El culto a las diosas Anahita, Astarté y Ataecina en las Vegas Bajas del Guadiana (desde el siglo VIII a.C. al III d.C.)

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Es bueno que recordemos quienes fueron esas diosas de nuestros ancestros, a las que se adoraban en la comarca de las Vegas Bajas antes de la dominación romana. A figuras femeninas, lo que demuestra que en aquellas culturas las tenían en alta estima.

Para ver como los celtas lusitanos y turdetanos crearon la Diosa Madre Ataecina tenemos que partir de los precedentes.

Los fenicios llegaron a la península ibérica a finales del siglo IX antes de Cristo, estableciendo colonias por toda la costa del levante y del sur peninsular y por la costa atlántica para comerciar con los indígenas de aquí. Los fenicios fundaron la primera colonia fija en la península -Gadir- entre el 900 y el 800 a.C. en el periodo orientalizante (siglos IX al VIII).

Su cultura estaba influenciada por los antiguos pueblos del Oriente Medio de los que recogieron sus religiones y dioses. La más importante Astarté o Ashtarti que fue asimilada de una diosa-rio mesopotámica llamada Ishtar, Anahita o Inanna, que representaba el culto a la madre naturaleza, a la fertilidad, al amor y a la vida.

Posteriormente los cartaginenses le llamarían Tanit. Estas diosas estaban identificadas con el lucero del alba o el planeta Venus y se les asociaba con la paloma y la abeja.

Para esas culturas orientales “los ríos, que descendían de las montañas, conectaban el más allá y el cielo, de donde procedían las aguas… con la tierra, purificandola y fecundandola” escribe Juan Carlos Olivares Pedreño. Se sacrificaban en su honor animales para rogarles trajesen la lluvia con el fin de acabar con las sequías.

ANAHITA

Fuente blog Centro Persépolis.

Astarté deriva de Inanna, la diosa sumeria del amor, la naturaleza, la fertilidad, la guerra, la prosperidad, la belleza, la feminidad, la magia. Se le llamaba la «Reina del Cielo». La diosa sumeria Inanna pasó a la Anahita persa. Joshua J. Mark publicó el 4 febrero 2020: “Anahita es la antigua diosa persa de la fertilidad, el agua, la salud, la curación, y la sabiduría… fue una de las deidades más populares y veneradas de la religión iraní primitiva quizás desde el siglo VIII a. C. (aunque seguramente desde el siglo IV a. C.)… Se la asocia con poderosas diosas de otras civilizaciones antiguas, como Inanna /Ishtar de Mesopotamia, … Astarté de los fenicios, Afrodita de los griegos y Venus de los romanos. … Anahita existió probablemente de alguna forma antes del tercer milenio a. C., cuando la antigua religión persa se desarrolló en la región del Gran Irán (el Cáucaso, Asia Central, Asia Meridional y Asia Occidental)… Anahita también desempeñaba un papel en la devoción religiosa como diosa de la sabiduría y del agua que da vida. … Es natural que muchas religiones imaginen la fuente de la vida y la fecundidad en forma femenina. En Persia, la diosa Ardvi Sura Anahita, las aguas fuertes e inmaculadas, es la fuente de todas las aguas de la tierra. Ella es la fuente de toda la fertilidad, purifica la semilla de todos los hombres, santifica el vientre de todas las mujeres y purifica la leche en el pecho de la madre. Desde su hogar celestial es la fuente del océano cósmico. “ Es la personificación del planeta Venus en el zoroastrismo, su nombre significa «sin mancha», incontaminable, dispensa la salud, reside en la región de los astros. Diosa-ángel de todas las aguas sobre la tierra y fuente del océano cósmico, de la lluvia. La bendición de Anahita traía fertilidad y abundancia al país. Las festividades en honor a Anahita eran de gran importancia. Se celebraban especialmente durante las épocas de siembra y cosecha, y en ocasiones en las que el agua jugaba un papel central. Estos rituales aseguraban que el ciclo vital del agua continuara sin interrupción, garantizando así la prosperidad y fecundidad del pueblo.

ASTARTÉ

Grabado antiguo de la diosa Astarté existente en el British Museum de Londres. Se le representa con dos lechuzas y dos leones.

Astarté es la asimilación fenicia-cananea de la diosa mesopotámica que los sumerios conocían como Inanna, y los acadios, asirios y babilonios como Ishtar.

Fernando PRADOS MARTÍNEZ a , Helena JIMÉNEZ VIALÁS y Antonio GARCÍA MENÁRGUEZ, en su estudio De la Astarté fenicia a la diosa-madre ibérica. Análisis de la documentación arqueológica del santuario del Castillo de Guardamar (Alicante)” escriben:

La llegada de los navegantes fenicios en los albores del siglo VIII a.C. fundaron lugares sagrados de advocación a dioses fenicios como … la diosa Astarté, la diosa fenicia por antonomasia, la más antigua … de la que derivarían … la divinidad femenina de los tartésicos y de los íberos. La diosa Astarté tiene presencia en muchos santuarios fenicios y orientalizantes, como Cancho Roano.

Astarté se convirtió posiblemente en la diosa más icónica del mundo íbero, asimilándose a deidades indígenas de atributos parecidas relacionadas con la feminidad y la fertilidad … contaba con centros de culto en … Cancho Roano, … y emplazamientos sudlusitanos y carpetanos en las modernas Medellín (Badajoz) …”

Mar Infantes Barroso dice en su artículo “Astarté la Diosa de Andalucía”, publicado el 1 de agosto de 2016: Andalucía, desde tiempos tartésicos siempre ha adorado a la Tierra Madre, con el nombre de Astarté. Diosa por excelencia de los pueblos tartésicos, representaba el culto a la Madre Tierra, a la fertilidad, progenitora de todos los seres vivos, diosa de la fecundidad, el amor y la vida. Como Reina de la Estrella del Anochecer … la «Ana» o Diosa Madre de tantas culturas. Ana, en la cultura tartésica Astarté…”

Los fenicios propagaron por el Mediterráneo hasta la Península Ibérica cultos en cuevas probablemente desarrollados sobre otros preexistentes que remontarían al Calcolítico y a época minoica. Estas cuevas “sagradas” se vinculan al agua, a rutas de comunicación y a deidades ctónicas de la fertilidad, como la Astart venerada en las cuevas santuario fenicias. Astart es una divinidad emparentada originariamente con la diosa Ishtar acadia, que a su vez sincretiza atributos de la Inanna sumeria como “Diosa Madre”. Sus complejos atributos pasaron de los fenicios a los tartesios e íberos e incluso a la Ataecina de los célticos en el I milenio a.C.

Los fenicios mezclaron su cultura con los indígenas del suroeste de la península ibérica dando como resultado la cultura de los Tartessos que fue la primera cultura de la península ibérica, desde finales del II Milenio a.C., hace 3.000 años.

Al final, la cultura tartésica fue cambiando lentamente desde el siglo VI a.C. en que entraron los celtas desde Centroeuropa a la península. Dio como resultado la cultura turdetana, mezcla de las culturas cartaginense y griega sobre las indígenas tartésicas en el siglo V a.C.

Los lusitanos se llamaban a sí mismos célticos pues aquella denominación se la dieron los romanos en el siglo II a.C. Los lusitanos, tartésicos, vettones y turdetanos eran pueblos celtas indoeuropeos de la primera Edad del Hierro, siglos IX al V a.C., durante el periodo orientalizante, cuando los fenicios tenían colonias en el sur de la península ibérica. Los vettones y los lusitanos eran aliados.

En Valencia existe un pueblo llamado Anna en honor a la diosa de las aguas, pues está al lado del Riu d´Annaen la Ribera Alta desde Sellent. Y nuestro rio Guadiana lleva ese nombre desde que los tartésicos le llamaron Ana en honor a la diosa. Los árabes le llamaban Uadi Ana que significa rio Ana.

ATAECINA

En Extremadura y zonas cercanas de Portugal, la antigua Lusitania, se han descubierto 27 epígrafes votivos donde se menciona a la diosa Ataecina. En Mérida, La Garrobilla, Salvatierra de los Barros, Medellín, Malpartida de Cáceres, Ibahernando, Alcuéscar, Bienvenida, Salvatierra de Santiago, etc.

En Emérita los romanos asimilaron Ataecina a Proserpina por el carácter de diosas de la renovación anual de la vegetación en primavera, de la fertilidad. Por eso se les hacían fiestas en primavera. Es una divinidad relacionada con el mundo funerario.

El periodo Neolítico (de la Nueva Piedra) se extendió aproximadamente entre los años 6.000 y 3.000 a.C. Las comunidades humanas pasaron de ser nómadas a establecerse fijas, dedicadas a la ganadería y la agricultura. El periodo Calcolítico (la Edad del Cobre) se extendió desde el 1.700 al 1.300 a.C. En este periodo existían comunidades humanas en la zona de Montijo, viviendo en las zonas altas, dedicadas a la ganadería y la agricultura.

El oppidum lusitano de Dipo, en Guadajira, existía en torno al siglo IV a.C.

Ataecina es una Gran Diosa Madre del Neolítico (VI-III milenio a.C.) con largo recorrido histórico, hasta el siglo III d.C. Es una divinidad indígena de la península ibérica. En Emérita Augusta se produce la asimilación entre Atecina y Proserpina que podía haberse realizado por el carácter de diosas de la renovación anual de la vegetación de ambas, en relación con el propio teónimo «Ataecina», que, en una lengua de tipo céltico, vendría a significar la «Renacida”. Tenemos un total de veintisiete epígrafes encontrados, los cuales configuran un área de culto centrada en la actual Extremadura y zonas adyacentes.

En el Mediterráneo los cultos de fertilidad asociados a esta divinidad prosiguieron hasta enlazar y renovarse en el I milenio a.C. al difundirse el culto a la diosa Astart fenicia, a la Perséfone griega y a la Proserpina romana.

Juan Manuel Abascal Palazóne escribe en https://aespa.revistas.csic.es/index.php/aespa/article/view/396/403

Los trabajos de excavación y restauración del templo de Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar) proporcionaron 31 inscripciones romanas, de las que 15 son altares dedicados a la diosa indígena Ataecina. Este conjunto, unido al gran número de monumentos anepigrafos, constituye la evidencia del mayor santuario de esta divinidad conocido hasta la fecha, sólo comparable al del dios luisitano Endouellicus. La revisión de todos los testimonios de Ataecina hallados en Hispania permite ver que su culto se extendió por las regiones orientales de la provincia de Lusitania y que, ocasionalmente, entró en contacto con el culto de Proserpina. Turibriga/Turobriga, el enclave principal del culto, pudo estar dentro del territorium de Emerita Augusta, no lejos del templo de Santa Lucía y cerca del paraje de «Las Torrecillas».

José María Álvarez Martínez dice en “El culto a las aguas en Augusta Emerita”. Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Tomo XXVIII. Año 2020:

Las manifestaciones de culto en torno al agua, fuente de salud y de bienestar que, propiciada por la divinidad, surgía del interior de la tierra a través de manantiales y fuentes, en muchas ocasiones con propiedades salutíferas… El culto a las aguas, como es bien sabido, se desarrolló mucho antes de la llegada de los romanos y son diversos los testimonios que así lo atestiguan… La divinización de los ríos en gran parte se debe a los enormes beneficios que estos suponían para las poblaciones antiguas y la pureza de las corrientes es otro ingrediente más para explicar la sacralidad de los ríos… En Augusta Emerita existió un culto a su corriente fluvial, el flumen Ana… la existencia de un santuario en una zona boscosa (junto a Alcuescar), abundante en agua, con propiedades de carácter salutífero … tutelado por la diosa del lugar de carácter ancestral, una dea sancta vetona, que se asimiló a Ataecina-Proserpina, se sincretizó con la diosa itálica Feronia, también de carácter benefactor y salutífero y que recibió culto a la llegada al territorium emeritense de los colonizadores itálicos a partir de la fundación de la colonia Augusta Emerita en su propio bosque, el lucus Feroniae… la existencia de un culto a las aguas bien desarrollado en la ciudad augustana…


El dintel de los ríos, de la segunda mitad del siglo III d.C., existente en el Museo de Arte Romano de Mérida.

La cronología de los testimonios de culto a Ataecina permite aventurar su vigencia durante los tres primeros siglos d.C., como ponen de manifiesto los epígrafes que la mencionan.

G . FIiednerm la llegó a poner en relación con Santa Eulalia, por la veneración que ambas tenían en el ámbito emeritense y supuso que el culto a Santa Eulalia era la supervivencia del culto que ya se había dispensado a Ataecina. En Emérita existían los nombres personales Annias y Annius.

Juan Gil Montes escribe en lusipedia.blogspot.com.es

Seguramente, la Diosa que fenicios y cartagineses llamaban Astarté y Tanit, reflejadas en la Dama de Baza y la Dama de Elche respectivamente, fueran otras iconografías de esta Divinidad. Los romanos la asimilaron a Proserpina y los judeocristianos mantuvieron su culto bajo la advocación de Santa Eulalia.

WikipediA: Dentro de la cultura ibera, se ha teorizado que las esculturas conocidas como Damas (destacándose la de Baza, el Cerro de los Santos, Guardamar del Segura y Elche) podrían constituir efigies iberizadas de la diosa”.

Foto de la dama de Baza, fuente página web del Ministerio de Cultura

Jesús M. de la Cruz publicó un trabajo titulado “La diosa Ataecina” en https://vocesdebronceyhierro.es/archivos/3014 donde dice:

La cuestión de la cronología del culto de esta divinidad es un motivo de discusión entre investigadores. A través del análisis de las inscripciones de El Trampal, Abascal propone que una temporalidad entre el siglo I y el III de nuestra era. Por su parte, Martín Almagro ha sugerido una cronología más amplia analizando los diferentes exvotos de bronce en forma de cabritas que se relacionan con su culto, concluyendo que pudo haber existido con anterioridad a la implantación romana, al menos desde el s. III a.C. Abascal reconoce esta posibilidad … Sin embargo, en una publicación reciente (2022) Almagro-Gorbea junto a otros investigadores va mucho más allá y a través del vínculo que establece entre Astart y Ataecina llega a plantear que el culto a esta diosa, aunque de carácter local, revela la existencia de un culto ancestral de una Diosa Madre de origen neolítico. Esta divinidad local y atávica iría cambiando y sincretizándose con otras divinidades con el paso del tiempo, adoptando diferentes nombres y nuevos atributos. En sus orígenes (op.cit.: 54) la divinidad sería una Diosa Madre primigenia y suprema, señora de la vida y de la muerte, protectora y guía de los muertos, dueña del Más Allá. Estrechamente relacionada con ello se vería también como una diosa de la fecundidad humana, vegetal y animal, además de estar vinculada al agua como paso la Más Allá y como fuente de salud. Con el contacto con la cultura tartésica, esta diosa sería relacionada con Astart, y tras la llegada de los pueblos célticos, con Ataecina. Finalmente, en época romana se vería relacionada con divinidades del inframundo y la naturaleza como Proserpina y Feronia.”

Del estudio “Los ojos de la diosa. Una diosa madre de “larga duración”: de la “diosa de los ojos” a Astart y Ataecina”, realizado por Martín Almagro-Gorbea, José Ángel Ocharan Ibarra, Daniel Iborra Pellín, publicado en Anas 35 (2022), recogemos estas frases:

DE ASTART A ATAECINA

El culto a la Diosa Madre que documentan en época megalítica los ídolos oculados tuvo una larga continuidad en la Península Ibérica, … la “Diosa de los Ojos” o “Diosa de la Noche”, identificada como “Diosa-Lechuza”, perduró en el Suroeste de Hispania en época orientalizante, probablemente al identificarse con la diosa fenicia Astart, que, a su vez, se asimiló a la diosa céltica Ataecina y a Proserpina en época romana, pues estas divinidades extremeñas deben considerarse idénticas.

La asociación de la lechuza y la estrella con Astart como símbolos funerarios prueba la continuidad en el imaginario popular de creencias milenarias, que debieron proseguir en el culto a Ataecina extendido entre los Célticos del Suroeste de Hispania… más de 35 epígrafes dedicados a la diosa Ataecina-Proserpina aparecidos desde el Bajo Alentejo hasta la Alta Extremadura …
La personalidad de Ataecina atrajo en el siglo XIX la atención de Fidel Fita y Colomer (1885) y de Joaquín Costa (1888) … Ataecina es el apelativo celta de una divinidad ancestral compleja, con funciones de diosa primigenia y suprema, de carácter ctónico e infernal, por tanto, relacionada con el Más Allá y la muerte y con el agua como lugar de paso al Más Allá. Como Diosa Madre se relaciona con la luz, la luna y la noche, … relacionada con la muerte y el Más Allá y la vincula con la “Diosa de los Ojos” megalítica … las inscripciones del Pantano de Proserpina, de Salvatierra de Barros, Cárdenas y de La Garrovilla identifican ambas divinidades (Ataecina y Proserpina). También a esta divinidad aludiría el epíteto Dea Sancta …
La asociación de Ataecina a la cabra tiene raíces orientales, pues en Oriente la cabra era el animal-símbolo de la Gran Diosa, que tenían rebaños de este animal en sus templos … La cabra era el símbolo de la diosa de la fecundidad, … También la cabra era el símbolo de Astart en el área fenicio-palestina … lo que refuerza la relación de Astart con Ataecina… y llegó a Tartessos, donde la cabra como símbolo de Astart …
Los testimonios cultuales e iconográficos evidencian en el Suroeste de Hispania la continuidad de “larga duración” de esta Diosa Madre Suprema, atestiguada por diversos nombres y atributos, que se identificó con la diosa fenicia Astart en el Periodo Orientalizante, por lo que su animal asociado era la cabra y su símbolo la estrella de Venus. Posteriormente, al irrumpir los Celtici hacia fines del siglo V a.C. … esa divinidad debió sincretizarse con Ataecina,la Diosa de la Noche”, que adoptó la cabra como animal simbólico y, tras la romanización, con Proserpina, como diosa de la fecundidad y la resurrección y con Feronia, como divinidad silvestre, ctónica y protectora de aguas, bosques y ganados, ya que todas esas divinidades eran manifestaciones de una Diosa Madre ancestral, cuyo culto milenario, muy popular, estaba profundamente arraigado en el Suroeste …”

Se han encontrado epígrafes dedicados a Ataecina en: La Bienvenida, BA; Salvatierra de Barros, BA; Inscripción de Ataecina-Proserpina del Pantano de Proserpina; Mérida y alrededores, BA (4); La Garrovilla, BA; Medellín, BA; Alcuéscar, CC (14 en Santa Lucía del Trampal y 1 en Las Torrecillas); Montánchez, CC; 18, Herguijuela, CC (2); Santa Ana, Ibahernando, CC (2); “Dehesa Zafrilla”, Malpartida, CC (3); Salvatierra de Santiago, CC (2); El Gordo, CC.

Se han encontrado cabritas de bronce, exvotos, en: Medellín, Badajoz; Castro de Esprimijo, Plasenzuela, Cáceres; Botija, Cáceres; Dehesa de Zafrilla, Malpartida de Cáceres; Aliseda, Cáceres; Las Pueblas, Brozas, Cáceres; Torrejoncillo, Cáceres; Extremadura?, Colección Calzadilla de los Barros.

Del blog Celtica Hispana tomamos estas frases:

… Este nombre viene del celta y quiere decir “Renacida”…El lugar de culto de Ataecina parece abarcar la zona centro de Extremadura extendiéndose hacia el sur y entrando en la Beturia céltica … se trataba de pequeños templos o zonas cultuales …

Se cree que Santa María del Trampal sería uno de estos núcleos de culto ya que la mayoría de las inscripciones dedicadas a Ataecina han aparecido en torno a este lugar donde hoy se levanta una ermita…

Turóbriga era sin duda el lugar en el que se centraba el culto a la diosa; no en vano aparece en numerosas inscripciones la fórmula “Ataecina Turobrigensis” …

la diosa Ataecina tenía un carácter agrícola o un carácter infernal; actualmente ambas cosas son aceptadas ya que no son incompatibles. La propia diosa romana Proserpina, con la que se asocia, tenía carácter agrícola por un lado al ser quien traía la primavera y también infernal al ser la esposa del dios Plutón y vivir en el Inframundo.

Partiendo de la base de que Ataecina significa la “Renacida” podemos atribuirle sin problemas ese papel agrícola de traer la primavera y hacer renacer a la vegetación sobre la tierra. Este ciclo de las estaciones está asociado también al Inframundo a través del ciclo de la vida y la muerte; quizá la propia Ataecina realizara ella misma este ciclo al igual que Proserpina, caminando por el mundo durante la primavera y el verano para comenzar su descenso al Inframundo en otoño y vivir bajo tierra en invierno. Si esto era así, podemos entender por qué Ataecina parece ser una diosa tan importante en la región: de ella dependía el ciclo de las cosechas y los animales pero también el mundo de los muertos.

Otro atributo que se relaciona con Ataecina es el de la curación … se relaciona con las aguas, siempre asociadas a la salud -y también al paso al Otro Mundo-, podemos pensar en una función sanadora de Ataecina…

El símbolo principal con el que se identifica a Ataecina son las cabras que aparecen en forma de exvotos relacionados con su culto… este animal sería una de las principales bases de la economía de aquellos que rendían culto a Ataecina…

Foto de exvoto de cabrita, fuente ARQUEOGESTIÓN de Teodoro Fondón Ramos.

Además de a Proserpina, Fliedner establece una asimilación de Ataecina con Santa Eulalia de Mérida, cuyos cultos coinciden. Según él, la devoción a Ataecina tiene su continuidad en el culto a Santa Eulalia… el culto a Santa Eulalia empieza a comienzos del siglo IV d.C., poco después de que dejen de aparecer inscripciones a la diosa Ataecina…”

En WikipediA leemos:

El culto de Ataecina se extendió sobre todo en Lusitania y una parte de la Bética; también había santuarios dedicados a Ataecina en Elvas, Mérida y Cáceres en España, además de otras localidades cerca del Guadiana. Fue una de las principales deidades adoradas en Myrtilis (actualmente Mértola, Portugal), Pax Julia (Beja, Portugal) y especialmente en la ciudad de Turobriga.​ También es conocida por diversas inscripciones en los valles del Tajo y del Baetis (Guadalquivir)… En Alcuéscar tuvo su santuario más importante. En Malpartida de Cáceres tuvo también un santuario … Según el etnógrafo portugués Teófilo Braga, en «Costumes, Crenças e Tradições», fueron encontradas en Vila Viçosa inscripciones alusivas a invocaciones a la diosa, con oraciones para ayudar a encontrar objectos robados.

Una estatua de la dea sancta Ataecina del montijano Pedro Roque Hidalgo

El artista montijano Pedro Roque realizó en el año 2008 una escultura, por encargo de la Cámara Municipal de Vila Viçosa, Portugal, de la diosa lusitana-turdetana ATAECINA.

La obra está realizada sobre un bloque de mármol de esta población alentejana, de 210 x 93 x 72 centímetros y engloba los símbolos por los que se la representaba: la lechuza y la cabra. Podemos verla en el Museo del mármol de Vila Viçosa.

Foto tomada del blog de Pedro Roque Hidalgo: https://puenteayuda.com/pedro_roque/esculturaataecina.htm

El culto a estas diosas en las Vegas Bajas del Guadiana

Las Vegas Bajas fueron habitadas por lusitanos, tartésicos y turdetanos antes de ser conquistadas por los romanos. Cerca de Guadajira existió el oppidum (poblamiento) Dipo perteneciente a la Lusitania. Fue una colonia tartésica-turdetana como también lo eran Renial (El Turuñuelo, Guareña), Conisturgis (Medellín), Roacal (Cancho Roano, Zalamea de la Serena) o Iseedam (Aliseda). El tesoro de Aliseda en la provincia de Cáceres es tartésico, del siglo VII al VI a.C.

Al rio Guadiana le llamaban Sidereum Ana, sideral Astarté.

En la Turdetania (tierra de los celtas turdetanos) crearon su diosa Ataecina a partir de la Astarté fenicio-tartésica. El centro del culto a esta diosa estaba en el santuario-bosque de Turóbriga, cerca de Alcuescar (Cáceres) donde han aparecido unas treinta aras.

En la segunda Edad del Hierro, siglos V al I a.C., con las herramientas de hierro aumentaron exponencialmente las producciones agrícolas en las Vegas Bajas.

El dios lusitano Reve era el dios de los ríos y los fenómenos atmosféricos, como las tormentas, tenía poder sobre la lluvia y la fecundidad de la naturaleza. Se sacrificaban en su honor corderos y toros. La diosa lusitana Navia se relacionaba con el rio. Como hemos dicho anteriormente en los pueblos indoeuropeos orientales las diosas-rios se relacionaban con los rituales funerarios, hacían rituales por la lluvia.

Las principales deidades de los vettones eran Endovellicus y Ataecina. Sus santuarios o espacios sagrados los situaban en lugares privilegiados. Las estelas y túmulos se ubicaron estudiando el movimiento del sol, del planeta Venus y de la constelación de Orión, según el calendario astronómico celta que manejaban.

Las guerras lusitanas tuvieron lugar en los años 155 a 138 a.C., entre lusitanos y púnicos (cartaginenses) contra turdetanos y romanos que ganaron, aunque en nuestra comarca de las Vegas Bajas no estuvo el centro del conflicto.

La invasión de los germanos (godos) de la península ibérica ocurrió en el siglo III d.C., llegando a Emérita Augusta en el año 275.

Al norte del actual Montijo existen dos cerros que hoy se denominan San Gregorio y La Centinela. En los siglos que hemos estudiado las diosas arriba citadas, había poblamientos pequeños en los alrededores. Es lógico que los lusitanos y celtas túrdulos tuviesen en la alto del cerro actual de San Gregorio, que dominaba una comarca rica en agua, frutos y caza, y donde no llegaba el rio en las crecidas invernales, un ara sancta para rendir culto a la diosa-rio Ana.

En el libro “Piscator salmanticensis”, publicado a mediados del siglo XVIII, se dice que Montijo en la época protohistórica la poblaron los celtas túrdulos, “que floreció opulenta en tiempos de los godos, de quienes hay vestigios y monumentos arruinados”.

Es muy probable que en tiempos de los romanos se construyese una villae en el cerro denominado desde el último cuarto del siglo XVIII San Gragorio, ya que la comarca estaba llena de ellas, propiedad de los eméritos, donde se adoraría a la diosa Ataecina/Proserpina y donde quizás hubiese un oratorio cristiano a partir del siglo IV d.C.

En la villa romana de Torre Águila se construyó en ese siglo una estancia en forma de cruz latina con cuatro ábsides que se dedicó a un uso religioso cristiano, una ermita rural. Se trata de “los paredones” donde apareció a mediados del siglo XIII la imagen de la virgen de Barbana, después Barbaño. Las crecidas del rio la arruinó. También existía en Torre Águila una iglesia con doble baptisterio, que se arruinó y sirvió para enterramientos en los siglos V a VII d.C. hasta la llegada de los árabes.

Paulo el Diácono, que nació en Emérita en el 610 d.C., escribió “Vida de los Santos Padres de Emérita…”. En la página 134 habla del lugar de Capsiana que estaba a dieciséis millas romanas de Emérita (cerca de 24 kms.), en tiempos de los godos, un caserío que sería propiedad del obispado de Emérita.

http://www.documentacatholicaomnia.eu/02m/0610-0610,_Paulus_Emeritanus_Diaconus,_De_Vita_Patrum_Emeritensium,_MLT.pdf

Paulo dice que Fidelis, arzobispo de Emérita, tenía una propiedad: Capsiana. En latín Capsus capsi significa cajas/caja, por lo que significaría “Caja de Ana”.

Fidel Fita y Colomer, historiador y epigrafista jesuita de comienzos del siglo XX situó a Capsiana en el cerro de San Gregorio, por lo que nos hacemos algunas preguntas: ¿Se construyó el lugar de Capsiana sobre un santuario lusitano donde se celebraban rituales a Ataecina? ¿Hubo un altar rupestre de sacrificios o ara sancta en lo alto de Capsiana, orientado simbólicamente hacia un punto del paisaje: el rio, donde se sacrificaban ovicápridos a Ataecina, rituales con libaciones y vertido de agua? ¿Habría una gran peña sacra con cubetas y una necrópolis? ¿Por qué denominarían “Arroyo las cabrillas” a la ribera que nace por encima del cerro de San Gregorio en un manantial y termina en el Guadiana?

Foto tomada de la revista DESPERTA FERRO Arqueologia & Historia, Nº 55, junio-julio 2024.

¿Podría ser un eremitorio visigodo en los siglos IV al VII, como Cauliana (después Cubillana), y que tuvo un papel de atalaya para el control visual del territorio, rodeada de pastos y agua?

¿Por qué construyeron en el siglo XVI la ermita de «Santa Ana» a la salida de Montijo en el camino que iba al cerro de San Gregorio y proseguía hasta el monasterio de San Isidro de Loriana?

Imagen de Santa Ana realizada por el escultor valenciano afincado en Sevilla Blas Molner en 1782, por encargo de la Cofradía de Santa Ana, existente en la parroquia de San Pedro de Montijo.

Son muchas las preguntas que nos hacemos que, con el tiempo, quizás se desentrañen.

Si mirásemos con detenimiento todas las paredes de la ermita de San Gregorio y realizásemos catas en los alrededores podríamos, quizás, encontrar algunas respuestas a nuestras preguntas.

La hija de Ana

José Luís Rodríguez Plasencia escribe en Apariciones marianas en Extremadura (II). Biblioteca virtual Miguel de Cervantes”:

“…Bernabé Moreno de Vargas, que vivió en Montijo desde 1604 a 1615, añade: “La imagen de la Virgen de Barbaño era morena como la de Guadalupe, pudiera pertenecer al estilo románico tardío. Cuando la reciente restauración de Luís Peña en Llerena, nos viene a reforzar como veremos, hoy no poseemos rastros de aquella imagen primitiva y que ha ido sufriendo diferentes restauraciones, para mejora y conservación de esta”.

Y si era morena -como dice Moreno de Vargas- ¿no podría tratarse de una Isis venerada por los habitantes de la primitiva villa romana?
El nombre de Barbaño viene de la palabra Barb-ana, del hebreo bar que significa hijo-hija y el latino ana, Guadiana, de donde se obtiene Hija del Guadina. Después surge una modificación por la proximidad al río y terminó llamándose Barbaño.”

Bar es una palabra del idioma arameo y significa “hijo/a de”, se usa como prefijo en los nombres de personas. Así pues la denominación Barb Ana significaba “Hija de Ana” porque se encontró en la villa romana de Torre Águila, junto al río.

Como hemos visto, los mismos personajes van cambiando de nombre y de atributos a lo largo de la historia. Y para comprender el presente hay que conocer nuestro pasado a lo largo de los siglos.

Juan Carlos Molano Gragera
Juan Carlos Molano Gragerahttp://historiasdemontijo.com
Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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Cuando estudié la carrera de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, durante los años 1968/72, tuve algunos maestros como Antonio Elorza Domínguez o Juan Trías Vejarano que me enseñaron a investigar en los archivos para elaborar aspectos de nuestra historia. Aquella semilla se fue desarrollando desde finales de los años setenta cuando volví a vivir a Montijo y continúa viva hasta el día de hoy. Espero continuarla hasta que me fallen las fuerzas y la vista. Y me gustaría que se siguiese leyendo después de “pasar a mejor vida”.

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