Este artículo lo escribí en mayo del 2002 y lo relaté en Radio Montijo en dicho año en el programa veraniego “Historias de Montijo”.
En Puebla de la Calzada vivía Juan Méndez Núñez, jefe de almacén de la fábrica de harinas y panificadora de los Conejo. Se casó en 1925 con Francisca Pérez Castón, poblanchina igual que él, durante la Dictadura de Primo de Rivera, años en que la agricultura española y extremeña tuvo un gran auge por la venta de cereales a la Europa en reconstrucción después de la I Guerra Mundial.
El matrimonio Méndez-Pérez tuvo cuatro hijos: Manuel, nacido en 1926, Rosa en 1928, Críspulo en 1933, y Juan.
Juan nació el dia 5 de abríl de 1936, en aquella primavera que presentía la guerra civíl y que dió comienzo en verano; momentos muy convulsos y difíciles.
Una tia-abuela de él -Maria Concepción Castón- casada con el hortelano Sebastian Pérez que trabajaba tierras en arriendo de Leopoldo Castillo, sería fusilada por los franquistas; su hijo mayor murió defendiendo a la República en Badajoz el 14 de agosto del 36; Sebastián Pérez y su hermano Francisco, tios de la madre de Juan, tuvieron que esconderse en las loqueras de un pozo y después se irían al frente republicano de la Serena.
Juanito Méndez era, además del hijo menor de su familia, muy sensible desde sus primeros años por lo que la madre le mimaría y protegería mucho. Ello hizo que viviese una infancia felíz, a pesar de que le tocase vivirla en la guerra y en la dura posguerra del hambre y el embargo de productos a España.
Pronto le notarían que tenia tendencias a jugar a aquellos juegos que no eran los asignados por la costumbre a los niños varones. Pudo ir poco tiempo a la escuela pues sus padres no podían permitirse darle estudios medios.
Aunque el padre colocó a sus hijos Manuel y Críspulo en la fábrica de harinas de los Conejo, no creyó conveniente hacerlo con Juan pues se trataba de trabajos duros. Cuando tenía catorce años, en 1950, entró en el Vivero del Instituto Nacional de Colonización situado en la carretera de los pueblos nuevos.
Pronto demostraría una gran facilidad y habilidad para el cuidado de las plantas y los árboles; allí aprendió de los encargados del Vivero y de la experiencia propia todo lo que había que saber sobre flores, plantas y jardines, durante su juventúd.
En sus ratos libres y en los dias de fiesta le gustaba pasear con sus amigos por la carretera de Puebla a Montijo, que entonces estaba empedrada y tenía grandes árboles. Juan asumiría de cara su homoxesualidad en aquellos años en que se consideraba casi un delito y una vergüenza para la familia.
Le gustaba mucho la copla española, pasional y dramática, interpretada por grandes cantantes femeninas como Marifé de Triana o Rocio Jurado.
En los años sesenta, de pleno auge del Plan Badajoz, el terreno colindante a la carretera de la Puebla solía estar sembrado de maíz o tomate y eran muchos los jóvenes que iban a los bailes del pueblo contrario al que vivían.
A principio de los sesenta se llevaría a cabo en Montijo una gran transformación de sus plazas y calles, debido a las subvenciones recibidas del Estado por ser el centro de las Vegas Bajas del Plan Badajoz. La instalación de las redes de agua potable y de saneamiento y la construcción de un depósito en el Parque Municipal, propició la plantación de zonas verdes en un pueblo que hasta entonces sólo tenía polvo en las calles y algunos morales, eucaliptos o algarrobos en sus caminos de salida
Se urbanizó el Parque Municipal de la Cruz, se cambió el Paseo de la Plaza por un jardín, se plantaron naranjos en muchas calles, etc.
El Ayuntamiento, presidido entonces por Pedro Pinilla Porras, no podía atender tantas zonas verdes con el único jardinero que disponia, Manuel Concepción, y decidió contratar a otro, por lo que le pidieron referencias al encargado del Vivero Sebastian Corío. Éste les recomendó al joven Juan Méndez Pérez que al poco entraría a trabajar en el Ayuntamiento.
Foto cedida por Juan A. Guzmán propiedad de la familia, coloreada y publicada por Manuel Cuerpo Rocha en su blog Personajes de Montijo el 1 de mayo de 2016.
Empezó su andadura como jardinero municipal ayudante del veterano “siño Manuel”, trabajando en el Parque Municipal y en el jardín de la Plaza de España. Después se harían los jardines de la plaza Capitán Cortés, Puerta del Sol, Salmerón, barriada Juan XXIII, Virgen de Barbaño, Avenida de Colón, etc., en la que tendría gran participación Juan Méndez.
Se trasladaba en bicicleta, la misma que utilizaba para ir a su casa en Puebla, de jardín a jardín, trasportando en ella sus tijeras de podar y su goma de regar.
Aparte de este trabajo, le sería encomendado dar cuerda al reloj municipal situado en la torre de la Iglesia, a la que tenía que subir a diario y lo hacía sin pereza, y el cobro de los recibos a los vendedores de la Plaza de Abastos, tarea ésta que le gustaba mucho pues le servía para entablar conversación con las vendedoras y amas de casa.
En sus ratos libres hacía trabajos particulares de jardinería en chalets de Puebla y Montijo (a Carmen Amigo, Campillo, etc.), siendo muy solicitado.
Pronto se haría muy popular en Montijo y muy querido por sus vecinos y, sobre todo, vecinas que veían en él un gran jardinero, muy trabajador y simpático. Era alto, corpulento, con una melena tintada, su voz y sus ademanes eran característicos. Su espíritu era juveníl e ingenuo, muy sensible y generoso.
Vivía en Puebla con su hermana Rosa y su hermano Críspulo, soltero, a quién no agradaba sus tendencias personales. Por ello Juan se quiso independizar y se compró una humilde casa junto al Parque Municipal de Montijo con el fin de vivir cerca de su lugar de trabajo.
En 1980 se aprobó por la Corporación Municipal, gobernada por los partidos PCE y PSOE, establecer un Mercadillo todos los jueves por las mañanas alrededor del atrio de la Iglesia de San Pedro. Y Juan sería el encargado de cobrar las tasas a los vendedores.
A principio de los años ochenta potenció mucho la Corporación las fiestas populares, reviviendo algunas que habían estado prohibidas durante la Dictadura como los Carnavales. Y como mantenedor y dinamizador de las mismas se buscó, por sus aficiones y gustos, a Juan Méndez.
Juani vestido de Reina del Carnaval de Montijo (en el centro), en 1981, por la avenida de la Estación. Foto de Caty Soltero López.
Un primer plano de Juani el mismo día. Foto de Caty Soltero López.
Siempre estaba dispuesto a colaborar, a dar ideas y sugerencias, a ir a trabajar cuando se le llamase.
Aunque aparentaba ser muy extrovertido y espontáneo tenía una gran timidez. A mí, que era el alcalde) siempre me llamaba por “Don Juan” porque decía que le imponía mucho respeto.
Vendió su casa junto al parque y se compró una planta alta en la calle Salmerón. Ese pequeño piso y su bicicleta eran todos los bienes que poseía y en su alma modesta no necesitaba más para ser felíz.
Juani haciendo de masajista en un encuentro de futbol entre los trabajadores del Ayuntamiento y los concejales. Foto cedida por Juan A. Guzmán propiedad de la familia, publicada por Manuel Cuerpo Rocha en su blog Personajes de Montijo.
La urbanización del ensanche de la barriada del Valle por un constructor propició que el Ayuntamiento recibiese en 1983 un gran solar, situado detrás del nuevo colegio Padre Manjón junto a la calle Salmerón. Ese solar estaba programado para zona verde y se hizo el proyecto para realizar un parque municipal.
Juan Mendez estaba muy ilusionado con esta idea, pero no pudo ejecutarla personalmente como hubiera deseado. Pues el dia 10 de diciembre de 1983 le dió una trombosis y hubo de ser hospitalizado en Badajoz. Allí estaría en coma hasta que falleció el 7 de febrero de 1984. El entierro se realizó en Puebla de la Calzada. Abandonó sus jardines para navegar por el Universo.
Juan Méndez Pérez murió en la plenitúd de su carrera y de su creatividad cuando sólo tenía cuarenta y ocho años.
En un pleno del Ayuntamiento en el año 1990 se acordó realizar el parque; a principios de la legislatura 2000/2004 se acordó por el pleno del Ayuntamiento denominarle al Parque del Valle “Parque Municipal Juan Méndez” en reconocimiento a la gran labor desempeñada por este trabajador ejemplar, querido y llorado por muchos montijanos y montijanas.
Vivió la vida intensamente pasando por grandes momentos de amor y felicidad y otros de dolor y angustia, propios de un corazón sensible y partido, teniendo que oir a diario alabanzas y críticas hacia su persona en una sociedad que no le aceptaba del todo como era.
«Erase de un marinero que hizo un jardín junto al mar y se metió a jardinero. Estaba el jardín en flor y el marinero se fue por esos mares de Dios.
Antonio Machado.