La cerca de El Montijo en los siglos XV al XVIII

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Este trabajo lo realicé en 1999 pero no se llegó a publicar.

Introducción

En la Edad Media, tras la Reconquista en el siglo XIII, las villas y ciudades serían fortificadas en la región extremeña al ser esta zona de luchas contínuas y de paso de ejércitos. Su situación fronteriza la convertía en lugar eminentemente estratégico. Los reyes ordenarán a sus señores restaurar las antiguas murallas romanas y árabes, donde ya existían, o levantar nuevas donde no las había con anterioridad.
Antonio Navareño Mateos lo explica en su libro «Castillos y fortificaciones en Extremadura» (página 27): «Los recintos amurallados son defensas colectivas donde se encierra la población, actúan con independencia o como complemento de los castilos. Las casas fuertes o palacios torreados situados intramuros, actúan como defensas individuales o familiares procurando la seguridad de sus propietarios… Los recintos levantados o reformados por los cristianos tras la reconquista se caracterizan, como los castillos, por su trazado irregular siguiendo el recorrido de las más pronunciadas e inaccesibles curvas de nivel, sus construcciónes de mampostería y sillería, los lienzos se jalonan con torres adosadas semicilíndricas, intramuros se ubica el caserío que se comunica con el exterior a través de distintas puertas, entomo a algunas de las cuales, y a extramuros, se disponían inicialmente efimeras construcciones de mercaderes y transeúntes que luego darían lugar a los distintos arrabales y más tarde serían zonas de la definitiva expansión urbana.
Es precisamente este crecimiento urbano el que provocó en muchas ocasiones el derribo de importantes lienzos de murallas; otras veces fué absorbida y ocultada por nuevas edificaciones, conservándose en frecuentes ocasiones en el interior de las casas o actuando de medianera entre distintos inmuebles… son muy escasos los restos persistentes de las murallas de Fuente del Maestre, Llerena, Jerez de los Caballeros, Olivenza, entre otras, donde tan sólo son visibles algunas puertas y lienzos aislados, habiendo sido en su mayor parte destruido o absorbido por otras edificaciones…»


                                   Foto de una ciudad amurallada tomada del blog Un profesor.
Montijo perteneció en los tiempos de la Orden de Santiago al partido de Llerena y sería muy influido por los Maestres santiaguistas de esta villa. Pues bien, la construcción de la cerca llerenense data de mediados del siglo XIV. Como dice Maria del Pilar de la Peña en «Llerena, una ciudad monumental de la Orden de Santiago» (página 8): «La cerca de Llerena se adapta de una manera natural a la regularidad de lal lanura en la que se asienta.Gran parte de ella está edificada en mampostería,si bien existe también un lienzo det apial sobre zócalo de mampuesto. En este muro podemos ver los agujeros o mechinales que nos revelan el procedimiento constructivo de la tapia, que resulta mucho más fácil, rápido y económico… Una serie de torres que se destacan en el exterior del recinto se disponen en largos tramos de la muralla para asegurar el flanqueo de esta fortaleza a la llanura. Todas son de planta rectangular… Estas torres rebasan en altura a la cortina y llevan, al nivel de ésta, una habitación de defensa que se cubre con bóveda de cañón de ladrillo.
La villa de Llerena quedaba comunicada con el exterior a través de cuatro puertas abiertas en la cerca. Enellas se inician los caminos que conducían a los más cercanos núcleos urbanos de los que adoptaron sus nombres… La muralla desempeñaba una evidente misión defensiva… Al mismo tiempo, sus puertas teníant ambién una función fiscal pues se convertían en un agente regulador del comercio, cobrándose impuestos por casi todas las mercancías que entraban en la ciudad… Independientemente de las puertas principales de la cerca, que coincidían con la situación de los cuatro puntos cardinales, existían otras más pequeñas localizadas en lugares menos visibles y de dificil acceso. Nos referimos a los portillos…»
En la villa de Zafra las obras de la cerca dieron comienzo en el primer tercio del siglo XV. Nos lo explica Francisco J. Pizarro en su libro «Zafra, arte y ciudad de Señorío»: «los trabajos de fortificación fueron ordenados por el primer Señor de Feria, empleando para el acarreo de la piedra a los vecinos de la villa que, con dicho trabajo, se veían libres de las labores de vigilancia a que estaban obligados…”               Tardarían catorce años en levantarla. «Disponía de un remate almenado, formaba un perímetro oblongo e irregular de seis metros de altura y tres de ancho jalonado de baluartes. Por los restos que se conservan de algunas puertas de la muralla, podemos decir además que ésta era obra de mampostería menuda y ladrillo, siendo este último material el utilizado fundamentalmente en los arcos de las puertas…la costumbre cristiana de colocar capillas en las puertas de la tiempo, sus puertas tenían también una función fiscal pues se convertían en un agente regulador del comercio, cobrándose impuestos por casi todas las mercancías que entraban en la ciudad… Independientemente de las puertas principales de la cerca, que coincidían con la situación de los cuatro puntos cardinales, existían otras más pequeñas localizadas en lugares menos visibles y de dificil acceso. Nos referimos a los portillos…»

                             Dibujo tomado del blog Un profesor, artículo de Juana Moreno.

En la villa de Zafra las obras de la cerca dieron comienzo en el primer tercio del siglo XV. Nos lo explica Francisco J. Pizarro en su libro «Zafra, arte y ciudad de Señorío»: «los trabajos de fortificación fueron ordenados por el primer Señor de Feria, empleando para el acarreo de la piedra a los vecinos de la villa que, con dicho trabajo, se veían libres de las labores de vigilancia a que estaban obligados…» Tardarían catorce años en levantarla.
“Disponía de un remate almenado, formaba un perímetro oblongo e irregular de seis metros de altura y tres de ancho jalonado de baluartes. Por los restos que se conservan de algunas puertas de la muralla, podemos decir además que ésta era obra de mampostería menuda y ladrillo, siendo este último material el utilizado fundamentalmente en los arcos de las puertas… la costumbre cristiana de colocar capillas en las puertas de la muralla…»

La cerca de El Montijo
Hemos visto arriba que los Maestres y Señores fueron los que ordenaron la construcción de murallas y cercas desde el siglo XIII. En aquellas villas que no tenían mucha importancia y donde el terreno era llano se levantarían cercas con paredes de tapial no muy elevadas ni resistentes. Con ellas se procuraba la seguridad del vecindario de malhechores y para fines fiscales.

En aquellos siglos los asentamientos urbanos solían tener una atalaya o torre aislada de vigilancia situada en los puntos más elevados desde donde controlaban el territorio. Este sería el origen de la denominación «cerro de la Centinela» que tanta importancia tuvo en las guerras con Portugal.
¿Pero desde cuándo hubo Comendadores en Montijo?  Daniel Rodríguez Blanco investigó que en tiempos del Maestre de Mérida Pelay Pérez Correa, en 1271, se produjo un movimiento de los Comendadores contra aquél por los gastos excesivos que les obligaban a poner impuestos especiales a sus vecinos. Lo que quiere decir que ya había Comendadores en esta comarca. En el año 1274 hubo un Capítulo General de la Orden en Mérida al que asistieron los Comendadores de la comarca. Si la iglesia de San Isidro se construyó a finales del siglo XIII sobre una ruinosa ermita visigoda seguramente era porque ya había un Comendador en Montijo.  Bernabé Moreno de Vargas dice que en el año 1389 era comendador del Montijo Fernán García, el primero que él cita.
Los primeros comendadores que se conocen documentalmente mandaron construir la Casa de la Encomienda, fortaleza con una torre, hacia 1450. Diego de Alvarado construiría de nuevo en Lobón la torre y baluartes donde antes había «un cortixo de tapia por muchas partes aportillado» y mandó destruir la torre de la Casa de la Encomienda de Montijo.
Los Comendadores de nueva provisión tenían la obligación de gastar durante dos años la mitad de la renta de sus encomiendas en preparar las fortalezas y Casas de la Encomienda.  Por lo expuesto pensamos que la cerca de Montijo fué levantada en el siglo XIV siguiendo los patrones de Llerena y trabajando los vecinos en turnos para librarse de impuestos y servicios de vigilancia.
La cerca rodeaba el casco urbano medieval existente (los nombres de algunas calles nos indican su existencia: Portales o Arcos, Contorno, del Miradero, Arriba, Atrás). Esta pared de tapial servía de muro trasero de las casas.
Como sabemos, en el año 1551 vendió Carlos V la villa al Marqués de Villanueva del Fresno, según Vicente Navarro del Castillo: «con su fortaleza…portazgos por lo que han de pagar derechos de todo género que en la villa entrare…
Se le concedía la facultad de poder reparar, derribar y construir de nuevo la fortaleza, bien en su mismo lugar bien en otro de la villa…»

                                                   Dibujo de José Luís Melara Bautista.
La calle Peñas en esos siglos era una calle principal de salida del pueblo hacia La Nava de Santiago etc. , desde el centro del pueblo; por ello a  las calles colindantes les llamaban Arriba o Atrás.

Las rentas de portazgo se cobraban a los mercaderes y arrieros que venían al Montijo sobre la actividad comercial y estaban exentos del pago los vecinos de la villa. Para cobrarlos se ponían en las puertas de la cerca los Guardas de Portazgo, que han existido en Montijo hasta principios de nuestro siglo.
Ana María Zamora Gragera escribió en la Revista de Ferias de 1991: “Estos núcleos situados en tierras llanas, necesitan en un momento determinado la protección, no solo de los residentes en la fortaleza sino de todo el vecindario. Para ello el caserío solía quedar albergado por una cerca que, partiendo de la fortaleza, rodea el recinto habitado.
Básicamente la cerca es un muro de mampostería más o menos alto que rodea una porción de terreno. En sus lienzos se abren los vanos necesarios, normalmente cuatro que permitan la entrada y salida en las direcciones más convenientes y de mayor uso. Respondían a un trazado ovalado defendidos por torres y cubos contando las puertas de acceso con algún tipo de baluarte de vigilancia y defensa del mismo.
Montijo contó, con toda probabilidad, con una cerca de adobe o tapial (9) que rodeaba perimetralmente el casco urbano y de la que no perdura ni estructura ni trazado al ser la fábrica de un material perecedero como el barro, cuya desaparición es fácil cuando se abandona su mantenimiento.
Quizá la Puerta del Sol fuera uno de los vanos abiertos en la cerca montijana para permitir la entrada y salida hacia el camino de Cáceres, y en la calle Portales o Arcos hubiera otra hacia el camino de Mérida. Siguiendo esta hipótesis cabria pensar en la existencia de otras puertas, tal vez situadas en los caminos del Fresno, Badajoz, Cerro de la Cruz o en el de la Alguijuela.
Otro elemento similar a la cerca son las barreras. Se trata de un muro que defiende una fortaleza y que rodea el emplazamiento o parte del mismo cuando se considera que determinada zona no lo necesita. Tal vez la calle Barrera deba su nombre por que la cerca o parte de ella pasara por aquel lugar en algún momento.
En 1490 comenzarán las obras de la Iglesia de San Pedro sobre las sileras, muy próxima a la Iglesia de San Isidro que continuará abierta al culto hasta 1604. El edificio estaba rodeado de una muralla destruida hacia 1644, cuando los portugueses saquean e invaden gran parte de la localidad, siendo reconstruida con posterioridad según recoge un informe de 1688 de D. Francisco Domingo Cueba, que dice :
«…habiendo reconocido el fuerte de quatro baluartes que ciñe la yglesia parroquial de la villa de Montijo, que por haberse arruinado mucha parte del necesita bolber a lebantar… » No es de extrañar que la iglesia estuviera fortificada, pues existen en Extremadura templos cuyos ábsides están almenados y, aunque no tenían función militar, si sabemos que en caso de peligro cumplían funciones defensivas (11)…
El primitivo casco urbano se va colmatando con el incremento de la población, y por tanto creciendo, construyéndose viviendas fuera del recinto amurallado, muchas de ellas próximas a las puertas de entrada al recinto, en los caminos que iban a poblados cercanos como la Algüijuela (Torremayor), Barbaño, Mérida, Badajoz o Loriana, de donde tomarán el nombre algunas calles nuevas como Badajoz o Mérida que, junto a calles como Piñuela (Pérez Galdós), Carreras (salida de la población por el Callejón de la zorra y donde estuvo el matadero), iban ampliando el alcance urbanístico de Montijo.
Esta circunstancia, unida a la escasez de peligros, hacen que la cerca se considere menos necesaria por lo que se deja de reparar y supondrá su ruina.
Sin embargo López, al describir en 1798 la villa de Montijo, señala una zona de «intramuros» (donde sitúa la Parroquia de San Pedro, el Convento de Santa Clara, el Santuario de Jesús Nazareno, un Hospital y una capilla de San Antonio), y otra de «extramuros» (donde se encontraría el santuario de la Virgen de Barbaño). (14).
Esto hace suponer que en aquellas fechas aún existiera la cerca o parte de ella que, con el tiempo, desaparecerá sin dejar otro vestigio que los trazos documentales en los que basar esta hipótesis.”

Es decir, los Comendadores y posteriormente los Condes fueron los encargados de mantener levantada la cerca desde el siglo XV hasta el XVIII en que desaparecería casi totalmente.
En el siglo XVII tuvo que sufrir Montijo la devastación de las guerras con Portugal. Desde el 1640 hasta el 1688 pasarían los ejércitos portugueses y españoles por nuestra villa causando todo tipo de destrozos. En 1644 resultaría muy dañada la Casa-fortaleza de los Condes pues en ella resistió la guarnición que defendía la villa; el III Conde la tendría que levantar de nuevo. El baluarte o cerca fue destruido por los portugueses a la vez que incendiaban el pueblo.

Representación en azulejos de la batalla del Montijo existente en el palacio de las batallas de Lisboa.

En un informe existente en el Archivo de Simancas se relata la batalla del Montijo y dice que las tropas portuguesas, tras quemar la villa el día 23 de mayo, «luego se acuartelaron en las puertas del Montijo en puesto fuerte y cómodo para cuartel». Con esto creemos que se demuestra documentalmente la existencia de la cerca y sus puertas.
El 22 de agosto de 1645 dice que «los vecinos se refugiaron en Montijo huyendo del invasor». Si se refugiaron es porque tenia muros y puertas para guarnecerse del enemigo.
En 1653 «Montijo había sido convertida en cuartel de alojamiento invernal de varias compañías de soldados».
En la Revista «AGLA» de septiembre de 1982 escribió un artículo Fernando Cortés Cortés titulado «Un baluarte en tomo a la Iglesia. Montijo 1688» donde recoje datos del Archivo Histórico Provincial de Badajoz donde un ingeniero militar de Badajoz informa que: «habiendo reconocido el fuerte de cuatro baluartes que ciñe la yglesia parroquial de la villa del Montijo, que por haberse arruinado mucha parte del se necesita bolber a lebantar…» mediante «encamisarlo de piedra y cal, de media vara de grueso sobre otra media vara de tierra mojada y pisada. Sobre ambas tapias de hormigón por parapeto, de una vara de grueso y otra de ancho, con dos caras de hormigón por cada parte. Levantar tres garitas en los ángulos de los baluartes, por tener una que no se ha caído…»
La obra se sacaría a subasta en Badajoz y se le adjudicaría al maestro de Badajoz Diego de Cáceres Ortíz comprometiéndose a concluirla sendos meses y se le abonaría 4.000 reales.
Este documento demuestra la existencia de la cerca (que tenía cuatro puertas con sus baluartes), las dimensiones de la misma así como los elementos con que estaba construida.
¿Y cómo se denominarían las cuatro puertas?                                                                                                           Como hemos explicado en la Introducción, las puertas estaban situadas en los orígenes de los caminos que conducían a las ciudades más cercanas coincidiendo con los cuatro puntos cardinales.
Sabemos que de Montijo salían caminos hacia Badajoz pasando por el badén de Talavera, hacia Mérida por la calzada romana, hacia Cáceres y hacia Alburquerque por La Roca.

Dibujo realizado por Blas Parejo, indicando por mí a lápiz la posible cerca, publicado en la misma Revista de Ferias que el artículo de Ana María Zamora.

En este grabado de Pier María Baldi (Viaje Cosme de Médici. Lámina XLIV), que representa a Lobón en 1669, podemos apreciar la cerca que lo circundaba aunque ya habían abierto algunos vecinos puertas traseras. Sería similar a la de Montijo.

Femando Cortés dice en la Revista AGLA, de septiembre de 1986, que el 27 de marzo de 1648 escribía el Gobernador portugués de la Provincia del Alentejo: «…mandé a nuestra caballería que entrase por la puerta de Montijo a Talavera …», esa sería la Puerta de Badajoz situada por donde se encuentra hoy la Plaza de Jesús, hacia el poniente.
Ha llegado hasta nuestros días la denominación Puerta del Sol que creemos sería otra de las cuatro puertas, situada al saliente (es una denominación muy usual en las ciudades amuralladas extremeñas) estaría en la calle Santa Ana al terminar la ermita de las monjas. Esa calle se denominaba entonces «del Miradero» lo que indica que podría referirse a las garitas del baluarte, y de allí salía el camino de Cáceres y de Loriana. Donde hoy se encuentra la Puerta del Sol estaba la Ermita de Santa Ana.
Otra puerta debería ser la de Mérida que estaría por la calle Senador Piñero que entonces se denominaba «de los Portales» o calle de Arcos. Allí se encontraba el Hospital del Concejo y de allí salía el camino hacia Mérida por el sur.
Y la cuarta puerta debería estar en el Piquete, al norte, de donde salía el camino hacia Alburquerque por La Roca, cerca del cual se encontraba el Cerro la Cruz por existir un crucero de piedra hoy desaparecido.

Pintura de Frasco Antolín representando a Montijo en el siglo XVII, existente en la ermita de Barbaño.

En el año 1753 seguía percibiendo el Conde de Montijo el derecho de portazgo por lo que se cobraba a las entradas del pueblo. En 1774 relataba el escritor José Cadalso, quien se encontraba acuartelado en la villa al mando de un Escuadrón de Caballería, que Montijo estaba casi totalmente derruido y arruinado. Tomás López, en sus «Interrogatorios» de 1798 cuando habla de ciudades amuralladas habla de intramuros y extramuros; y cuando describe Montijo dice que «intramuros» se encontraban la Ermita de Jesús, el Hospital de Transeúntes y la Ermita de San Antonio, y «extramuros» estaba la Ermita de Barbaño.
Pero a finales del siglo XVIII no se volverá a hablar nunca más de los muros y baluartes de nuestra Villa.


Esperemos que algún día se desentrañe completamente la historia de la cerca de Montijo mediante pruebas documentales.





Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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