La lidia y las corridas de toros en Montijo desde el siglo XV

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Este estudio lo publiqué en la revista “La opinión de las Vegas Bajas” en el año 2000, desde la segunda quincena de abril a la segunda de mayo. También lo expuse en Radio Montijo el día 1 de agosto de 2001.
Utilizo la terminología que los aficionados siempre han usado, aunque yo no las comparta, tales como “la fiesta brava”, “festejos taurinos”, “el arte del toreo”, etc.

Los estudios detallados de la historia de la tauromaquia remontan sus orígenes a la Edad de Bronce (para saber la historia con detalle ver en Wikipedia el artículo «Tauromaquia»).
La lidia de los toros surgió en España y hay constancia documental de su existencia desde el siglo XI. En el XIII surge la afición de burlar los toros a caballo con lanzas, protagonizada por los nobles militares.

                 Pintura El alanceo de toros. Tomado de la web López-Doriga digital.

En el XV abandonan esta práctica los nobles y se queda la tauromaquia a cargo de lidiadores a pie, dentro de recintos cerrados, lo que era mucho más peligroso.
La afición a correr los toros bravos y a lidiarlos apareció en Extremadura, igual que en el resto de España, en la Edad Media. En las Cantigas de Santa María CXLIV, realizadas en el año 1280, se representa el «Milagro del toro de Plasencia»:

Durante la etapa santiaguista y del condado
Durante el dominio de la Orden de Santiago en la llamada provincia de León, que integraba a una buena parte de la actual de Badajoz, se desarrolló y potenció este tipo de festejos, que consistían en correr delante de los toros por la calle principal de los pueblos y ciudades. Por este motivo se llamaba a esas calles Carrera o Corredera (como en La Nava de Santiago o La Roca de la Sierra), de ahí la denominación de “corridas” que se les dio desde entonces a los festejos taurinos. Al siguiente día se les lidiaba en la Plaza Mayor o pública.
Todavía conservan algunos pueblos extremeños las plazas de casas tal y como estaban en aquellos siglos, con sus puertas y sus hendiduras para meter las traviesas (Garrovillas de Alconetar, etc.) o le siguen denominando a una plaza de vecindad “la Plaza de los Toros” (Moraleja, etc.).



                    Pintura La corrida medieval en Benavente. Tomada del blog torosdelidia.es

En el libro de Daniel Rodríguez Blanco “La Orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV)” dice en la página 394, refiriéndose a Mérida en el siglo XVI: “todos los festejos se acompañaban por corridas de toros, ya sea una fecha señalada en el calendario, Corpus Christi, San Juan, Santiago, Santa María de Agosto, o por las victorias de armas españolas… o porque iba a venir el rey Don Carlos”.
Y esta afición a la tauromaquia la extrapola Daniel al resto de la provincia de León de la Orden de Santiago.
Las corridas se solían hacer en los meses de verano. En aquel siglo costaba un toro de lidia entre 3.000 y 3.200 maravedíes.

En Montijo también se practicaban estos festejos y, sobre todo, al comprar el Marqués de Villanueva del Fresno la Villa en el año 1551. Construyó la Plaza Mayor (hoy de España), la calle Carreras al final de la cual se construyó el Matadero (en la actual Jovellanos), la calle del Coso (actual Antonio Maura) pues los toros se guardaban en el Corral del Concejo que estaba en la calle Tenerías (actual Clavijo donde estuvo el cine Palmera) y bajaban por la calle del Coso hasta la plaza, donde eran lidiados.
En la Plaza Mayor era donde se celebraban las corridas y las capeas durante cerca de tres siglos. Nos dice Manuel G. Cienfuegos en la revista AGLA de 1987 sobre la plaza: “lugar donde en la Orden de Santiago se corrían los toros”.
Pero las continuas guerras con Portugal, desde el año 1640 hasta 1705, dejarían al pueblo totalmente arruinado en lo económico y urbanístico, lo que influyó en el decaimiento de estos festejos. Por ello, el Libro de Seglares existente en el Archivo Municipal, escrito en 1753, dice que en Montijo no había por entonces “Ferias ni Mercados” de ganados, y José Cadalso escribió en 1774 que Montijo era “aburrido y monótono”.                                             Dibujo del matador Francisco Romero.

Las corridas en el siglo XIX
Tenemos constancia de unos festejos que se celebraron el día 30 de mayo de 1829 en el cortijo de los Condes de Torrefresno, el Condado, con motivo de la presencia del infante Don Francisco y por ser el cumpleaños del rey Fernando VII, al que asistieron unos dos mil vecinos de Montijo y Puebla de la Calzada, donde hubo un banquete y “terminado el banquete se lidió por aficionados una corrida de novillos en un plaza que se había hecho de madera. Terminada la corrida a las siete de la tarde…” (Libros de Actas del Ayuntamiento).
Ello demuestra que a la afición a la tauromaquia continuaba por estos lares a pesar de las guerras y las pestes.
En 1857 comienza a celebrarse la Feria de Ganado en Montijo, el llamado “rodeo”, durante los días 6, 7 y 8 de mayo, como introducción a la romería de San Gregorio, patrón de los ganaderos, que se venía celebrando desde mucho tiempo atrás el día 9 de ese mes. En estas ferias se celebraban corridas y capeas.
En 1862 se trasladó la Feria a los días 7, 8 y 9 de septiembre para hacerla coincidir con las fiestas patronales.
Triunfaban en España por aquellos años los matadores Curro Cúchares, Frascuelo y Lagartijo.

                            Caricatura de Frascuelo publicada en La Revista Moderna.

En 1866 acuerda el Ayuntamiento Constitucional una medida que acabará con la tradición de celebrar las capeas y corridas en la Plaza Mayor: la plantación de árboles, el traslado del mercado diario que en ella tenía lugar, así como los festejos taurinos.
Desde entonces se celebrarían las capeas en corralones particulares y los organizadores eran industriales montijanos que se lanzaban a esa aventura empresarial. El ruedo lo formaban juntando carros, que eran cedidos o alquilados por los labradores y que servían de gradas para el público. Delante hacían una barrera con palos atados a aquellos.
¿Por qué no se construyó por entonces una plaza de toros estable como hicieron tantos pueblos (Barcarrota, Fregenal, Almendralejo, Zafra, etc.)? Quizá la explicación habría que buscarla en los escasos presupuestos municipales, en la poca afición de los ediles y que no hubiese demasiada demanda entre el vecindario…

En el siglo XX

A la izquierda, con bombín, Juan María González Terreros, propietario que fue alcalde de Montijo, acompaña al famoso torero Juan Belmonte y a su esposa en el hipódromo de La Zarzuela de Madrid.

Manuel Rodríguez Pérez ha recogido una noticia de un periódico de Badajoz, del mes de octubre de 1916, que dice así: «Con motivo de la festividad de la virgen del Rosario, se celebró en esta plaza del Montijo una magnifica corrida de vacas de D. Manuel Albarrán Martinez, vecino de Badajoz.

Respecto al ganado se conoce que el señor Albarrán quiso sacarse la espina y subir el cartel que en la feria no quedo bien lucido, y mandó unas vacas escogidas tanto en arrobas como en bravas y bien puestas.

Marquito de Triana dos orejas en el primero y dos orejas y rabo en el segundo. Manuel Garcia (Queque) cortó dos orejas en el primero igual que en el segundo. Una tarde superior para estos jóvenes toreros, que como de muchas tardes como estas. pronto se ganaran uno de los primeros puestos. La presidencia muy acertada.»

Manuel García Cienfuegos publicó en la Revista de Ferias del 2012, páginas 112 a 116, un artículo sobre un novillero montijano: Alfonso Sáenz Guzmán, “Granero II”. Nació en 1908, vivió su niñez en la actual Plazuela del Barrio, de joven trabajó de mancebo de farmacia, tenía una gran afición a los toros y se fue a vivir a Sevilla. Comenzó su carrera de novillero a finales de los años veinte recorriendo las principales plazas de la provincia sevillana. En julio de 1930 toreó como novillero en Badajoz.

Granero II toreando en una plaza. Foto de Francisco López Sáenz publicada por Manuel G. Cienfuegos.

En 1931 recibió una cornada en el pulmón en Utrera, muriendo a los dos meses sin poder tomar la alternativa como matador de toros.

Tenemos constancia de que en los años veinte se celebraban festejos taurinos en un corralón de la calle La T, propiedad de José Moreno García, conocido como “el castellano”, que era exportador de cereales, aceites y legumbres. Al otro lado de la misma calle también se celebraron festejos.
Lo principal en las Ferias era la participación del pueblo en capeas, concursos, rodeos y verbenas.
En los años treinta se celebraban las capeas en el “coso taurino” de Cristobal Gil Delgado, conocido como “el basero”, propietario del Bar La Alhambra. Decía Pedro María Quintana en el periódico La Libertad, de 17 de septiembre de 1931: “Hemos tenido el gusto de saludar en su breve estancia en ésta al valiente novillero Antonio Valadés “Vaquerín”. Según nuestros informes es probable que actúe con su cuadrilla en nuestro coso taurino en fecha no lejana.
De confirmarse este hecho, la afición tendrá ocasión de admirar las grandes dotes de este futuro “as” de la tauromaquia…”
Otro día de septiembre decía el corresponsal de La Libertad: “De los toros, ni hablar, bien si se tiene en cuenta que el público tomó a chacota la seriedad con que lo tomaron los competidores temibles de Ortega. Con decir que se nos acabó el repertorio de matadores y los bichitos murieron por cansancio y acribillados a pinchazos queda dicho todo”.
En las ferias de 1933 instaló Cristobal Gil Hidalgo su coso taurino en “el lagar de Maza”, en la carretera de la Estación a Puebla (actual Avenida de Colón). Allí actuó el día 8 de septiembre la banda cómico-taurina Los Castúos y el novillero Villalta III. Decía La Libertad: “En su cuadrilla actuará como banderillero un conocido aficionado de la localidad… el valiente Cuquejo .
El día 3 de septiembre de ese año decía Pedro M. Quintana en el periódico: “Sangre y arena. El pasado viernes día 2… salieron varios aficionados al arte que cultivan artistas de la categoría de Barrera, Ortega, Bienvenida, etc., en unión del empresario de nuestro coso taurino don Cristobal Gil Hidalgo, a la dehesa Pesquerito, propiedad del acreditado ganadero don Lisardo Sánchez, con el sólo objeto de apartar el ganado que se lidiará en los días de feria por novilleros de la categoría y renombre de Manuel Silva (Villalta III) y otros de postín.
Como complemento, hará su presentación ante el público montijano la formidable banda de Extremadura cómico-taurina Los Castúos, compuesta de 25 profesores… Con la banda actuará su troupe cómica Charlot, Don Tomás, Palanco y su Botones, que lidiarán, banderillearán, jugarán, mosquearán y, por fín, matarán a estoque, si no cae del susto, una novilla de la misma ganadería…
Respondemos de Villalta III dada su “categoria”. Esperamos no nos quedará en ridículo”.
La guerra civil interrumpió la celebración de las corridas de toros.
Por los años cuarenta se celebraron festejos taurinos en la Plaza de los Piñero, los becerros se guardaban en la casa que tenía allí Vicente P. Quirós. También se celebraron en un corralón de la calle Carolina Coronado, propiedad de Luís Gragera G. Piñero. Era médico de estas novilladas José María Ruíz Parejo. En una ocasión se escapó un novillo a las Eras ocasionando un gran revuelo.
En los años cincuenta se celebraron festejos en el molino de aceite de Bartolomé Pinilla y Pinilla, donde hoy se encuentra la barriada del Molino, y seguía siendo médico de la plaza Ruíz Parejo.

 A la derecha vemos El Molino a finales de la calle Reyes Católicos donde se celebraban becerradas.

El día 8 de septiembre de 1953 tuvo lugar una memorable becerrada a cargo del famoso novillero montijano “Bisagra”, Juan Herrera Soto que era tratante de ganados por entonces, acompañado por su cuadrilla: el Cuquejo, Yuste y Platanito. Sobre esta novillada podemos leer el artículo de Manuel G. Cienfuegos en la revista de Ferias de 1987. Bisagra era todo un espectáculo, solía perder alguna zapatilla mientras realizaba sus faenas y como tenía bastante precaución hacia los astados su mánager Ruíz Parejo le gritaba «Arrimate Juan que si pasa algo aquí estoy yo para curarte»…

Abajo vemos cinco fotos de Bisagra toreando una vaquilla en El Molino el día 8 de septiembre de 1953. Las fotos son propiedad de Juan Aunión Sierra, fueron hechas por VISAM y publicadas por Manuel Cuerpo Rocha en su blog Personajes de Montijo:

Bisagra preparándose para empezar la faena y mirando con precaución a la vaquilla, mientras le da lumbre el concejal Justo Agreda. Foto de VISAM.

El alcalde preside el festejo, a la izquierda vemos a la Delegada Local de la Sección Femenina. Foto de VISAM.

La afición hacia la tauromaquia en Montijo a mediados del siglo XX estaba extendida sobre todo entre la población dedicada a la agricultura y preferían el rejoneo al toreo a pie. Las corridas tenían lugar solamente en las Ferias de septiembre.
Desde finales de los años cincuenta comenzarían a venir en las Ferias las plazas portátiles prefabricadas, que eran una innovación, más seguras y cómodas de montar, propiedad de empresas como la de Jacinto Alcón.

                                                Anuncio publicado en la Revista de Ferias de 1963.

Cartel de una corrida celebrada el día 11 de noviembre de 1962. Propiedad de Francisco Flecha Rodríguez.

Las autoridades civiles y militares en una novillada en las Ferias de 1957. Foto de VISAM.

Las fuerzas del orden en la misma novillada del año 1957. Detrás la Agrupación Artístico-Musical. Foto de VISAM.


La Agrupación Artístico-Musical tocando pasodobles toreros el mismo día. Foto de VISAM.

En 1963 se instaló en la Feria la plaza “El Toreo”, de la empresa citada, en el antiguo campo de futbol Santa María. Se celebró el día 8 una novillada, con cinco astados del Marqués de Valdueza, en la que toreó a caballo el rejoneador extremeño Manuel Moreno Pidal y los novilleros Antonio García Galán, de Puertollano, y Andrés Araes “Pedrés II”, de Albacete, y otra el día 9 con cuatro novillos de Amalia y Alberto Márquez que fueron lidiados mano a mano por Manolo Muriel, de Madrid, y Manolo Vega, de Sevilla. La Agrupación Artístico-Musical de Montijo animaba las novilladas.
En esos años fue muy admirado en Montijo el novillero Curri de Camas, organizándose una peña en su nombre, “La peña del 7”.                                                                                                                                                    Abajo vemos tres fotos de la Peña el 7 animando a Curri de Camas en la Feria de 1964. Cedidas por Francisco Carretero:

El mismo día, sentados en la barrera, de izquierda a derecha, los concejales Francisco Hernández Venero, Gervasio Martínez Jerez y Alfonso Campos Sánchez. Foto de VISAM.

                                            Otra vista del público. Foto de VISAM.

En 1967 se celebraron novilladas los días 8, 9 y 10 de septiembre, en la Plaza de Toros portatil de Juan Romero. El día 8 una con picadores, cinco novillos-toros de la ganadería de Viuda de D. Cándido García, el primero para el rejoneador Gregorio Moreno Pidal y los cuatro restantes, mano a mano, para los destros Juan Asenjo Calero y Manuel Rodríguez “El estudiante”.
El día 9 hubo un espectáculo cómico-taurino musical “Torre del Oro” Andalucía Taurina 1967, con la intervención de 25 artistas: la Banda taurina La Sevillana, el novillero José Román, la Agrupación Trianera integrada por cantaores y payasos, Cantinflas Andalúz Manuel Beltrán y el gran Joselín.
El día 10 hubo otra novillada, fueron lidiados 5 novillos de Da. Carmen Chacón Molina para la rejoneadora Lolita Muñoz y para un mano a mano entre José Luís Gutierrez, de Jaén, y Rafael Beca Belmonte, de Sevilla.
Los precios oscilaban entre las 50 y las 200 pesetas.
El día 10 de septiembre de 1978 se celebró un grandioso espectáculo de rejoneo, en la plaza portatil “Los Conquistadores” de Alcón-Quintana, cuyo representante en Montijo era Ruperto Menayo, con 6 toros para Álvaro Domecq, Manuel Vidrié, Paulo Caetano (cabaleiro portugués) y Luís Correa, de Puebla de la Calzada. Los precios oscilaban entre las 250 y las 1.200 pesetas.
Otro día hubo un espectáculo cómico-taurino “Córdoba Taurina”, con dos becerros, 7 enanitos y 35 artistas.
En 1979 hubo el día 8 de septiembre una “Corrida de Toros” con la actuación de dos rejoneadores y dos novilleros, el día 9 una Becerrada Popular o capea en la que se soltaron 3 becerros para los que deseasen lidiarlos.

En las fiestas de la barriada de Las Cumbres se llegaron a organizar capeas en los años ochenta. Foto de Horacio López.

El Club Taurino de Montijo
El día 14 de junio de 1989 nacía el Club Taurino de Montijo, dirigido por el maestros de escuela Juan Moreno Belenes, con la intención de asistir a los festejos taurino, visitar algunas ganaderías, dar conferencias sobre la tauromaquia, pasar vídeos, hacer festivales taurinos en Montijo, etc.
Su labor empezó a dar frutos. El 8 de septiembre de 1990 se celebró un Festival Taurino en una plaza instalada en las Eras, con 4 novillos de la ganadería de Herederos de Bernardo Píriz, para el rejoneador José Luís Hernández, Sánchez Cáceres, Luís Reina, Francisco García “El Poli” y la joven promesa de Puebla de la Calzada Luís Manuel Reinoso “El Cartujano”. Al final soltaron una vaquilla para los aficionados.
En 1991 celebraron el día 7 de septiembre otro Festival Taurino con 5 novillos para un rejoneador, tres matadores y un novillero. El día 8 un Espectáculo cómico-taurino-musical con dos becerros y una vaquilla para la promesa de Puebla de la Calzada “El Cartujano”. El día 9 hubo una suelta de 3 vaquillas para los aficionados a estilo tradicional.
En ese año tenía el Club Taurino 120 socios y realizaban múltiples actividades. Entre sus anhelos estaba la construcción por el Municipio de una Plaza de Toros, como se había realizado en otros pueblos de la región (Villafranca de los Barros, Montehermoso, etc.).
Pero, al igual que sucede con tantos proyectos iniciados en Montijo, poco a poco fue decayendo, la directiva se fue aburriendo hasta que el Club desapareció.

Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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