de Herradores (hoy de los Piñero), Callejón del Esquileo (hoy Valdelacalzada), etc.
Como decía Paula de Demerson: “Todos ellos formaban un cuadro pintoresco y animaban con el ruido de sus talleres las callejuelas montijanas” (Revista de Estudios Extremeños.Tomo XXV. Nº III).
Los artesanos se organizaban en Gremios o Cofradías que eran asociaciones de ayuda mutua y de protección de cada oficio, se apoyaban en la ayuda mútua y en la fraternidad, se procuraba la asistencia médica de los asociados, socorros en metálico y el reparto de especies y materias primas. El reconocimiento de cada categoría o especialidad era tajante, no permitiendo por ejemplo que un zapatero remendón hiciese zapatos nuevos.
Sus cofradías desfilaban en las procesiones y actos destcados, cada uno con su vestimenta propia y distintivos.
Eran organizaciones feudales que pervivían gracias al monopolio cayendo por ello en la rutina y falta de innovación o actualización.

Fermín Mayorga Huertas, en su estudio «Inquisición en la tierra de Montijo, siglos XVI al XIX», publicado en las Actas de las VIII Jornadas de Historia de Montijo, 2008, nos habla de varios judíos montijanos condenados por la Inquisición de Llerena, en 1566, que eran artesanos:                                

-Diego López era lanero.                                                                                                                                      -Su hijo López Gil era sastre.                                                                                                                                -Juan Rodríguez, vecino de Lobón, era herrero.                                                                          -Su hijo Francisco Rodríguez era herrero en Montijo.                                                                           -Diego Rodríguez era herrero de Montijo.                                                                            -En 1766 era esposa de un arriero María Rubia.


Los artesanos en el Montijo de mediados del siglo XVIII
En el Archivo Histórico Municipal existe una copia del Catastro del Marqués de la Ensenada. Dentro de él está el Libro de Seglares, realizado en “la villa del Montijo” el año 1753, donde viene un censo de las profesiones existentes en el pueblo.
Montijo tenía en aquel año unos 2.625 habitantes. El 39’6 % de los trabajadores se dedicaban a las “Artes y Oficios”, 244 personas, destacando los panaderos y arrieros. En el pueblo había:
-Diez “Ataonas arineras”, una de Isidro del Viejo en la calle Acinco, otra de Sebastián García Carbajal en la calle Papas, otra de Gómez Hernández Asensio en la calle Porras, otra de Francisco Pérez en la calle de Arcos, otra de Rodrigo Alonso en la misma calle, otra de Julián Pérez en la misma, otra de Francisco Flores en la calle Mérida, otra de Bartolomé Pérez en la calle Badajoz, otra de Andrés Maco, presbítero, en la calle del Coso y otra de Agustín Auñón en la Plaza Mayor, todas de una piedra y cada una producía al año 10 fanegas de trigo.
-Tres Hornos de Teja y Ladrillo en el ejído del Encinar, uno es de la Cofradía de las Ánimas, otro de la Parroquia de San Pedro y otro de Pedro Sánchez Barrera. En cada uno se hacen al año 3 hornadas de 10.000 piezas cada una, la mitad de tejas y la mitad de ladrillos.
-Una “Carnecería y el Mathadero”.
-“no ay mas tavernas en este pueblo que las de javon y aceite, que se halla a cargo de Gómez Molano mayor, y Thorivio Martín Rico; la de vino y aguardiente a cargo de Juan Martín Enríquez, Matheo Sánchez Barrena y Alonso Matheos, y el Abasto de carnes que lo tiene el dicho Thorivio Martín Rico… un Mesón propio del Señor Conde del Montijo que lo tiene arrendado a Cristobal de Santiago… Cuatro tiendas de mercería, una de Domingo Casado…, otra de Juan Antonio Casado…, otra de Vicente Núñez… y otra de Joseph Jurin…; una tienda de lencería de Andrés Sánchez Cavallero…; Domingo Martín, Gómez Molano y Andrés Soldado de oficio Panaderos… Pedro Fernández y Manuel Gómez también Panaderos… Andrés Hernández, Francisco Gragera, Alonso Gragera Conejo, Domingo Hernández, Thorivio Matheos, Fernando Carmona, Francisco Palomo, Juan Pérez Salorino, Juan Sánchez Calzadilla, Fabian Martín, Juan Molina, Diego Sánchez Crespo,…
Juan Fernández Barragán, vendedor de vino… Juan Cano, vendedor de vino y aceite… Luís Muñoz, cerero y confitero…, Ysidro del Viejo por el mismo trato de cerería…, Joseph Ramos, fabricante de chocolate… y Joseph Escobar, del mismo ejercicio…, Alonso Sánchez Villalovos, arriero…, Sebastián Rodríguez, Francisco Macarro, Bartolomé Gragera y Francisco Sánchez Acebedo, del propio ejercicio…, Juan Martínez Enrique y Matheo Suarez Barrena del mismo ejercicio…, Domingo Gragera Cavero, también arriero…, Alonso Matheos, del mismo ejercicio…, Gómez Fernández Molina, Blas Hernández y Francisco Rodríguez Macarro, del propio ejercicio…, Cristobal García Arias, arriero…, Bartolomé Gragera Arias, del mismo ejercicio…, Alonso Romero, tratante de lana para jerga… y lo mismo a Tomás Grao, a Pablo Rodríguez… a Cristobal Muñoz, Vicente Blas y Joseph Esteban, del mismo ejercicio…, Pedro Gutierrez, tratante de suelas, Diego Rodríguez Trejo, por el trato de curtiduría… y la thenería  y a Juan Pérez Albarez por el mismo trato…, Francisco Sánchez Piedehierro, Miguel Albarez, Francisco Baliente, Andrés Pérez Maco, Alonso González Polo, Alonso Manjo y Miguel Díaz también panaderos…, Pedro Regalado, Juan Gragera, Alonso Martín, Alonso Sánchez Coco, Thorivio Gragera Conejo, Juan González Triguero, Agustín Martín Auñon, Domingo León, Francisco Xerez Moreno, Francisco Sánchez Rico y Francisco García, panaderos….
… Diego Rodríguez del Barco, boticario, vivía en la calle Carrera…, Juan Martín Pollo, barbero…, Luís Florenzio, también barbero, que por no ejercitar dicho oficio mantiene el trato de panadería…, Pedro Alonso León, barbero…., Benito Hernández, también barbero… Juan Esteban Piñero, barbero y sangrador…(tenía 68 años, vivía en la calle del Coso n.º 1) Joseph Garzia su oficial…, Tomás León hijo de Pedro Alonso León, aprendiz de barbero…
un cardador gana al día dos Reales de Vellón, un maestro de cordonero y cabrestero gana al día dos reales de jornal, y un oficial lo mismo, y un aprendíz dejará de Utilidad al maestro medio Real, un maestro de Herrador gana al día dos reales y medio, a Benito Hernández… de dicho ejercicio…., Manuel Florencio, maestro de Zerrajero gana al día dos reales y un aprendiz medio, un maestro de Albañil gana al día seis Reales y un peón tres y medio, un Curtidor gana al día dos reales y medio , un Sombrerero tres reales, un Tejedor de Lienzo un Real, un maestro Zapatero gana al día tres Reales, y Juan Fernández y Diego Merchán por su mayor comercio (de zapatería)…, un oficial gana al día Real y medio, y un aprendiz medio Real, un Zapatero Remendon gana al dia dos Reales, un maestro de Sastre tres, un oficial dos y un aprendiz uno, un maestro de Herrero seis Reales al día, un Carpintero do Obra Blanca y Gruesa tres Reales al día, un aprendíz un Real, un Taconero tres Reales, y los Cesteros…”

Manuel García Cienfuegos, en las Actas de los I Coloquios de la Historia de Montijo, realizados en marzo de 1987, en la página 54 habla “de tejas vidriadas traídas de los alfares del Montijo…”. Cita a Luís Muñoz, cerero y confitero que vivía en la calle de Arcos; a Fernando Rosado que era aprendiz de sastre y tenía 21 años en 1753; a Diego Rodríguez Trejo que era maestro cordonero, de 52 años, vivía en la calle del Coso. Había una tabernera.
El mismo autor, en su libro “Montijo notas de interés histórico (XVIII-XIX)”, autoedición, 1983, da cuenta en la página 42 del número de artesanos que había en Montijo en 1753:
“… 49 panadero, 27 arrieros, 5 albañiles, 2 peones de albañil, 3 carpinteros de obra fina, 2 carpinteros de obra basta, 2 aprendices de carpintero, 8 sastres, 2 oficiales de sastre, 3 herradores, 1 aprendíz de harrador, 4 herreros, 1 cerrajero, 1 aprendíz de cerrajero, 3 cordoneros y cabresteros, 1 tejedor de lienzo, 2 sombrereros, 5 cardadores, 4 cesteros, 5 maestros zapateros, 8 zapateros remendones, 2 oficiales de zapatero, 2 aprendices de zapatero, 3 curtidores, 1 boticario…”.
Paula de Demerson nos cita además a 1 confitero, 2 chocolateros, 3 barberías que eran también sacamuelas y sangradores, taconeros, carreteros, 1 cuchillero y 2 cereros.

Pero con el liberalismo, en el siglo XIX, serían abolidos los Gremios. Las Cortes de Cádiz promulgaron un Decreto el día 8 de junio de 1813 declarando la libertad de industria, desapareciendo los gremios. Fernando VII los restauró en el año 1815, pero desaparecieron definitivamente en 1836. Para compensar el vacío que dejaban, la Real Orden de 28 de febrero de 1839 autorizaba las asociaciones de socorros mutuos.

Pacual Madoz nos dice en su “Diccionario histórico-geográfico de Extremadura” que, en el año 1844, en Montijo «…las industrias eran: fabricación de costal y jerga, dos tahonas, dos molinos y uno de aceite». La industria y el comercio eran muy débiles.

El censo de 1852
En ese año se realizó un censo sobre las actividades de los vecinos de Montijo. En dicha lista venían estos datos: 4 mercaderes de lienzo; 1 pañero, 1 abastecedor de carne, 2 boticarios, 2 tiendas de estuchado, 2 tiendas de cintas de galones, 2 puestos de aguardiente; 2 puestos de acei­te; 1 puesto de jabón; 4 mesoneros; 4 hornos de pan; 1 alfarero; 7 zapateros; 3 sastres; 9 carpinteros; 5 herreros; 6 herradores; 1 calderero; 1 horno de bizcochos; 8 alarifes o constructores; 4 barberos; 2 buhoneros o vendedores ambulantes; 3 calderas; 2 hornos de fa­bricar ladrillos.

La industrialización a finales del siglo XIX
La industrialización, a finales de ese siglo, traería la decadencia de la artesanía al venir los productos elaborados por las industrias manufactureras de fuera. En 1889 se creó la fábrica de harina, y una aserradora de madera. En 1910 la in­dustrialización se acentúa más que en el siglo XIX y se crean: una fábrica de corcho -de Ruperto Carbonell-, bodegas de vino, molinos de aceite, la Industrial Montijana, entrado el siglo XX la Electroharinera –propiedad de una sociedad cuyos socios mayoritarios eran Ezequiel Tejeda y Toribio Gragera G. Piñero-, y una banca privada -la Banca Porras-. Esta industrialización motivó la creación de puestos de trabajo y una economía más rica, lo que generó, a la vez, una mayor movilización en el sector de la construcción. Venían arrieros de Castilla, La Rioja y de Sevilla, con mulas y burros, con aguaderas cargadas de telas y utensilios de barro, cobre, etc. que escaseaban por esta zona. Solían alojarse en las posadas y mesones de la localidad. Con la construcción del ferrocarril se co­menzaron a importar productos manufacturados y, a la vez, se abrieron tiendas para su distribución. Esta apertura al exterior iría acabando con muchos artesanos. Muchos de estos arrieros sé establecieron en Montijo como comerciantes fijos, en los llamados «coloniales»; en estos comercios se vendía de todo: telas, hilos, jabones, colonias, lápices, tintes, botones, papel, tinta, velas, lámparas, candelabros, muñecas y juguetes diversos, aperos de labranza -hocinos, corbillos, zachos, etc-, y cientos de ob­jetos.
En el mismo lugar donde estuvo “El arca de Noé” estaba antes el taller de zapatería de Francisco Fernández, donde trabajaban 6 oficiales, abasteciendo de zapatos artesanos a la población montijana en la segunda mitad del siglo XIX.

Manuel García Cienfuegos escribe en la Revista de Ferias de 2021, página 50, que en el año 1871 la Tenería que existía desde hacía mucho tiempo en la actual calle Clavijo, junto al Charco del Moro, se encontraba en «estado ruinoso con peligro de derrumbe del edificio de la Tenería, que entonces era propiedad de Joaquín Madroñero, hijo de Celedonio Madroñero e Inés Bootello de San Juan Gragera». A final de siglo se derribaron las instalaciones y se agregaron a la huerta de Pedro Pablo Valdivia Gómez-Bravo, esposo de Javiera Bootello Rico, que después se conocería como la huerta de Dª. Dolores Valdivia Bootello.

Grupo de artesanos a finales del siglo XIX. Carlos Villarín, relojero, Urbano Sánchez, herrero, Fabián García, zapatero, Diego Domínguez Plaza, herrero, Primitivo Acevedo, carpintero, José Cerro, cartero y Roque Méndez Carnerero, zapatero. Foto cedida por Diego Domínguez Plaza.

Grupo de artesanos a finales del siglo XIX. Foto cedida por Diego Domínguez Plaza.

Manuel G. Cienfuegos estudió el «Padrón general de almas de la villa de Montijo» del año 1884, cuando estaba en la Parroquia de San Pedro y estudia a varios artesanos que ejercían en Montijo:

Maestros de obras.- -Antonio Cabezas Macias, natural de Villar del Rey. -Sus hijos Pedro, Antonio, Gerónimo y Diego Cabezas González eran también albañiles y procedían de Villar del Rey. Un hijo de Diego era Modesto Cabezas de la Riva que tenía en 1884 dos años y fue un famoso maestro de obras. -José Crespo Sánchez.  -José Hidalgo Gutiérrez.  -Juan Marín Cabañas.  -Juan Álvarez Pariente que era portugués.  -Diego Pereira Gómez natural de Villar del Rey.  -José Martínez Sierra natural de Barcarrota.  -José Álvarez Alfonso.  -Antonio Cruz Vegas.

Sangradores.-  -Miguel Tejada Cabezas.  -Luís y Vicente Melara Fernández.  -Teresa Bueno era Partera.

Sastres.-  -Miguel Tomás Pérez.  -Donato Álvarez.  -Carlos Oliveira que era portugués.  -Alonso Gragera Rodríguez.  -Vicente Álvarez que era de Mérida.  -Valentín Oliva Gómez.  -Bernabé Rodríguez Mesa.

Pañeros.-  -Francisco Rodríguez Gordillo natural de Feria.  -José Antonio García Gil natural de Huerca Olvera.  -Rufino Martín Moreno natural de Torrejoncillo.  -Juan López Solis natural de Fortuna.  -Manuel Barroso natural de Torrejoncillo. Estos habían venido vendiendo paños al pueblo y se establecieron aquí.

Buhoneros.-  -Francisco Sánchez  Romero.  -Bibiana Cuello.

Quinquillero.- Nicolás Martínez Camino.

Sombrerero.- Miguel Mora Redondo.

Platero.- Pedro Carretero Piñero.

Chocolateros.-  -Alonso Brazo Fernández.  -Antonio Bravo Holgado natural de Cáceres.

Reposteros.- Alejandro Fernández Camacho natural de Santa Amalia.  -José Moreno Pereira natural de Fuente del Maestre.

Los artesanos a principios del siglo XX
A comienzos del siglo XX quedaban aún en nuestro pueblo bastantes maestros, enfocados en función de la agricultura y de la construcción, aunque poco a poco irían desapareciendo al morir y no continuar sus hijos el oficio de la familia.
Tenemos recogidos muchos montijanos que se dedicaron a todos los oficios; los dividimos en:
-Artesanos que elaboraban útiles para la casa
-Los que lo hacían para la agricultura
-Los que confeccionaban prendas de vestir

Grupo de artesanos a principios del siglo XX. De izquierda a derecha Antonio del Viejo, Bartolomé del Viejo, Álvaro Torres, Arturo Oliveira, Fernando Lorenzo y Emilio Durán.


               Fiesta de artesanos montijanos por los años diez. Foto de Francisco del Viejo Carretero.

LOS NAVAJEROS
Hubo en el Montijo una artesanía que se hizo famosa en toda la provincia, la de los navajeros. Así podemos leer en la Revista de Ferias de 1929 que nuestro pueblo se distinguía por “sus célebres navajas montijanas que, por el temple y arte de su acabada perfección, son de fama universal”.
Las hojas se traían de Francia y se les denominaba “hojas del peso” o de Portugal llamadas “hojas de la corona”; las de Badajoz se les denominaba “hojas de sierra de máquina”.
El mango era de cuerno; unos terminaban en pico pero la mayoría eran cortados en la punta. Cada artesano le daba una forma personal y casi todas se cerraban con llave.
En los talleres de los maestros navajeros existían unos tornos de madera donde se prensaban las navajas para fabricarlas en su totalidad.
-El maestro más fino y famoso en el Montijo de principios del siglo XX fué Agustín Gómez Rama, conocido como “Agustinito el chato”, quien tenía el taller en la calle López de Ayala.
-En la misma calle vivía el maestro Diego Brugera Vega, hermano del herrero Juan Brugera que sería alcalde durante la II República.
-Aquilino Melara vivía en la calle Piñuela.
-Alonso del Viejo Martín en la calle Macias de Porras.
-También hay que citar al “siño” Celedonio …………
-Francisco Domínguez era herrero-navajero y tenía su taller en la calle Esteban Amaya número 19. Su hijo Diego Domínguez Plaza continuó la profesión del padre en el mismo taller; su padre lo pondría a trabajar como aprendíz a los diez años y daba clases nocturnas de cultura general en la escuela de D. Eduardo Núñez “el chiquito”.

Cuando se hizo mayor continuó con el negocio del padre en su taller de herrería y navajas, contratando a un aprendíz que era sordomudo. Las hojas de las navajas las traía algunas veces de fuera. Fabricaba también cuchillos de cocina. Siempre tenía mucho trabajo encargado pues era muy curioso.
Vendía las navajas “por junto”, es decir, se las encargaban los comercios de La Roca de la Sierra, Puebla de Obando, etc. Iba también a venderlas a las ferias de Zafra y de Badajoz, desplazándose en burro.
Era una gran persona, muy amante de la familia. Tuvo una hija y tres hijos: José que se hizo carpintero, Pedro, y Juan que pondría un comercio, donde estuvo el taller de su padre, por los años de la Guerra Civil.
Afortunadamente sus descendientes conservan algunas herramientas de fabricar las navajas y mangos de asta.
-Los hermanos Pedro, Miguel y Francisco Fernández -hijos de Joaquín Fernández Almodovar- hacían en su taller de la Puerta del Sol rejas, balcones, aperos de labranza y navajas.
Poco a poco empezarían a venderse navajas de Albacete en las ferreterías de la época: la de Vicente de los Ríos denominada “Las Cadenas”, en la calle López de Ayala, y la de Juan González en la plazuela actual del Rey.
Debido a su menor precio, caería en decadencia la industria navajera montijana debiendo dedicarse sus maestros a la herrería.

LOS ESPARTEROS
Esta artesanía estaba poco extendida en Montijo a comienzos del siglo XX. Estaba enfocada hacia la agricultura y las casas.
Aquí no se hacía nunca la “empleita”, trenza de esparto entretegida, sino que eran traídas ya hechas las empleitas, las lías y las tomizas desde Campanario, único pueblo donde se hacían en la provincia. Eran famosas “las empleiteras” de Campanario, oficio tradicional de mujeres.
Hacían serones, esportones, aguaderas, espuertas (los albañiles las consumían mucho), esteras para los carros y para las casas, redes para los carros, etc.
Como había tanto barro en las calles de Montijo cuando llovía los esparteros hacían “pasillos” o esteras para las casas. Traían alpargatas de cáñamo o de yute de fuera.
Herramientas que utilizaban: agujas de acero de varios tamaños, otras para pasar las lías en las aguaderas con el fin de darles fuerza (agujas para bastear), otras eran para coser las empleitas, tijeras grandes para cortar, un martillo para clavar las alfombras en los suelos, corvelleta (especie de hocino casi recto).
-La familia Fuentes era la única que se dedicaba en Montijo a esta artesanía, Francisco Fuente Mas: procedía de Crevillente (Alicante), empezó en Montijo por el año 1880, vivía en la casa donde estuvo el baile de Morilla, calle Cánovas antes de comprar una casa en la calle Carrera.


A la izquierda con el número 1 vemos a Francisco Fuentes Más, el número 4 es Tomás Sánchez, el 5 Álvaro Torres, el 7 Vicente de los Ríos y el 8 Fernando Pérez Palomo.

Hacía esteras para carros, serones, aguaderas, esportones, esportillas para los albañiles, esteras, pasillos, redes para los carros, cubiertas para las cangas. No hacían sogas ni cuerdas. Como entonces se alfombraban las habitaciones de las casas de cordelillo, tenían una aguja pequeña. Las alfombras venían ya hechas. Francisco iba a las casas a colocarlas.
Su hijo Francisco, era muy alto, empezó en 1909 como aprendíz.
-Pedro …. “el cordelero” vivía a comienzos de siglo en la calle Antonio Maura n.º 1, lindando al Ayuntamiento. No hacía las prendas sino que las traía confeccionadas. Era músico y tocaba en la Banda. Hacía cordeles de cáñamo. Murió después de la guerra civil.

-Los Reyes vendría más tarde a Montijo, a mediados de los años diez. El padre de Juan Reyes…., conocido como “el gafas”, era espartero, tenía el taller en la plaza actual del Rey, después se mudó a las traseras de Casimira Codes.
-Durante un tiempo venía a Montijo un tal ….. Polo, andaluz. Estuvo muy poco tiempo. Traía rediles para las ovejas. Tenía la tienda en la calle Castelar.
-De Ciudad Real venía un cordelero llamado …. Guerrero. Vivió detrás de la huerta de San Antonio, actual calle……. Se encargaba de asistir al Hospital de Montijo, que tenía solamente cuatro camas. Su hija María Guerrero se quedó a vivir en Montijo en la calle Bravo Murillo.
-Alonso Capilla …

LOS PANADEROS
-Miguel González Vaca tenía la panadería en la calle Santa Ana.
-Jerónimo Brugera Caballero en la calle Santa Ana.
-Francisco Rodríguez Rodríguez en la calle San Gregorio.
-Toribio Macarro Carretero en la calle San Gregorio.
-José Moreno Piñero en la calle López de Ayala.
-En la calle Jovellanos se abrió en los años veinte la Tahona “El Obrero” por la Casa del Pueblo, pero después la compró …. Rodas. Sus hijos siguieron el negocio en la calle Arriba número 45.

                                     Blas Rodas trabajando en la panadería de su padre. Foto de la familia.

LOS TAHONEROS
-Fernando Gallego Vázquez tenía la tahona en la calle Méndez Núñez.
-José Gómez del Carmen en la calle Alameda.
-Alonso López en la calle Mérida.
-Alonso Gómez Martín en la calle López de Ayala.
-Antonio Acevedo González en la calle Santa Ana.

LOS DULCEROS
-En la plaza Bravo Murillo puso una dulcería a principios del siglo XX María Núñez, conocida como «la siña María la Preciá». Continuaron con el negocio sus hijos Francisco y Alfonso García Núñez, el primero en la calle Acinco y el segundo en la calle Carrera. La madre y los hijos tenían quioscos en el Paseo de venta de dulces. Otra hija de María era Martina, viuda de Domingo Pérez, relojero.

LOS ZAPATEROS
Los zapateros aparadores se llamaban así porque aparaban las botas, tenían máquinas de coser. Se especializaron en el corte. Hacían calzado fino y botos vastos.
-En el mismo lugar donde estuvo el comercio de coloniales “El arca de Noé” de Simón Lavado Navia estaba el taller de zapatería de Francisco Fernández, donde trabajaban 6 oficiales, abasteciendo de zapatos artesanos a la población montijana en la segunda mitad del siglo XIX.
A finales del siglo XIX conocemos a varios maestros_
les del siglo XIX conocemos a varios maestros zapateros:
-Julián Guzmán era aparador y abrió una tienda de venta de zapatos…

Julián Guzmán en 1898 con sus oficiales y aprendices. Foto de Isabel Capote Rodríguez.

-Roque Méndez Carnerero tenía una tienda de zapatos …
-Andrés Garay Rodríguez tenía su taller de zapatería fina en la calle de Arcos. Además era músico, creó una Banda de Música con Antonio Guisado el organista de la parroquia y fundó en 1892 la Sociedad “Los artesanos” que organizaba bailes en las fiestas.
-A comienzos del siglo XX estaba Rodrigo Rico Melara que tenía su taller donde después estuvo el comercio de Colino.
-El oficial Fabián García tenía su taller en la calle Acinco.
-Juan Félix López puso una tienda de calzados en la actual calle de Castelar, donde han continuado su hijo Mario y sus nietos… Era republicano y presidente de la Sociedad de la Industria y el Comercio “La Amistad” desde 1892.

-Cecilio Tejada tenía su taller en la actual plaza del Rey, eran unos soportales, y además tenía estanco. En la foto vemos el taller en los años diez.


LOS HOJALATEROS
En los meses de aceitunas hacían envases para meter el aceite, tales como tinajas, cántaras de latón, medidas de capacidad, emburridores para llenar embutidos.
Por Semana Santa hacía faroles preciosos con cristales de colores para los pasos de las procesiones con el fin de meter las velas.
En otras fechas hacían cántaros de chapa para meter agua, cañerías y bajantes para las fachadas de las casas, los célebres faroles para las cuadras que se encendían con aceite.
Otros trabajos de hojalata eran las reliquias que se ofrecían tales como ojos, manos, brazos, piernas, orejas, narices. Etc.

Las herramientas que usaban eran: tijeras, mantillo, soldador calentado por carbón, vigornia, estaquillas de varias medidas, cola de pez, puntero y plomada, mazo de tornear la hojalata.

-Bartolomé Paredes “el hojalatero” tenía el taller en la calle Acinco.
-Antonio Rodríguez Lima: nació en Badajoz en el año 1858, era hijo de Ángel y de Carmen. Se vino a Montijo en el año 1878 para establecerse como hojalatero, viviendo en la calle Alonso Rodríguez. Se casó con Ana Trejo Aunión y tuvieron cuatro hijos: Ángel, Carmen, Natividad y Josefa.
Traía de fuera campanillas, cascabeles y esquilas.
Ejerció la hojalatería hasta 1908, continuando el negocio su hijo Ángel Rodríguez Trejo, que estaba casado con Ramona Marín y tuvieron cinco hijos: Antonio, Juan, Cecilio, Anselmo (que vivió en la plaza de Jesús), Marciana.

                         Cecílio Rodríguez en la plaza en los años treinta. Foto publicada por su hijo Ángel.

Hacía cucharas de hojalata, tinajas para el aceite, cántaros, aceiteras, jardineras, faroles, cañerías, medidas para despachar el vino, la leche y el aceite.
Ángel R. T. trasladó el taller de hojalatería a la calle Ibáñez Marín hasta el año 1931 en que murió, pasando a sus hijos Juan y Cecilio Rodríguez Marín donde desempeñaron la profesión hasta el año 1976 en que cerraron el taller por jubilación.
Antonio R. M. puso un taller de electricidad en la plazuela de los Bootello, Auto Radio.
-Juan Aunión vivió en la calle Piñuela, con el aprendió el oficio Francisco Pérez Cienfuegos, “Charlot”,que vivía en la calle Piñuela y era también acomodador del Cine Calderón. El padre de Juan, el maestro Román, también era hojalatero. Su hijo vivió en la Plazuela del Barrio.
-……..Coronado.
-……..Vaca.

LOS CALDEREROS
Hacía sartenes, calderos, calderas, braseros, etc.
Sólo conocemos la existencia de Diego Mendoza.
-En la plazuela de Las Cocheras, actual calle del Mercado tenía su taller a principios de siglo un italiano, Lorenzo ….., que era conocido como “rostrogordo”. Como trabajaba en la calle, donde tenía una piedra para ello, acudían los muchachos a encender el cigarro a escondidas de sus padres.

El taller de «rostrogordo» en los años diez. Los vecinos se arremolinaban alrededor para verlo hacer los calderos y sartenes.

Antonio López Moriche vivió por los años cincuenta y sesenta.
                                        Antonio López Moriche por los años cincuenta. Foto de su hijo.

LOS SASTRES
En Montijo no se confeccionaban los mantones de Manila, los compraban en otras ciudades.
Los llamados “pañuelos de sandía”, que eran mantones rameados, haciendo flores coloradas. Venían de la provincia de Cáceres y eran de algodón. Las mujeres se los ataban en la espalda.
En la cabeza se ponían los hombres pañuelos de cuadros grises, de algodón, o de flores. Otros se la tapaban como un gorro con un nudo por detrás. Se los ponían contra el frío o el aire.
En las bodas hasta el siglo XIX se casaban los hombres con pantalón corto, medias blancas, chaleco de seda con bordados. A principios del siglo XX todavía venían a Montijo vendedores de San Vicente de Alcántara con los pantalones cortos.Las herramientas que utilizaban eran: tenazas de montar, tenazas de arrancar, martillo, lesnas, hierros de lujar, escofinas, cuchillos, cerdas de jabalí o de pescado de mar, hormas (de villarejo, de lengua-vaca, horma yanki, etc.). En el siglo XIX los zapatos eran rectos, “de horma derecha”.
En la obra basta los contrafuertes podían ir por fuera o por dentro.
Los maestros a finales del siglo XIX o comienzos del XX eran los siguientes:
-Pedro López Abadito que vivía en el Campo de la Iglesia. Comenzó por el año 1880. Su hijo Juan López tenía máquinas aparadoras.
-Faustino Pinilla, Isidoro García y Pedro Facundo se independizaron después de trabajar con Pedro López.
-Vicente Rodríguez vivía en la calle del Conde.
-Manuel Barquero tenía el taller en la calle Carrera, era también camisero.
-Bernabé Rodríguez Mesa … vivió al final en la plazuela de los Piñero, era republicano y muy bondadoso.
-Rodrigo …. “el chato” en la calle Piñuela.
-Martín Lucas en la calle Piñuela.
-Martín Sánchez en la calle de Arcos.
-Manuel Simón en la plaza Bravo Murillo.
-Arturo Oliveros en la calle Acinco.
-Valentín Oliva en la calle Rafael González Castell.
-El maestro Alonso “el sastre” tenía el taller en la calle Antonio Maura frente al Ayuntamiento.
-Había otro en la calle Pozo Nuevo, familia de Cristóbal Pérez Acevedo, era cojo.
-Bartolomé Menayo tenía la zapatería en la Plaza. Después continuaron el negocio sus hijos Oscar y Pedro Menayo.
-Pedro Antolín en la Plaza Bravo Murillo.
-Mujeres modistas eran las hermanas Ana y María del Carmen Rodríguez, “las Quica”, que vivían en la calle Peñas.
-Amparo “la modista”. También hacía bailes en su casa.
-Las hermanas “Coronadas”, Coronada y … Cortés, vivían en la calle Alonso Rodríguez.
-La “siña” Isabel Recio en la calle Santa Ana.
-La “siña” María Coto en la calle Macías de Porras.
-Josefa Fuentes.
-Regina Fernández.
-Juan Soltero en la calle Macías de Porras. Vivió hasta finales de los años setenta del siglo XX aproximadamente.
-Juan López Sánchez en la calle López de Ayala.
-Juana Bautista vivía en la calle López de Ayala. Daba clases de corte y confección en las Escuelas de Artes y Oficios…
-Adelina Fernández vivía en la calle Esteban Amaya.
-José Bernabé, Pedro Carretero y Pedro Cruz trabajaban en sus casas pero no eran maestros.

LOS SOMBREREROS
Fabricaban sombreros para hombres y mujeres. Los más usuales de los hombres a comienzos del siglo XX eran los cordobeses, las mascotas, para el campo tenían el ala más ancha, etc.

-José García Villalobos vino de Almendralejo y se instaló en la Plaza; tenía su sombrerería en los años veinte, su dependiente era Agustín Romero Regalado, vendían también en los pueblos de la comarca. Se unió en sociedad con Vicente Parees Quirós y tenían el comercio en la actual plaza del Rey. Después continuaría el negocio de la sombrerería su hijo Francisco.

-A Montijo llegó una familia de Andalucía encabezada por Juan Sosa “el sombrerero” y vivió al principio en la actual plaza de Luís Braille donde después estuvo el comercio de Horacio López. Después se fue frente al Teatro Calderón.
-José García vino de Almendralejo y se instaló en la plaza de la Constitución.

LOS TEJEDORES
Hacían mantas en el siglo XIX, se confeccionaban con tiras de trapo, de muchos colores, e hilos de algodón; los unían con agujas. Eran los famosos berrendos o “cachondos” que venían de tiempos muy antiguos.
Se utilizaban para hacer camas en el suelo, en el campo, o para colocarlas encima de los aparejos de las caballerías. Otros eran tejidos.
-En Montijo existían telares en la calle Arriba desde muy antiguo.
-Había telares en la calle Pozo Nuevo.
-En la calle del Conde, actual número 67, los trabajaba la madre del maestro Ángel Delgado.
-El último telar estuvo en la calle Gabriel y Galán.

LOS BARBEROS
Además de cortar el pelo, pelaban al cero y quedaban un mechón delante, hacían los bigotes y los engalanaban, barbas muy pulcras.
Eran también “sacamuelas”, dentistas, y sangradores con sanguijuelas.
En la puerta de la barbería colgaban una vacía.
-El maestro Juan Moreno tenía su barbería donde después estuvo Muebles del Viejo.
-Cecilio Tejada en la actual plaza del Rey.

-El maestro Bonifacio Melara en la actual Avenida Emperatríz.
-Vicente Melara en la calle Carreras.
-Juan Cienfuegos.
-Los hermanos Borro en la calle López de Ayala.
-….. “maninas” en la Plaza de Santa Clara.

LOS ALBARDONEROS
El albardonero y amigo Juan Durán Barroca me contó lo que sigue.
Se denominaban también “talabarderos”. Los antecesores no querían enseñarle el oficio a nadie, solamente a sus descendientes.
En Montijo había sólo una familia en el siglo XIX que se dedicaba a esta artesanía, “los canos”, Francisco Durán. Sus hijos Joaquín y Baltasar Durán, sus nietos José y Cristóbal.
Francisco López Sáez era primo de los otros y tenía el taller en la calle Mérida.

Abajo vemos a Francisco López Saez por los años diez. Foto realizada por Álvaro Torres publicada por su nieta Elena López.

Juan Durán Barroca, albardonero, por los años cincuenta. Tenía el taller al comienzo de la calle Esteban Amaya.

Eran sólo talabarderos pues hacían colleras de labrar. En la comarca de las Vegas Bajas tenían fama las colleras de Montijo.
Hacían los “arreos de las bestias”. Para carga: lomillos, enjalmas y albardones. Para monta: se echaban bastes a las monturas y aparejos de fuste. Par tiro: para los carros pergollos y almohadillas, para los carruchos atalajes y tiros de encuartar. En lo tres casos anteriores se hacían las cabezás y la jáquimas, y para labranza colleras de labrar.
La canga era un elemento delicado de los carros. Tenían que ser del mismo pueblo los carpinteros, herreros y albarderos que las fabricaban, pues de lo contrario le salían “mataduras” o heridas a las mulas. El carpintero hacía el yugo, el herrero los canciles y el albardonero los pergollos y las almohadillas. A esto se llamaba “la encancilaura”.
En cada comarca tenían un sistema diferente de preparar las cangas, pues en un terreno llano como el de Montijo necesitaban un tipo de aperos distinto a los terrenos quebrados.
Cuando iban a cortar la piel de cabra par cubrir las colleras tenían un secreto para que no le sobrase nada ni le hiciese falta. Esto lo hacían en secreto para que nadie lo aprendiese.
-De Mérida vendría a poner su taller “el siño” Vicente Molinero en la carretera de la Puebla (comienzos de la Avenida de Colón) por los años 40 del siglo XX.

LOS CARPINTEROS
Había muchos en Montijo, unos eran de obra fina o prima y otros de obra basta.
Los primeros fabricaban muebles, armarios, mesas, puertas, portones, sillas, etc.
Carpinteros de obra fina eran:
-El más fino era Juan Aznal, que tenía el taller en la plaza de los Bootello a comienzos del siglo XX. Como no existían maquinarias lo hacía todo “a fuerza de sangre”. Realizaba puertas, portones, muebles toscos, cómodas, etc., tapizaba bien y hacía el relleno de las sillas.
-Juan Domínguez trabajó con Juan Aznal, ganaba con él 2 pesetas al día de sol a sol en el año 1917. Hacía muebles, mesas ministro, puertas y tapizaba. Cuando sólo tenía dieciocho años se estableció por su cuenta en la calle Esteban Amaya.
-Antonio García Camello aprendió también de Juan Aznal y se estableció en la calle Alonso Rodríguez. Fabricaba muebles y abrió una tienda de venta en la plaza de los Bootello. Fue concejal durante la Dictadura de Primo de Rivera y alcalde en 1930.

-Bartolomé del Viejo Martín tenía el taller en la calle Santa Ana. En el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1753 venía un «Ysidro del Viejo cerero» que imaginamos sería ascendiente de la familia.                                                                                                                             -Su hermano Juan del Viejo Martín tambien tenía la carpinterría en la calle Santa Ana.
Hacía puertas y muebles a comienzos del siglo XX. Continuaron sus hijos Alfonso, Pedro y Manuel del Viejo y abrieron una tienda de venta de muebles junto al Casino.
-Juan Aunión Magariño tenía el taller en la calle Piñuela a finales del siglo XIX. Tallaba muy bien, construyó el portón de la casa de Alonso García “el cojo” , en la calle Carreras. Era un carpintero fino, hacía puertas, muebles, tallas a mano, cajas de escopetas, estuches de romanas, cajas de muertos, etc.
Las herramientas que utilizaban para tallar eran: gubia, pico de gorrión, pico, gatos, molduras, escuadras, formón, tornos a pedal, limas, cajas de ingletar, sierra bracera, garlopa, cepillo, sierra corriente, maquinilla de calar, destornilladores.
-Casimiro Aunión en la calle de Arcos, vivió mas avanzado el siglo. Era de obra fina, hacía solo muebles, no realizaba carros.

-Carpintería López a finales de los años 20, estaba en la calle Santa Ana, en la casa donde después estuvo el comercio de ultramarinos de Juan Vivas. La vemos en la foto de abajo propiedad de Antonio López Piñero.

Continuó con la carpintería su hijo Antonio López Piñero que la trasladó a la calle El Rastrillo.

Antonio López cuando niño vendiendo sus trabajos en la Feria por los años cuarenta. Foto de él.
Los carpinteros de obra basta solían hacer para su familia todo lo que hacían los de obra fina, pero estos no solían hacer carros, rastrillos, arados, etc.
Lo más corriente en el trabajo de los carpinteros de obra basta era: serrar los palos, hacer estacas, hacer los carros, carruchos y arados romanos, cangas para enganchar las yuntas de mulas, de bueyes o de burros. Una operación muy difícil era la de ponerles a los carros los arados en las ruedas.
Las herramientas que utilizaban eran: el hacha, la sierra, el martillo, las tenazas, las llaves, las plantillas, el escoplo, el cepillo, la garlopa, el formón, el barbiquí, la broca, la barrena para hacer agujeros que era pequeña, el barreno también para hacer agujeros y era gordo.
Para poner los palos se utilizaban borriquetes. Para poner los aros de hierro a las ruedas de maderas de los carros se hacía una lumbre grande, se sacaban los aros a la calle con planchas largas y se ponían en las ruedas con los llamados “gatos”. A continuación se le echaba agua con cubos y botes par enfriar los aros.

Los carros se fabricaban con maderas especiales y se fijaban con tornillos y clavos.
Al yugo de la yunta de mulas se le llamaba “carga de carro”, eran de madera e hierro, se sujetaba la madera con hierros llamados “argollas”. Donde se enganchaban las mulas se llamaban “canciles de hierro” o “costillas”.
Había muchos más talleres de obra basta que de fina pues tenían mucha más demanda gracias a la agricultura. Los pequeños agricultores tenían sólo un carrucho para trasladarse al campo con una mula y cargar productos y aperos, los medianos y grandes agricultores tenían uno o varios carros, por lo que tenían varias yuntas de mulas; aparte tenían rastrillos, arados de madera (no existía aún el morgaño). Había labradores que poseían seis o siete carros y yuntas.
Uno de los talleres más antiguos en Montijo era el de los tres hermanos Soltero, que habían heredado el negocio de su padre y abuelo. Les llamaban “los caballeros” y eran Juan, Luís e Inocente Soltero Peguero. Tenían el taller en la calle de Arcos número 15 o 17 actuales, con buen negocio, trabajaban ellos tres y 6 u 8 oficiales: Juan Vaca, Higínio Menayo, el maestro Francisco Gragera, el maestro “cuevita”, Juan Caballero, etc.
Luís Soltero era el jefe de la carpintería y tenía buena fama en el pueblo, pero por distintos avatares aquél taller se cerró en los años cuarenta.
La generación siguiente era la de Luís Soltero Carretero, hijo del Luís antes citado, que heredó el taller, y Francisco Soltero Carretero, “Frascallo”, hijo de Juan, que abrió otro taller enfrente del anterior en la calle de Arcos número 20, acogiendo pronto a una buena clientela.

La carpintería de Francisco Soltero, con sus hijos y empleados en los años cuarenta. Foto de Caty Soltero López.
De allí se trasladó Francisco con la familia a la calle Gabriel y Galán número 17 donde puso la carpintería ayudado por sus hijos Francisco y Nicomedes Soltero Fernández, donde estuvo hasta que se jubiló en el año 1952. Los hijos siguieron con la carpintería bastantes años más.

En las fotos de abajo vemos la carpintería de Francisco y Nicomedes Soltero poniéndo los aros a una rueda y serrando un tronco gordo, por los años cincuenta. Foto de Caty Soltero López.


-Otro taller era el de “los Ambrosios” en la calle de Arcos, eran dos hermanos pero no tuvieron descendencia de carpinteros y desapareció el negocio.
-Juan Caballero tenía el taller también en la calle de Arcos, era yerno de los hermanos Soltero Carretero. El negoció pasó después a su único hijo Alfonso Caballero que continuaría hasta los años ochenta.

-A comienzos del siglo XX había talleres en la calle El Conde propiedad de los hermanos Gragera Facundo. Juan se fue a vivir a Almendralejo donde montó una carpintería.
-Blas Facundo tenía el taller en la calle Virgen de Barbaño número 20 esquina a Rastrillo. Continuó el negocio su hijo Vicente Facundo que acabó trabajando con carpinteros de obra fina.
-José Villares en la calle Macías de Porras.
-Eduardo Cordero en la calle Arribas, era de obra basta.
-Juan Gómez en la misma calle.
-Lorenzo Bueno en la calle los Mártires.
-Lorenzo Núñez, era soltero, tenía mucha clientela. Las máquinas de la carpintería se las vendió a Juan Bauzá para el poblado de San José de Morante. Después montó una serradora y se dedicó a serrar madera y leña para vendérsela a los carpinteros. El maestro Lorenzo pasó después a trabajar en la carpintería de Morante.

                                                                                La carpintería de Morante.

-Luís y Blas González,“los grillitos” en la calle de Arcos.

Luís y Miguel González construyendo una rueda de carro por los años veinte. Foto cedida por las hijas.

-José Martín Rodríguez en la calle Arriba.
-Antonio Fernández del Viejo en la calle Arriba.
-Santiago Cortés en la calle Peñas.
-Francisco Gómez Rodríguez en la calle Peñas.
-Agustín Cordero en la calle Peñas.
-Lorenzo Martín en la calle Peñas.
-José García en la calle Santa Ana.
-Pedro del Viejo y su hijo Miguel del Viejo “el del estillero” en la Puerta del Sol.

                                                            La carpintería del estillero de la Puerta del Sol.
-Diego del Viejo en la calle López de Ayala.
-Alonso Campos Martín en la calle Pozo Nuevo.
-Juan Delgado Martín en la calle Pozo Nuevo.
-Santiago Mateos González en la calle Mérida.
-José Estévez Estévez en la calle Carrera.
-Juan Caballero en la calle Reyes Huertas.
-Pedro Núñez y su hijo Lorenzo Núñez, en la calle Méndez Núñez.
-Andrés Acevedo Rodríguez en la calle Badajoz.
-Carlos García Muñoz en la calle Badajoz.
-Pedro Hernández Campos en Campo de la Iglesia número 39.
-Diego Fernández Gragera en Campo de la Iglesia número 5.
-José Gragera Silva en la calle del Conde.
-Miguel Gragera Álvarez en la calle del Conde.
-Tomás Acevedo Lechón tenía la carpintería al comienzo de la calle del Conde.
Tuvo tres hijos, uno fue maestro de escuela y los otros, Juan y José Acevedo, aprendieron el oficio.
-Cándido Cabezas en la calle Alonso Rodríguez. Era de obra basta pero hacía puertas.
-Eduardo Cordero tenía la carpintería en la calle Arriba (hoy esquina a Tajo), heredó el negocio de su padre.
-Javier Redondo en la plaza de los Piñero.
-Teófilo Carretero tenia la carpintería en la calle Pereda, se le quemó y compró una casa en El Piquete, calle Campo de la Iglesia número 30, donde hacía cajas de muertos. Después se puso allí una funeraria. Tenía tres hijos: Martín, Celestino y Santo.
-En la calle Pereda existió otra carpintería, era de un maestro que estaba soltero, pero pronto desapareció.
-El taller más nuevo era el de Antonio Acevedo, que estaba en la calle Sagunto (frente al Hostal La Isla).

LOS HERREROS
Existían herreros finos y bastos aunque la mayoría se dedicaban a las dos cosas.
Había herreros que hacían ventanas y cosas de forja muy artísticas. Las faenas se hacían manualmente.
Toda la herrería estaba al servicio de la agricultura y la construcción. Por los años veinte del siglo XX se hacían arados comunes o romanos, de vertedera fija, de vertedera giratoria, polisurcos, de subsuelo y de desfonde, carros, rastrillos, gradas, rulos y rodos, cultivadores, trituradores de granos, corta forrajes, seleccionadoras, aventadoras, trillos de disco, desgranadoras de mies, pulvorizadores, motoarados, locomóviles, norias, bombas para el riego, aeromotores, etc.
Las herramientas que usaban eran: los fuelles de dos mangueras, las terrajas, martillos, machos, etc. que fabricaban ellos mismos.
Se ponían de acuerdo con los carpinteros para fabricar los carros aunque eran independientes.
Las rejas de las ventanas eran de hierro forjado, los balaustres cuadrados y las soleras o pletinas se pasaban con un puntero cuadrado (rompederas).
Las dos fraguas más importantes que había en Montijo a comienzos del XX eran los de los Ríos y la de los González, muy modernas, con instrumentos caros, que se transformarían después en ferreterías.
-La de Vicente de los Ríos estaba en la calle López de Ayala.
-La de los hermanos González Ardila en Macías de Porras n.º 4.
De allí saldrían maestros que después se independizarían.
-En la plaza de los Piñero estaba la fragua de Pedro y Domingo Regalado. Su profesión la heredaron de sus antepasados del siglo XIX.
Los hijos de Pedro: José y Domingo Regalado continuaron con la profesión. Eran muy curiosos y finos.
-El maestro Urbano Sánchez y su hijo José Sánchez Bravo tenían la fragua en la calle Peñas. Eran finos, arreglaban escopetas de caza. Urbano hizo las rejas de la casa de los Thomas.
-José Acevedo tenía la fragua en la calle Santa Ana.
-Francisco Domínguez la tenía en la calle Esteban Amaya, era herrero navajero. Su hijo Diego Domínguez Plaza continuó con el taller.
-Francisco Fernández tenía el taller al final de la calle Santa Ana. Había venido de fuera. Después continuaron el negocio sus hijos Pedro, Miguel y Francisco Fernández. Hacían rejas y balcones, eran muy curiosos.
-Joaquín Fernández Almudévar tenía el Taller de Herrería y Cerrajería en los años veinte en la calle Santa Ana nº 69, su anuncio decía «Reparación de maquinarias, Yugos de tubo de acero para carros y arar, Cangallos y horcates de tubo de acero, Timones de tubos para todas clases de arados». En 1929 la viuda de Joaquín Fernández figuraba como titular del taller.
-José Quintana en la calle Santa Ana.
-Alonso Serrano en la calle San Gregorio.
-Domingo Estevez Carreto en la calle Carrera.
-Miguel Nuñez Fernández en la calle de Arcos.
-Francisco Domínguez Guisado en la calle Acinco.

-Antonio Caballero tenía la fragua en la calle Acinco. Después continuó su hijo José. Este nos cuenta un dicho antiguo: «Días de agua, carpintería o fragua». En la suya se reunían varios mozos de mulas como Santiago Redondo o Diego Zambrano y contaban historias. Antonio tuvo varios hijos pero sólo uno siguió con el negocio: Pedro Caballero, que tenía el taller en la calle Gabriel y Galán número 18. Continuó su hijo José Caballero que también fue músico.

                        Antonio Caballero, herrero. Foto de la familia.
-Joaquín Melara Almirante en la calle Badajoz.
-Ales Carretero Piñero en la calle Piñuela.
-Juan Ríos Martín en Campo de la Iglesia.
-Vicente Galván en Campo de la Iglesia.
-Francisco Gómez Delgado en la calle del Conde.
-Diego Gómez Fernández en la calle Macías de Porras.
-Francisco Calero …. era herrero mecánico, tenía el taller al final de la calle Alonso Rodríguez esquina a Concepción Arenal. Tenía 6 máquinas trilladoras de vapor (locomóbiles).
-José Moriano en la calle Santa Ana, hacía romanas.
-Miguel Brugera Vega, hermano del alcalde durante la República Juan Brugera, tenía la fragua en la calle López de Ayala. Reparaba máquinas trilladoras y segadoras. Como era de izquierdas, en la guerra civil se fue hacia Cáceres.
-…… Peláez vino de Valdepeñas (Ciudad Real), tenía el taller en la actual calle Biblioteca.
-Lorenzo Bueno tenía la fragua en la Ronda del Valle esquina a la calle …

-Alfonso Villalobos puso su taller de maquinarias agrículas en la calle Reyes Católicos en los años veinte. Después se mudó a la calle Concepción Arenal.


            Taller de Alfonso Villalobos en el año 1925. Foto publicada en una revista de Ferias.

LOS SILLEROS
-El maestro Sebastián “el sillero” vivía en la calle Alameda. Era carpintero, pero sólo se dedicaba a las sillas de cocina, bastas. Hacía hondones de ballón o tabúa.
-Francisco Erbello vivía en la calle los Mártires frente a la calle Badajoz. Arreglaba sillas y hacía nuevas. Había sido antes carpintero.

LOS MIMBREROS
Hacían cestas, sillas, butacas de mimbre, etc.
-El “siño” Alfonso Fonseca tenía su taller al final de la calle Alonso Rodríguez. Su hijo Claudio Fonseca lo puso en la actual calle Rafael González Castell.
-Había otro que era forastero…

LOS ARMEROS
No conocemos la existencia de este gremio en Montijo, sólo algunos herreros hacían piezas para arreglar las escopetas.

LOS PINTORES
-A comienzos del siglo XX había uno, José Holguín, era de Mérida, marido de “la bonita”, no tenían familia, vivían en la calle Santa Guiteria. Era pintor-decorador, pintaba por las casas y hacía retratos y cuadros. “Valía mucho”.
-Álvaro Torres Rodas era un gran pintor.
-La esposa de Juan González ……. pintaba muy bien.
-La señora Patrocinio García, vivía en la calle Esteban Amaya, pintaba paisajes chinos en cogines, en las colchas, etc. Fue profesora de las Escuelas de Artes y Oficios desde que se inauguraron en 1843.
-Pedro del Viejo …. era pintor de paredes en los años treinta a cincuenta. Además era músico, tocaba en la Banda y en la orquesta de Manuela Menayo…
-Francisco Gragera Tejeda, que vivía en la misma calle, pintaba sólo por afición sin cobrar sus trabajos.

LOS FOTÓGRAFOS

Imaginamos que en Montijo habría personas que se dedicaban a hacer retratos a finales del siglo XIX, pero desconocemos documentalmente su existencia. Los retratos hechos a montijanos en aquél siglo llevan por detrás nombres de fotógrafos de Badajoz, Mérida, Madrid, etc.

-El primer montijano que se dedica a hacer fotos comercialmente, por los años diez del siglo XX, es Álvaro Torres Rodas (1886-1940) que vivía en la calle Arriba y era también pintor.

-Al morir en 1940 su familia le vendió su cámara al fotógrafo Juan Sánchez Codes, conocido como “Ratacana”, que tenía el estudio en la calle Sánchez Rivera. Ejerció esta profesión pocos años.

-A principios del siglo XX muy pocos montijanos tenían cámaras de fotografiar, sólo conocemos al comerciante Antonio Agudo Conde que tenía su tienda “La China” en la Plaza donde vendía cámaras Kodak y hacía fotos.

-Un aficionado que gustaba de hacer fotos y dejó una buena colección, en los años treinta y cuarenta, fue Francisco Gragera Tejeda, que era además pintor.

-Ángel Sánchez Mazarrón, con nombre artístico ANSAMA, nació en Cabeza del Buey en 1890, fue antes pintor de frescos y se estableció en Montijo en 1929. Usaba las cámaras Kodak de los años 30 y la Voilander Vito C alemana, tuvo su estudio en la plazuela de los Piñero y desde 1940 frente al Casino. Se fue de Montijo en 1945.

Vicente María Sánchez Melara, con nombre comercial VISAM, nació en Montijo en 1911. En 1934 abrió su primer estudio en la calle Macías de Porras, publicaba fotos de sucesos ocurridos en el pueblo en el diario HOY. Antes de estallar la guerra civil se trasladó a Madrid donde trabajó de fotógrafo hasta 1943 en que pasó a Villanueva de la Serena.

En 1946 se instaló definitivamente en Montijo en la actual calle Eugenio Hermoso donde ejerció hasta su fallecimiento en 1966.

-Vicente Śanchez había contratado de ayudantes en los años cincuenta a los hermanos Vargas Fernández, Manuel como retocador de fotos y Eduardo en el laboratorio, que procedían de Andalucía y su padre era pintor. Después se independizaron.

Manolo Vargas trabajó con el fotógrafo de Badajoz Vidarte, de allí pasó a VISAM hasta que montó su estudio propio en la calle Reyes Católicos en 1958. Además era guitarrista de flamenco.

Eduardo Vargas montó su estudio “El Tesoro” a mediados de los años cincuenta en la calle Antonio Maura. Su hijo José Vargas Bueno continuó con el negocio.

Los hermanos Juan, Alfonso y Antonio Sánchez Fernández, de nombre comercial SANFER, empezaron a trabajar en Montijo y puebla de la Calzada en 1958. Juan fue el primero pero murió en 1969.

Antonio (nacido en 1941) continuó con la marca SANFER durante muchos años hasta su jubilación continuando la profesión su hija.

En Puebla de la Calzada comenzó a trabajar como fotógrafo, en los años cincuenta, Alonso Muñoz Matas con el nombre comercial “Fotos Matas”, se jubiló en los años ochenta y continuó su hijo Alonso Muñoz González en Montijo con la marca “Matas fotógrafos” hasta el día de hoy.

José Antonio …. abrió su Estudio Fotográfico José Antonio en Montijo por los años noventa en la plaza Pedro de Valencia, continuando hasta hoy en la calle del Conde.

Juan Pedro Álvarez sigue ejerciendo en Montijo.

LOS MARMOLISTAS
-José Holguín, además de ser pintor tallaba el mármol blanco.
-Juan Montero Gil, en la calle López de Ayala, era forastero y vivía en Montijo por los años cuarenta. Hacía también letras en las cubiertas, tocaba la guitarra en las onomásticas y cumpleaños, yendo por las casas donde le convidaban por ello.

LOS HERRADORES
Estos artesanos no se limitaban a calzar las caballerías sino que tenían unos conocimientos prácticos muy grandes, haciendo funciones propias de los veterinarios. Legalmente tenían que tener un veterinario titular.
-El maestro Toribio Macarro tenía su taller en el Campo de la Iglesia.
-Cipriano Núñez en la plaza Bravo Murillo, entendía mucho de curas.
-En el palacio de los Condes tenían talleres José Macarro, Pedro Macarro y Alonso Rodas, supervisados por el veterinario Jacinto Sánchez.
-Felipe Cruz en el Piquete, comienzo de la calle Reyes Católicos, supervisado por el veterinario Alonso Torres.

Arriba vemos a la derecha a Alonso Torres con sus ayudantes. Abajo vemos a Felipe Cruz a la izquierda.

LOS ALARIFES
La familia Cabezas es una de las más antiguas que se conocen en Montijo que se dedicasen a la construcción.
-Jerónimo Cabezas González construía a finales del siglo XIX y principios del XX.
-Modesto Cabezas de la Riba fue un maestro muy importante en el Montijo de la primera parte del siglo XX. Se han publicado biografías completas de este maestro.Modesto Cabezas a la izquierda con Eduardo Núñez «el chiquito. Foto publicada por Manuel Cuerpo Rocha.

-Antonio Cabezas Martín construía casas a finales del siglo XIX y principios del XX.
-Francisco Cabezas García.
-Cristóbal Sánchez García era uno de los mayores constructores en la primera mitad del siglo XX. Tenía un horno de ladrillos y tejas en El Encinar. Trabajaba en sociedad con Modesto Cabezas en ciertas obras mayores.
-Su sobrino Antonio del Viejo Barrena que vivía en la calle Carrera.

                                                       Antonio del Viejo Barrena en su ancianidad.
-José Marín Gómez.
-José Marín Rodríguez.
-Antonio Marín Cabezas fue maestro de obras del Ayuntamiento durante la dictadura de Franco. Vivía en la calle Carreras.
-Alonso de los Santos, “petrina”.
-Cristóbal Lázaro construía en los años veinte.
-Angel Trejo construía por los años veinte.
-Eduardo Serrano construía en los años veinte.
-Los hermanos Pérez.

LOS HORNOS DEL ENCINAR
Había bastantes.

-El de Joaquín López “estrella”.

Horno de Joaquín López “estrella”. En la foto vemos a su hijo Francisco López Barril. Foto de Dámaso Estévez López.

-El de Juana López “estrella”.
-El de Manuel López .
-El de “chirrimpla” .
-El de Miguel “Boga”.
-El de Juan “el repeluco”.
-El de “el segaó”.
-El de Rodrigo Fernández Capote “pajarón”
-El de Alonso de los Santos “petrina” (llevaba en arriendo el del maestro Cristóbal Sánchez García).
-El de Modesto Cabezas de la Riva.
-El de Joaquín Serrano.
-El de Diego Carretero.
-El de Miguel Carretero, hermano de Diego.

LOS ALFAREROS O CACHARREROS
En Montijo no existía un barro apropiado para fabricar cacharros de cerámica, por lo que los que se dedicaban a ello tenían que ir po él a Puebla de la Calzada, al Ejído de los Arenales que se encontraba entre los dos pueblos. Habia hornos en el camino viejo de Barbaño donde los maestros alarifes fabricaban ladrillos y tejas
En honor a la verdad debemos aclarar que en nuestro pueblo hubo muy poca alfarería, quizás por el factor referido. La mayoría de las piezas las traían cacharreros de Salvatierra de los Barros, quienes las transportaban en burros y pernoctaban en las posadas de la época (la del “Tórtolo”, la de Zambrano, la de D. Jacinto Sánchez); el último de ellos se quedaría a vivir en Montijo, en la calle Huertecilla, y seguiría vendiendo sus piezas hasta los años setenta.
También había algún comercio de esta especialidad como el del Sr. Calado en la plazuela de Santa Clara.
En el pueblo había algunos hornos de alfareros en casas particulares como el existente a mediados de la calle Santa Ana donde cocía sus cacharros, por el año 1909, el maestro Félix Borreguero. Hacía tinajas, barriles, cántaros, cantarillas, ollas, macetas, etc.
Venían muchos alfareros de fuera a verle trabajar y aprender sus técnicas, pero él se enfadaba pues quería conservar el secreto de la profesión para evitar competencia. Su horno sería comprado posteriormente por el Sr. Urbano Carrillo que era cacharrero.
Un sobrino de Félix Borreguero, Sebastian Núñez, también era alfarero y tenia su horno en la calle Méndez Núñez. Hacía cántaros, macetas, barriles.
El horno de Félix fue comprado posteriormente por “el siño” Urbano Carrillo (?) que era cacharrero.

LOS LANEROS
Eran los que cardaban y limpiaban la lana.
-Alonso Acevedo Soltero en la calle López de Ayala número 53.

LOS CORTADORES
-Juan Méndez Alcántara en la calle Badajoz.
-Antonio Gómez Barríl en la calle de Arcos.

LOS CARDADORES
Eran los oficiales que limpiaban y suavizaban la lana con la carda.
-José Camacho Martín en la calle Piñuela.

LOS ESCOBEROS

Fabricaban escobas y escobajos.

Bartolomé Ramón fabricaba escobones con las retamas. Foto de Pedro Juan Aunión Jaen.

LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS
De forma tardía se creó en Montijo una escuela para aprender a ser artesano. El 9 de junio de 1940, la Jefatura Local de F.E.T. de las J.O.N.S. obligará a crear dentro del Círculo Cultural del Artesanado, antiguo Casino, una «Escuela de Artesanado» como Servicio dependiente de aquella adscrito a la Central Nacional Sindicalista.
Se instauró en la planta alta, se contrató un Profesor de Dibujo (Álvaro Torres Rodas) y otro de Cultura General (Antonio Quintana Cantero), y comenzaron las clases en octubre.
El 16 de junio de 1.941 se clausuró el curso 40-41 de «la Escuela de Formación Profesional» al que asistieron las autoridades locales, mandos de FET, maestros nacionales y Entidades. Se entregó un premio de 25 pts. al alumno más aventajado.
En noviembre no se había podido inaugurar el curso 41-42 por falta de presupuesto y de profesores; se sacaron a concurso las dos plazas adjudicándoselas a Dª. Patrocinio García Barrena (Dibujo) y a D. José Morilla Garrido (Cultura General) comenzando las clases el 9 de Diciembre. En mayo del 42 pediría la Delegación Local de Sindicatos que el Círculo diera una aportación de 35 pts. para el Premio Fin de Curso, lo que se aprobó.
Con la construcción en 1.943 de las Escuelas de Artes y Oficios en las Eras se trasladarían allí las existentes en el Casino, descargándole de esa obligación.
El 28 de marzo se celebró el acto oficial de colocación de la primera piedra de la Escuela de Aprendices, dependiente de la Obra Sindical de Formación Profesional de la C.N.S.
El edificio ocuparía 750 metros cuadrados, el resto continuarían siendo campos deportivos. El maestro de obras fue Modesto Cabezas de la Riva. Disponía de ocho aulas, de las cuales cinco eran destinadas para las clases teóricas y tres para talleres.
El director de la Escuela, cuando se trasladó al nuevo edificio en 1945, sería D. Antonio López y López (maestro nacional).

Los profesores de las Escuelas de Artes y Oficios con los sacerdotes en la fiesta de San Juan Bosco a principios de los años cincuenta. Foto de VISAM.

Era un centro laboral para preparación de aprendices, donde se obtenían títulos de Oficial de Tercera. Cuando la Escuela se instaló en el nuevo edificio, se pusieron en funcionamiento aulas de Cultura General, Dibujo, Carpintería y Cerrajería, Corte y Confección y Labores. Dentro de la Escuela comenzó a funcionar una Biblioteca pública. El encargado de regir el centro era el Patronato Rector.
Podían matricularse los mayores de 13 años y era requisito imprescindible afiliarse al Frente de Juventudes (aunque los jefes decían que era voluntario). Así, en 1944 se expulsó de la Escuela al aprendíz de herrero Fernando Regalado del Viejo por negarse a afiliarse.

                          La clase de Geometría en las Escuelas por los años cincuenta. Foto de VISAM.

A finales de curso se realizaban Exposiciones de Trabajos y entrega de premios en una fiesta, se entregaban los premios en metálico y los diplomas y se cantaba al final el Himno de la Escuela, creado por Rafaela Guisado.
A finales de febrero del 43 se abrió en los altos del Casino un curso de Corte y Confección impartido por la monitora Juana Bautista y otro de Labores dirigido por Patrocinio García Jerez, quien también impartía el de Dibujo. En estas clases era ayudada siempre por Francisco Gragera Tejeda. Las clases de Cultura general eran impartidas por el maestro José Morilla.
El día 31 de octubre de 1943, en el salón del Ayuntamiento, bajo la presidencia del Delegado Provincial de Artesanía Ramón Cardenal Vázquez, del Alcalde y del párroco, se celebró el reparto de premios a los alumnos más destacados. Concedieron dos premios de 100 pesetas -denominados “Generalísimo Franco” y “José Antonio”– para Fernando Regalado del Viejo e Isabel Sánchez del Viejo, cuatro de 50 pesetas para Joaquín Guzmán Brugera, Juana Carretero Caballero, Ceferina García Arrones y Eulalia Agudo de los Ríos, cuatro de 25 pesetas para Juana Romero Lozano, Cipriana Acevedo Bautista, Esther Morales Tossar y Marina Merino Caballero.
El encargado del curso fue el maestro José Morilla y asistieron a las clases 50 alumnos.
Para el nuevo curso se proyectaba abrir los talleres de herrería, de carpintería y de corte y confección, y se solicitó un Campo de Capacitación Agrícola.
El 30 de enero era el día del patrono, San Juan Bosco y, durante esa jornada, se celebraban actos en su honor. También se proyectaban para los alumnos más aventajados excursiones a Guadalupe, a Cáceres, etc. Algunos alumnos intervenían en concursos provinciales y nacionales consiguiéndose varios campeones.
El día 29 de mayo de 1944 se abrieron los talleres de Carpintería y Cerrajería de la Escuela, impartidos por los maestros Francisco Cuevas y Miguel Macarro.
El próximo curso deberán instalarse -según el HOY de 13 de junio- “en el magnífico edificio que se está construyendo frente al cuartel de la Guardia Civil, cedido en sesión por la Corporación municipal”, pero hasta el mes de octubre de 1945 el ayuntamiento no pondría en funcionamiento el alumbrado en las nuevas Escuelas de la carretera de la Estación.
A mediados de septiembre del 44 se abría el plazo de matrículas de la Escuela para el curso 44-45, para mayores de 14 años en las oficinas de los Sindicatos, para impartir cursos de Cultura General, Dibujo, Corte y Confección, Labores, Carpintería y Cerrajería.
El domingo 28 de octubre de 1945 fue inaugurada oficialmente la Escuela de Formación Profesional y el Cuartel del Frente de Juventudes (Hogar Rural) en el edificio de la carretera de la Estación. Se abrió el curso 45-46 con entrega de premios a los alumnos más aventajados.
En 1957 la Escuela fue reconocida por el Ministerio de Educación y Ciencia como Taller-Escuela Sindical de 2º Grado “Virgen de Barbaño”.

Varios alumnos de la Escuela ganaron premios de categoría.
-El primero fue Ángel Serrano quién ganó el Premio Europeo de Ebanistería. Antes había ganado en Badajoz el 1º premio del Concurso Regional de Ebanistería, donde también consiguió el 2º premio el montijano Bartolomé del Viejo Gómez, perteneciente a una familia de larga tradición carpintera.

La Corporación Municipal y los profesores de la Escuela dándole la bienvenida a Ángel Serrano (en el centro con jersey blanco). Foto de VISAM.
-Uno de los alumnos de forja era el montijano José Duque Mateo que consiguió el premio de “Campeón de Extremadura de Forja” el día 30 de mayo de 1958 cuando tenía diecisiete años de edad.
Trabajó en la fragua de los hermanos Fernández de la calle Santa Ana, después trabajó con el maestro Manuel ….. cuyo taller estuvo en la calle Carolina Coronado, y con … Tapia que tenía un taller de reparación de camiones en casa de Ángela Rodríguez, al principio de la calle Acinco.
Posteriormente emigró a Cataluña donde vive en la actualidad.


                                                        Diplomas de José Duque Mateo. Fotos de él.

Faltan muchos nombres, especialidades y datos, pido disculpas por no conocerlos, pero lo que he pretendido es iniciar el estudio de aquellas montijanas y montijanos que dedicaron su vida a las artes y los oficios, cosa que se ha perdido en gran parte por los avances de la tecnología en las últimas décadas.

                                                                           Agosto de 2021.







Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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